¿Qué hacer para bajar lo salado a la comida?

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¿Comida salada? ¡No la tires!

  • Un chorrito de limón o vinagre rebaja la salinidad.
  • Funciona en casi todo, ¡incluso arroz y paella!
  • El zumo de tomate también es una buena opción.
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¿Cómo arreglar comida salada?

¡Ay, la comida salada, el terror de todo cocinero! A mí me ha pasado un montón de veces, ¡qué coraje da! La primera vez creo que fue haciendo una sopa de lentejas para mi abuela, le puse sal de más y casi me mata, jeje.

Yo siempre recurro a los ácidos, ¡son como magia! El limón es mi salvación personal, pero también el vinagre funciona bien. Una vez, cocinando arroz con pollo, me pasé con la sal y le eché un buen chorro de vinagre de manzana, ¡quedó perfecto!

Si es paella o arroz, el limón va genial, ¡de verdad! Recuerdo en Valencia, en un restaurante cerca de la playa de la Malvarrosa, pedí una paella que estaba un poco salada y el camarero me trajo un gajo de limón, ¡mano de santo!

¿Cómo arreglar comida salada?

  • Limón o vinagre: Ingredientes ácidos que contrarrestan el exceso de sal.
  • Ideal para: Paella o arroz. El zumo de limón es un excelente recurso.

¿Cómo quitar el sabor de la sal?

¡Ay, la sal! Esa traicionera que te deja el paladar como desierto tras una tormenta de sabor. El remedio? Acidez, mi arma secreta. Piensa en ello como una guerra molecular: el ion sodio agresivo de la sal, frente al ejército de protones ácidos que lo neutralizan. ¡Jaque mate, sal!

Unas gotitas de limón, ¿eh? Como un beso de sol en la lengua, un toque cítrico que reequilibra la fiesta en tu boca. O vinagre suave, más sutil, como un susurro, pero igualmente eficaz. ¿Sopas? ¡Perfecto! ¿Guisos? ¡Ni qué decir! ¿Arroz? Hasta el arroz recalentado recobra la dignidad con este truco.

Recuerdo una vez que mi abuela, ¡bendita sea su memoria!, sobre-saló la paella. Una catástrofe. Casi lloro, pero entonces ella, con la sabiduría de mil batallas culinarias, rescató la situación con un chorrito de vinagre de jerez. ¡Magia!

Más allá del limón y el vinagre:

  • Un poco de azúcar puede ayudar, como un bálsamo dulce para el alma salada.
  • Añadir más ingredientes (una patata en la sopa, por ejemplo) diluye la concentración de sal, eso sí, a riesgo de afectar a la textura. ¡Un cálculo arriesgado!
  • Si es un plato con mucho líquido, puedes intentar diluirlo con más caldo o agua, con cuidado de no convertirlo en un charco.
  • ¡Mi truco personal! Una cucharada de yogur natural reduce la salinidad, añadiendo cremosidad y dulzura.

En resumen: No te rindas ante el exceso de sal. El poder de la acidez está a tu alcance. ¡Que gane el sabor!

¿Cómo quitar el sabor de la sal?

El exceso de sal es el Hamlet de la cocina: ser o no ser… palatable. La solución, cual Quijote enfrentándose a molinos, es buscar el equilibrio.

  • Ácido al rescate: Un chorrito de limón o vinagre es el Sancho Panza del sabor, equilibrando la balanza. Recuerda cuando le puse vinagre de Módena a la sopa pensando que era vino, ¡error de novato! Pero oye, a veces la suerte…
  • Diluir, diluir, diluir: ¿La sopa clama venganza salada? Añade agua. Es como la homeopatía, pero con mejor resultado. Lo malo es si acabas con una piscina olímpica de caldo insípido.
  • Dulzor estratégico: Una pizca de azúcar (¡no te pases!) puede ser el aliado inesperado. Como echarle miel a la pizza, suena raro, pero a veces funciona.
  • Grasa salvadora: Un poco de nata o aceite de oliva pueden enmascarar la sal. Es como ponerle maquillaje a un plato, disimula, no cura.

El truco infalible que nunca falla: Probar antes de salar. Parece obvio, pero a mí siempre se me olvida.

Para pensar (y reír): ¿Por qué los cocineros tiran la sal por encima del hombro? ¿Es un ritual satánico para invocar al dios del sabor, o simplemente para que el pinche limpie? Misterios de la gastronomía.

#Alimentos #Cocina #Sabor