¿Qué usar para reemplazar la sal?

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Dale sabor sin sal: comino, jengibre y cúrcuma. Ideales para carnes, pescados o legumbres, ofrecen un toque exótico y beneficios digestivos y antiinflamatorios, especialmente la cúrcuma.

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¿Sustitutos saludables para la sal?

Me encanta experimentar con sabores, y la verdad, la sal a veces me aburre. En mi último viaje a Marrakech (marzo del 2023), probé un tajine de cordero increíble, casi sin sal, pero con un montón de comino y jengibre. El sabor era explosivo, profundo. Nada que ver con lo que suelo cocinar en casa.

Desde entonces, he estado jugando con estas especias en mis guisos. Hice lentejas con cúrcuma y comino el otro día, y aunque me pasé un poquito con la cúrcuma (manché toda la cocina, un desastre amarillo), el resultado fue bastante interesante. Mucho más aromático que con solo sal. Además, mi estómago, que suele ser delicado, lo agradeció.

El jengibre lo uso sobre todo para el pescado. Compré un salmón fresco en el mercado de la Boquería (Barcelona, septiembre 2022, unos 8€ el kilo) y lo mariné con jengibre rallado, un toque de limón y pimienta negra. ¡Espectacular! Siento que la comida tiene más personalidad sin tanta sal.

Preguntas y Respuestas:

¿Qué especias pueden sustituir la sal? Comino, jengibre y cúrcuma.

¿En qué tipo de platos se pueden usar? Guisos de carne, pescado y legumbres.

¿Qué beneficios tienen? Efecto digestivo y antiinflamatorio (especialmente la cúrcuma).

¿Qué alimentos reemplazan la sal?

Limón. Ajo. Cebolla. Pimentón. ¿Para qué aferrarse a lo común?

  • Hierbas frescas. Intenso. Directo. Olvida lo seco.

  • Especias. Un mundo. No es lo mismo. Cambia todo.

  • Vinagres. De manzana. De vino. De arroz. Matices. No solo sabor. Textura.

  • Cítricos. Luz. Frescura. No necesitas la sal. Es una muleta.

  • Ajo y cebolla en polvo. Concentrado. Potente. Doble filo.

  • Jengibre. Picante. Calor. Vida. ¿Sal? Aburrido.

  • Setas deshidratadas. Umami. El quinto sabor. Lo que buscas.

Olvida la sal. Un condicionamiento. No la necesitas. Yo uso chile. Mucho chile. Me gusta el ardor. La intensidad. Es una metáfora. La vida misma. Este año he cultivado jalapeños. Pequeños. Potentes. Los seco. Los muelo. Los uso en todo. No necesito más. La sal es un espejismo. Una costumbre. Un lastre. Libérate.

Sales bajas en sodio. Existen. Pero… ¿para qué?

Algas. Complejas. Marinas. Demasiado sutiles para algunos. Demasiado intensas para otros.

Trufas. Caras. ¿Vale la pena? Quizás. Depende de tu nivel de obsesión.

La comida es una experiencia. No una rutina. Explora. Prueba. Equivócate. Aprende. La sal… es solo el principio. O el fin. Tú decides.

¿Qué se debe comer en una dieta hiposódica?

En una dieta hiposódica, la sal es como ese invitado inesperado que arruina la fiesta. ¡Fuera! Pero, ¿qué queda para comer? ¡No desesperes! Aún hay un festín esperando, aunque quizás menos… salado.

Alimentos permitidos:

  • Lácteos: Leche, yogur, cuajada, requesón y queso Burgos sin sal. Imagina un mundo sin sal… ¡Un poco soso, pero bueno para tu corazón!
  • Proteínas: Carnes frescas (sin procesar, ¡ojo!), pescados y huevos. ¡La carne sin sal es como un abrazo sin calor!
  • Embutidos: Jamón cocido bajo en sal. Existe, ¡lo juro! Pero encontrarlo es como buscar una aguja en un pajar.
  • Hidratos: Legumbres, patatas, pasta, arroz, guisantes y habas. ¡La base de una dieta aburrida… eh… equilibrada!

Trucos y reflexiones:

  • Las hierbas aromáticas son tus amigas: Dale sabor a la comida con especias, ¡no con sal! El orégano es mi favorito.
  • Lee las etiquetas: ¡La sal se esconde en los lugares más insospechados!
  • Cocina en casa: La mejor forma de controlar la sal es preparar tus propios platos.
  • El potasio es el antagonista de la sal: ¡Consume alimentos ricos en potasio como plátanos y aguacates!

Añadido personal:

Mi abuela siempre decía: “Más vale soso que salado, que la sal te roba la vida”. ¡Y tenía razón! Aunque yo a veces le echaba un poquito de sal a escondidas, confieso. ¡Pero no se lo digas a nadie!

¿Qué se puede comer en una dieta sin sal?

Uf, dieta sin sal… Me acuerdo del verano del 23, en Cádiz. A mi padre le dio un susto y el médico le mandó bajarle a la sal. Yo, solidaria, decidí acompañarle. ¡Vaya tostón!

El primer día me hice una tortilla francesa, sin sal, obviamente. Insípida total. Parecía chicle. Acompañé con un tomate, a mordiscos, y medio me supo a gloria.

  • Desayuno: Tostada con aceite (sin sal, claro), café con leche (sin sal, repito). Aburrido.

Luego, en la playa, se me antojó un helado. Horror, me acordé de la sal. Tuve que conformarme con uno de limón. Algo es algo.

Comida: Pescado a la plancha, sin sal. Con limón, otra vez el limón salvando la papeleta. Espárragos trigueros. ¡Uf, qué sosos! Mi padre, con cara de resignación, comía igual.

  • Cena: Ensalada con… ¿Adivinan? Limón. Y aceite, claro.

Los primeros días fueron un drama. Todo sabía a… nada. Pero bueno, te acostumbras. Empecé a apreciar otros sabores. La fruta se volvió mi mejor amiga. Manzanas, peras, melocotones… Un festival.

Y el pan. El pan sin sal es otro rollo. Parece otro alimento. Más… ¿auténtico? No sé.

Mi madre, que no hacía la dieta, nos preparaba platos separados. Ella con su sal y nosotros… a lo nuestro.

Al final, hasta le cogí el gustillo. Dejé de echar sal a todo y ahora, meses después, sigo con la costumbre. Me he vuelto más sensible a los sabores, creo. O eso me gusta pensar.

Qué se puede comer en una dieta sin sal (resumen):

  • Leche, yogur (naturales, sin azúcar añadido mejor)
  • Carne, pescado, huevos (preparados sin sal)
  • Legumbres, patata, arroz, pasta (cocidos sin sal)
  • Fruta (fresca, al natural)
  • Verdura (fresca, al natural o al vapor sin sal)
  • Aceite de oliva virgen extra

Eso sí, ojo con los productos envasados, muchos llevan sal escondida. Hay que mirar bien las etiquetas, a veces pone “sodio”, que es lo mismo. Yo, por si acaso, lo evito.

Frutas que me salvaron la vida en la dieta:

  • Melón
  • Sandía
  • Plátanos (con moderación)
  • Fresas
  • Cerezas

¿Qué se puede comer que no tenga sal?

Alimentos naturalmente bajos en sodio: La ausencia total de sal es prácticamente imposible en alimentos procesados, pero muchos alimentos frescos la contienen en cantidades insignificantes. ¡Piensa en la paradoja! La naturaleza, tan sabia, nos ofrece opciones naturalmente libres de ese condimento que nosotros mismos añadimos con tanta profusión.

  • Frutas: Manzanas, fresas, naranjas, mangos, plátanos. Incluso algunas frutas secas, siempre y cuando no estén procesadas con sal añadida. Recuerdo una vez que probé unos dátiles orgánicos de mi huerto y ¡eran increíblemente dulces!

  • Verduras: Brócoli, boniato (camote), remolacha (betabel), okra, espinaca, pimientos, zanahorias, edamame. La clave está en consumirlas frescas, sin aderezos procesados. Las verduras congeladas son una opción, siempre y cuando se verifique la ausencia de adición de sal o salsas. De hecho, preparo mis propios purés de verduras congeladas, ¡una verdadera joya gastronómica!

El dilema de la sal: La sal, ese mineral tan elemental, ha sido esencial para la conservación de alimentos durante siglos, y su importancia en la cocina es innegable. Sin embargo, su consumo excesivo está ligado a problemas de salud. Es una reflexión interesante: ¿somos nosotros, o la industria alimentaria, quienes han desequilibrado esta ecuación ancestral?

Consideraciones adicionales: Como anécdota personal, durante mi último ayuno intermitente, descubrí la sorprendente dulzura de ciertas frutas y verduras sin la interferencia de la sal. Es asombroso cómo cambia la percepción del sabor cuando eliminamos un elemento tan fundamental.

  • Productos procesados: ¡Ojo! Aunque la etiqueta indique “sin sal añadida”, revisa los ingredientes. Muchas veces contienen sodio de manera natural (a través de otros conservantes).
  • Agua mineral: El agua embotellada puede tener trazas de sodio. Es mejor optar por agua filtrada o de manantial.
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