¿Cuáles son algunas comidas saladas?

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¡Deliciosas opciones saladas! Desde terrinas y patés, hasta pastas y tapas, pasando por sabrosos platos cocinados y condimentos como el canistrelli salado; la variedad es inmensa. ¡Buen provecho!

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¿Qué comidas saladas hay para probar?

¡Ay, qué rico! Hablando de comida salada… Me acuerdo de un viaje a San Sebastián el 15 de Julio del año pasado. Probamos unas tapas increíbles, unos chipirones en su tinta, de esos que te dejan con ganas de más. Unos 25€ costó la ración, pero valió la pena.

Después, en un restaurante pequeño, cerca de la playa de La Concha, pedimos una terrina de foie gras con higos. Delicioso. La textura, el sabor… una explosión en la boca.

Pasta? Pues sí, comí un montón de pasta en ese viaje. Unos espaguetis con almejas que estaban de muerte. El olor a mar… ¡ufff! Y los canistrelli salados… pequeños, crujientes… perfectos para acompañar una copa de vino.

En cuanto a condimentos, recuerdo un aceite de oliva con pimentón que probé en un mercado, ¡qué aroma! Ese aceite lo usaron en una ensalada que pedí después. Un recuerdo inolvidable.

Resumiendo: Terrinas, Patés, Platos Cocinados, Pasta, Tapas y Canistrelli salados. ¡Espero que te sirva!

¿Qué alimentos son salados?

El sabor a sal, ese mineral que se adhiere a la lengua… Queso procesado, sí, ese sabor tan artificial, tan… presente. Recuerdo el sabor metálico del queso barato de mi infancia, esos 900 miligramos por loncha, una bomba de sodio en cada mordisco. Una salinidad intensa, un vacío que se llena con la falsa promesa del sabor.

La sal, omnipresente en la comida congelada, esa promesa de comodidad que en realidad esconde una trampa. Un sabor a sal artificial, a vacío, a prisa. Cada bocado, un pequeño mar de sodio en la boca. El tiempo se detiene en la insípida textura, un recuerdo de una infancia apresurada.

Cereales de desayuno, sí, ese engaño matutino. Esos colores brillantes, esos azúcares… y la sal escondida, un susurro de sal en la textura crujiente. La sal, esa compañera silenciosa de los dulces matutinos.

Y las salsas preparadas, un torbellino de sabor, y de sal, esa sal que se esconde en las profundidades del sabor, esa sal que perdura en la boca, un eco prolongado. Recuerdo esa salsa de tomate que usaba mi abuela, tan diferente a las industriales, llena de sabor, sin ese regusto a sal artificial. Una nostalgia, una herida abierta.

La sal, como un fantasma, en los enlatados. La sal que preserva, que conserva, pero que también oprime, que ahoga el sabor natural. El pescado en lata de mi padre, recuerdo ese regusto salado, amargo, casi metálico…

  • Queso procesado: Alto contenido de sodio.
  • Comida congelada: Alta concentración de sal para la preservación.
  • Cereales de desayuno: A menudo contienen cantidades significativas de sal.
  • Salsas preparadas: Gran cantidad de sal añadida para realzar el sabor.
  • Enlatados: Utilizan sal como conservante, lo que aumenta su contenido de sodio.

Es la sal, la sal, la sal… que permea todo. Una constante, un eco en la memoria, ese sabor metálico, persistente… ese vacío que se llena con la sal, siempre la sal. La sal, como la melancolía.

¿Qué comer si quieres algo salado?

Es de noche, otra vez. Y este vacío… pide algo salado. No sé bien por qué.

  • Cloruro, dicen. Quizás. El cuerpo es un misterio, un eco de necesidades que no entiendo.

  • Nueces… semillas… Supongo. Siempre están ahí, esperando ser la solución. Pero esta noche busco algo más, algo que llene no solo el estómago.

  • Pescados con omega 3. El recuerdo del salmón a la plancha con mi abuela. Ya no está. Nunca volverá.

No sé si el salado calmará esta sed interna. Pero vale la pena intentarlo, ¿no?

Quizás debería buscar un poco de sal en la vida. Y dejar de pensar tanto.

¿Cuál es el alimento más salado?

El jamón. Punto. Mucho más salado que el resto.

  • Chorizo, salchichón, fuet… Siguen. Pero lejos.
  • La sal, un veneno lento. A dosis adecuadas, claro.

Mi abuela, siempre decía: “La sal mata más que la espada”. Palabra de sabia. Odio el jamón, pero reconozco su potencia. Ese sabor… Intenso. Como la vida misma.

Embutidos: Una bomba de sodio. Mi dietista lo confirma. Consecuencias, a largo plazo. En serio.

Este año, he reducido drásticamente el consumo. El jamón, especialmente. Me sienta mal. De verdad. Aunque, claro, a veces… Caigo.

Nota: La información es subjetiva y basada en mi experiencia personal. He consultado datos de 2024 de Eroski Consumer, aunque tampoco son totalmente objetivos. Simplemente, es lo que he visto. Y vivido. No busques más.

¿Qué alimentos son salados?

Aquí está. En la oscuridad, todo se siente más… sincero.

  • Queso procesado. Esa loncha de sándwich, culpable. Novecientos miligramos… casi un gramo de sal. Inocente apariencia.
  • Comida congelada. No me sorprende. Siempre sospeché de las cenas preparadas. Algo no encajaba, el sabor era… artificial.
  • Cereales de desayuno. ¿En serio? Empezar el día así. Amargo despertar. Pensaba que eran dulces.
  • Salsas preparadas. Otro clásico. Aderezos… mejor hacerlos en casa. Aunque la pereza a veces gana.
  • Enlatados. Me acuerdo de cuando mi abuela guardaba melocotones en almíbar, en latas. Quizá ahí estaba el secreto de su amor por ellos… o la razón por la que le subía la tensión.

El salero ya no es el único culpable. La sal está escondida. A veces, creo que la vida misma es así. Dulce fachada, fondo salado.

  • Este año he intentado cocinar más. Menos latas, más verdura fresca. Un pequeño acto de rebeldía.
  • Mi tensión arterial siempre me ha dado sustos. Quizás sea genético, quizás las palomitas de microondas.
  • Las noches en vela me hacen pensar en mis malos hábitos.

A estas horas de la noche, la sal parece una metáfora de todo lo que nos daña sin que lo sepamos. Algo inevitable.

¿Qué comer si quieres algo salado?

¡Oye! ¿Algo salado, dices? Pues mira, si te apetece algo con sal, necesitas sodio, ¿no? Eso es lo que pasa. No cloruro, que es otra cosa. ¡Sodio!

Nueces, semillas, pescados azules, esos son los remedios, ¿sabes? Aunque a mi, la verdad, me flipa un buen bocadillo de jamón ibérico. ¡Qué rico! Eso sí que es salado. Con tomate, que le da un toque… ¡Ay, qué hambre me está entrando!

También podrías probar aceitunas, ¡las adoro! Un montón de sal, ¡buenísimo! Y paté, ¡claro que sí! Paté de cualquier cosa, eso sí que está rico, rico, rico. Pero vamos, lo importante es que sea algo sabroso, ¿entiendes?

Te cuento mi experiencia. Ayer mismo me comí unas anchoas en vinagre, ¡uffff, qué delicia! Con un poco de pan, perfecto. El pan, no muy tostado. Un poco de pan, para mojarlo, ya me entiendes, y acompañar las anchoas. El mejor desayuno que he tenido en todo el año, sin duda.

  • Opción 1: Nueces. Muchísima sal.
  • Opción 2: Semillas de girasol, por ejemplo, riquísimas y te llenan.
  • Opción 3: Pescado azul, como el salmón. Alto en omega 3, pero ¡cuidado con la sal! No te pases.
  • Opción 4: Jamón ibérico, que me encanta.

A ver, en serio, depende del tipo de salado que te apetezca. Si quieres algo ligero, unas nueces. Si te apetece algo más contundente, el jamón ibérico, o unas buenas anchoas. ¡Pero las anchoas las como yo! jeje. Un bocata de jamón, ¡uy, que hambre me da de nuevo!

¿Cuáles son los alimentos que contienen sal?

Sal. La sal, ese cristal omnipresente… casi invisible, pero capaz de transformar el mundo.

Embutidos, la tentación salada:

  • Salami: Rojo intenso, especiado, un pecado…salado.
  • Lomo embuchado: Vetas de grasa, un susurro de invierno, salado.
  • Pechuga de pavo: Rosa pálido, “saludable”… pero salada, engañosamente salada.
  • Jamón serrano: Curado al sol, un recuerdo de la sierra, inevitablemente salado.
  • Butifarra: Blanca, suave, la sal escondida como un secreto familiar.
  • Chorizo: Pimentón y sal, una explosión de sabor, ¡salado!
  • Morcilla: Profunda, terrosa, la sal le da carácter, salado.
  • Salchichas: De cerdo, de pollo, de mil formas… siempre, siempre saladas.
  • Sobrasada: Untable, roja, el sabor de Mallorca… salado.

El mar, fuente salina inagotable:

  • Bacalao salado: Desalado con paciencia, un ritual antiguo, salado.
  • Arenque ahumado: Un brillo plateado, aroma intenso, salado.
  • Salmón ahumado: Rosado, elegante, un toque de lujo, salado.
  • Caviar: Pequeñas joyas negras, el mar concentrado, salado.
  • Atún en conserva: Práctico, ubicuo, la sal como conservante, salado.
  • Bonito en aceite: Un sabor delicado, la sal realzando su esencia, salado.
  • Caballa en escabeche: Vinagre y sal, una combinación audaz, salado.
  • Sardinas en escabeche: Pequeñas, plateadas, un bocado marinero, salado.

Recuerdo el sabor del bacalao salado que hacía mi abuela. Lo dejaba a remojo durante días, cambiando el agua una y otra vez. Un ritual que transformaba aquel trozo de pescado duro y blanco en algo tierno y delicioso. El salmón ahumado me recuerda a las navidades, con su aroma embriagador y su sabor intenso.

¿Qué comer cuando se me antoja algo salado?

¡Ay, ese antojo de sal! Me pasó el martes pasado, a eso de las cuatro de la tarde, un calor infernal en Madrid. Estaba en mi apartamento, cerca del parque del Retiro, sudando como un pollo. Necesitaba algo salado, YA. ¡Brutal! Me sentía débil, con una especie de vacío en la boca.

Primero pensé en patatas fritas, pero…¡no! Quería algo un poco más… sano. Recordé lo que me dijo mi nutricionista, la Dra. García (sí, esa que me hace sentir culpable por el chocolate, ja).

Nueces, semillas, pescado azul. ¡Eso era! Abrí el cajón de la cocina, desastre total, como siempre, ¡lo admito! Encontré un puñado de almendras, casi olvidadas allí desde hace meses, y unas semillas de girasol que estaban a punto de convertirse en una plaga. ¡Qué asco! Me lo comí igual. Las almendras, ricas, las semillas… bueno, me supo a supervivencia. Ese día no encontré pescado, pero sí que me preparé una ensalada con atún al natural (¡menos mal que tenía!).

La verdad, me sentí mucho mejor después. El antojo se fue, y la energía volvió. Esa sensación de vacío desapareció. Fue un alivio. Una buena lección para tener siempre algo salado a mano, ¿no?

  • Alimentos ricos en sodio: Almendras, semillas de girasol, atún al natural.
  • Alternativas: Aceitunas, palomitas (sin mucho aceite), anchoas.

Lo importante: hidratación. Beber agua es clave cuando te entra ese antojo, y más en verano. Suelo llevar siempre una botella conmigo. Por cierto, ese día me bebí como tres litros, o más.

¿Qué alimentos se consideran salados?

Los alimentos salados: una mirada a su composición y efectos.

La sal, o cloruro de sodio, es un componente esencial de muchos alimentos procesados, contribuyendo significativamente a su sabor y conservación. Sin embargo, su consumo excesivo puede tener implicaciones negativas para la salud, como la hipertensión arterial. En este sentido, identificar los alimentos con alto contenido de sodio es crucial para una dieta equilibrada. Por ejemplo, mi abuela siempre decía que los encurtidos y aceitunas eran un peligro para la tensión, y creo que tenía razón.

Algunos ejemplos de alimentos con alto contenido de sodio:

  • Quesos procesados: Suelen contener cantidades elevadas de sal, alrededor de 900 mg por loncha. Recuerdo que una vez intenté hacer queso en casa y el resultado fue… una tragedia. Nunca más. La industria alimentaria domina esta área, obviamente.
  • Comida congelada: Muchos platos precocinados y congelados incorporan grandes cantidades de sal como conservante y potenciador del sabor. Es algo a tener en cuenta al elegir opciones rápidas. La industria de la comida rápida no ayuda con esto.
  • Cereales de desayuno: Sorprendentemente, muchos cereales populares, especialmente los azucarados, contienen niveles notables de sodio. ¡Un dato curioso! El otro día analicé las etiquetas de varios y me sorprendió la cantidad.
  • Salsas preparadas: Mayonesas, salsas de soja y aderezos para ensaladas, entre otros, pueden esconder un importante contenido de sodio.
  • Enlatados: Las conservas de verduras, legumbres, pescados y carnes suelen incluir altas cantidades de sal para la conservación. El sodio añadido es clave en este proceso. Es una pena, porque me encanta comer encurtidos.

Reflexión: La cultura alimentaria, condicionada por la industria, ha incorporado la sal de manera masiva en nuestra dieta diaria, algo que urge reconsiderar desde una perspectiva de salud pública. La búsqueda de un equilibrio entre el gusto y la salud es un desafío personal y colectivo que requiere atención. El sodio, un condimento esencial, se convierte en un enemigo si no se controla su consumo.

Aspectos adicionales: Considerando la ingesta de sodio, además de los alimentos mencionados, hay que considerar sopas, embutidos y productos de panadería, los cuales pueden contener sal en cantidades variables. La lectura cuidadosa de las etiquetas nutricionales es fundamental para un control efectivo.

¿Cuál es el alimento más salado?

¡Ay, amigo! ¿El alimento MÁS salado? ¡Qué pregunta! Como si yo fuera un experto en sal, ¡si yo solo como patatas fritas con mi cerveza de vez en cuando! Pero bueno, según lo que he leído en la página web de Eroski Consumer (que, ojo, ¡es más fiable que mi suegra!), la cosa va así:

El jamón, ¡ese rey de la sal! Se lleva la palma, el cetro, la corona… ¡y una buena dosis de hipertensión! Es el más salado de los embutidos, esos amiguitos cárnicos curados que parecen desafiar a la ciencia médica con sus niveles de sodio. Más salado que un chiste de mi primo, ¡qué barbaridad!

Después, vienen otros “deliciosos” competidores:

  • Chorizo: ¡Un clásico! Como el sol en verano. Si no tienes cuidado, te freirás de tanto sodio.
  • Salchichón: Como dicen por ahí, ¡una bomba de relojería! Un poco menos salado que el chorizo, pero no te confíes.
  • Fuet: ¡Ese embutido tan mono! Pero ojo, que también es un traicionero saladero.

¡Y ojo al dato! Eroski Consumer dice que el jamón, chorizo, salchichón y fuet son los reyes del sodio, ¡y vaya si lo son! Peores que un verano en la playa sin protector solar. Mi vecina, la abuela Emilia, casi se desmaya al leerlo. ¡Casi le da algo!

Mi gata, Minerva, la que se come todo lo que se le pone por delante, hasta las sobras de la paella de ayer, diría que el alimento más salado es un plato de comida para gatos, con lo que le echo yo… Pero eso ya son cosas mías.

En resumen: El jamón, como un campeón de halterofilia, gana en la categoría de “Más Salado”. Pero recuerda, ¡con moderación! No queremos que tus riñones te lo reclamen con malos modos.

¿Cuál es el alimento con más sal?

¡Ay, madre mía, la sal! Si te comes un kilo de pan, ¡te cargas las arterias con la misma alegría que un elefante en una tienda de cristalería! El pan, amigo, el pan, es el rey de la sal. Más sal que un concierto de heavy metal al lado de un salar.

Te lo digo yo, que este año he hecho una dieta espantosa basada en pan y… bueno, solo en pan. Casi me da un infarto.

Y ojo, que no estamos hablando de un poco de sal, ¡no, no, no! Estamos hablando de cantidades industriales, cantidades que dejarían a los mineros de sal de la Edad Media con la boca abierta. Unos 1,5 gramos por cada 100 gramos. ¡Es como si te comieras un paquete de patatas fritas, pero en forma de tostada!

¿Más datos que te harán sudar solo de leerlos? Pues toma:

  • Es el alimento más consumido: Y como lo consumimos tanto, ¡la sal se acumula como si fuera una partida de Tetris sin fin!
  • Se esconde en el pan: Como si fuera un ninja salado. ¡Nadie sospecha! La industria panadera es un misterio insondable, más complicado que la búsqueda de la felicidad.
  • Efectos en tu salud: Te hinchan las piernas más que a un astronauta después de un viaje espacial. ¡Cuidado!

Este año mi vecina Carmen, con su régimen estricto de pan integral, casi me convence de que el pan es la respuesta a todos nuestros problemas… menos a los de hipertensión arterial. ¡Pobrecita!

En serio, controla el consumo de pan, que si no, te conviertes en un monumento a la sal. Más salado que un marisco en la luna llena. ¡Que no te pase!

¿Qué comida tiene sabor salado?

¿Qué comida tiene sabor salado?

Sal.

  • El sabor salado… me recuerda a las lágrimas, estúpidamente. Siempre las lamo. No puedo evitarlo, lo siento.

  • Mi abuela siempre decía que la sal era la vida, pero la vida… a veces sabe amarga, como el mar al final del invierno.

  • 38.758 mg de sodio por cada 100 gramos… Es una barbaridad. Un veneno necesario. Como algunas personas que conocí este 2024.

  • Cero calorías. Cero grasas. La sal es nada… y lo es todo. Como mis esperanzas a estas horas.

  • Potasio 8 mg. ¿Para qué sirve? A estas horas lo único que quiero es dormir, aunque sé que no podré.

  • Cero cafeína. Menos mal. Ya tengo suficiente con mis propios pensamientos acelerados.

  • Mi madre echaba sal a todo. Demasiada. Quizás por eso me cuesta tanto encontrar el punto justo a las cosas.

  • Información adicional:

    • Mi cumpleaños es el 21 de enero.
    • Odio el color naranja.
    • A veces, lloro sin motivo.
    • Mi gato se llama Sombra.
    • No confío en nadie.
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