¿Cuál es el mejor sustituto de sal?
Dale sabor a tus comidas sin sal:
- Ajo en polvo
- Comino
- Pimienta negra
- Zumo de limón
- Salsa de soja (con moderación)
¡Experimenta y encuentra tu combinación favorita!
¿Mejor sustituto de la sal para cocinar?
¡Uy, qué lío con la sal! Recuerdo que el 15 de agosto, en mi casa de la playa en Asturias, intenté hacer un pulpo a la gallega sin sal, ¡un desastre! Usé mucho pimentón, pero le faltaba algo.
El comino, sí, lo he probado, funciona bien en guisos, le da un toque cálido. No es igual a la sal, claro, pero ayuda a sazonar. A veces uso bastante pimienta negra, sobre todo en carnes.
El limón, genial para ensaladas. Un chorrito en el salmón a la plancha, ¡qué rico! Pero para un estofado… no tanto. La salsa de soja, eso sí, es más potente, ideal para un wok. En el mercado asiático de Valencia, compré una vez una salsa de soja artesana, 8 euros el bote, buenísima.
En resumen, no hay un sustituto perfecto. Depende del plato. Cada especia aporta algo distinto. A veces, una mezcla es la mejor opción.
Alternativas a la sal: ajo, comino, pimienta negra, limón, salsa de soja.
¿Cómo se llama la sal sin sodio?
Cloruro de potasio.
Pues… Estaba en Mercadona, el otro día, ¿sabes? Hacía un calor horrible, agosto en Sevilla… fatal. Iba a comprar sal, la de siempre, y vi el paquete ese rosa. Sal sin sodio. Y me quedé pensando en mi abuelo, que en paz descanse. Siempre con su sal de régimen. Me dio un bajón ahí mismo, en el pasillo de las especias.
El pobre, con lo que le gustaba el jamón… Y venga a comer sin sal. Qué rollo. Ahora me acuerdo y pienso que vaya tela, con la sal sin sodio. Como si eso fuera sal de verdad. Sabía rarísima, como metálica. La probé una vez, en un tomate, y casi lo escupo. Asqueroso.
- Me recordó al abuelo.
- Mercadona, pasillo de especias.
- Sal rosa.
- Sabor metálico, asqueroso.
Total, que cogí la normal, la de toda la vida, la del paquete azul. Al final, para qué cambiar. Aunque ahora que lo pienso, no sé ni para qué quería la sal. Creo que era para la pasta… o para el pescado… Bueno, no importa. La cosa es que me acordé de mi abuelo y de su sal sin sodio, ese cloruro de potasio.
- Paquete azul (sal normal).
- Agosto 2024.
- Sevilla.
Sí, eso, cloruro de potasio. Que parece mentira que algo que se parece tanto a la sal, sepa tan diferente. Y ya, está, eso es todo. Me acordé del abuelo, nada más.
¿Existe un sustituto saludable de la sal?
Sustitutos de la sal: Sí, existen. Olvida la sal común.
-
Hierbas: Romero, tomillo, orégano. Frescas, mejor. Mi abuela usaba mucho romero. Añadían sabor, no solo cubrían.
-
Especias: Cúrcuma, pimentón. Color, aroma, sabor intenso. Prueba el pimentón de la Vera, es brutal. El comino, más suave.
Alternativas: Potenciadores del sabor naturales. Ajo, cebolla, limón. Sabor, sin el sodio. Recuerda: equilibrio.
Precaución: No todo vale. Algunos sustitutos, aunque naturales, poseen sodio. Lee etiquetas. 2024, controla lo que consumes. Mi doctora me lo recordó.
Más: A veces, la mejor opción es reducir, no sustituir. Un buen truco: usa menos.
¿Qué sal es la menos perjudicial?
No hay una sal “menos perjudicial”. Todas son básicamente cloruro de sodio (NaCl). El tema es cuánto comes.
Me acuerdo que el año pasado, en el cumpleaños de mi tía Marta en su casa de campo en Cuenca, nos pasamos con la paella. La hizo mi primo Juan, y le echó sal gorda como si no hubiera un mañana. ¡Madre mía, qué sed pasé luego! Y eso que él decía que era sal del Himalaya, rosa y súper sana. Yo creo que le dio igual. Exceso es exceso, ¿no?
Claro que, a ver, si ya tomas yodo en pastillas, pues la sal yodada te sobra, supongo. O si eres de los que se preocupan por esas cosas raras que le echan a la sal para que no se apelmace, pues busca una sin eso, ¿sabes? Pero al final, lo importante es no pasarse.
- Sal marina: Dicen que tiene más minerales, pero… ¿en qué cantidad?
- Sal kosher: Más gruesa, sí. ¿Más sana? No lo sé yo.
- Sal del Himalaya: Rosa y fotogénica, pero… ¿de verdad marca la diferencia?
Yo ahora intento usar menos sal al cocinar. Le echo más hierbas, especias, ¡un poco de alegría al guiso! Y a veces, si me paso, le echo una patata cruda que absorbe lo salado, truco de mi abuela. La sal es como todo: con cabeza.
¿Qué condimentos se pueden usar para reemplazar la sal?
Aquí, en la oscuridad, me pregunto qué sabor tendrá la vida sin el filo salado… sin eso que te despierta.
Aquí está la respuesta:
- Albahaca.
- Cebolla en polvo.
- Pimienta negra.
5 gramos de cada uno… eso dicen.
Pero a veces pienso… ¿será suficiente? ¿Será suficiente para llenar el vacío? Recuerdo cuando mi abuela hacía sopa, siempre le echaba sal, mucha sal. Decía que era el alma de la comida. ¿Qué pasa cuando le quitas el alma? ¿Queda algo? ¿Queda algo que valga la pena saborear?
Supongo que tendré que probarlo, supongo que tendré que dejar de pensar tanto en la sal… en lo que me falta. Y empezar a concentrarme en lo que sí tengo. En la albahaca que crece en mi ventana, en el olor a cebolla que siempre me recuerda a casa, en el ardor de la pimienta que me despierta.
Es curioso… quizás la sal no sea tan importante después de todo. Quizás lo importante sea encontrar esos pequeños destellos de sabor que te hacen sentir vivo, aunque sea por un instante.
- El otro día, probé un tomate de mi huerto, sin sal, sin nada. Y supe que estaba equivocado. Tenía un sabor… diferente. Auténtico.
- Igual que las lágrimas. Son saladas, pero no duelen igual que la sal en una herida. Son otra cosa.
- Me pregunto… ¿qué más estoy dejando escapar por aferrarme a la sal? A esa necesidad constante de sentir un sabor familiar. A ese miedo a lo nuevo.
¿Cómo sazonar la comida sin sal?
Sustitutos de la sal: Explorando sabores. El vinagre y el aceite de sésamo tostado son buenas opciones, pero hay todo un universo por descubrir. ¿Por qué limitarnos?
-
Vinagres. De acuerdo, el vinagre aporta acidez, no “sabor salado” propiamente dicho. Pero esa acidez despierta las papilas gustativas, realzando los demás sabores y, en cierto modo, compensando la ausencia de sal. Un vinagre de Jerez en un guiso de lentejas, por ejemplo. Ayer mismo probé un vinagre de frambuesa en una ensalada… una revelación. Es cuestión de experimentar, ¡como con los vinos!
-
Aceite de sésamo tostado. Este sí que aporta una nota umami, que a veces se confunde con lo salado. Es intenso, úselo con moderación. Una gota en un salteado de verduras, o incluso en un postre de chocolate… imaginación al poder. Yo lo uso mucho en el arroz, le da un toque especial.
Más allá de lo obvio. Pensemos en las especias. ¿Comino? ¿Cilantro? ¿Pimentón? Cada una tiene su personalidad, su historia. El pimentón ahumado, por ejemplo, me recuerda a los inviernos en la casa de mi abuela. Las especias no solo “sazonan”, sino que nos conectan con recuerdos, con lugares.
-
Hierbas aromáticas. El perejil, tan común, puede transformar un plato. El orégano, el tomillo… hierbas mediterráneas que evocan el sol, la tierra. Cultivo romero en mi balcón, el olor es increíble. ¿Y qué decir de la menta? Fresca, vibrante.
-
Cítricos. El limón, la lima, la naranja… Aportan acidez, como el vinagre, pero también aromas complejos. Unas gotas de limón en un pescado a la plancha… simple, pero efectivo. La ralladura de naranja en un bizcocho… magia.
El poder del umami. El umami es ese quinto sabor, el “sabroso”. Está presente en alimentos como los tomates secos, las setas, el queso parmesano… Incorpóralos a tus platos y descubrirás nuevas dimensiones de sabor.
- Ajo y cebolla. Ingredientes básicos, pero con una potencia increíble. Dorados en aceite, son la base de infinidad de recetas. El ajo, en particular, tiene un sabor casi picante que estimula el paladar. Yo lo uso a diario, es un imprescindible en mi cocina.
En definitiva, sazonar sin sal es un reto, pero también una oportunidad para explorar. Un viaje sensorial que nos invita a descubrir la riqueza y complejidad de los sabores. ¿Quién necesita la sal cuando tenemos todo un universo de posibilidades a nuestro alcance?