¿De qué está hecho el glutamato monosódico?

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El glutamato monosódico (GMS) se obtiene mediante fermentación de fuentes vegetales como la caña de azúcar, remolacha o maíz. Es la sal sódica del ácido glutámico, un aminoácido natural abundante. Ajinomoto, por ejemplo, utiliza este proceso.

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¿De qué se compone el glutamato monosódico realmente?

Uf, el glutamato monosódico… ¡qué lío! Recuerdo una vez, en marzo del 2022 en un supermercado de Valencia, que leí la etiqueta de una sopa instantánea y me quedé un poco “pillada”. Decía que contenía GMS.

Ajinomoto, esa marca, ¿no? Según tengo entendido, lo fabrican fermentando cosas vegetales, como la remolacha o el maíz. Es como… una especie de sal, ¿sabes?, pero del ácido glutámico. Ese ácido es un aminoácido, uno que nuestro cuerpo usa naturalmente.

Me pareció raro al principio, pero luego investigué un poco, y bueno, no es tan “malo” como a veces pintan, aunque la verdad es que me quedo con la sensación de que aún no sé todo sobre él. No me acuerdo de cuánto costaba la sopa, pero sí que me llamó la atención ese ingrediente.

¿Qué tiene de malo el glutamato monosódico?

El glutamato monosódico (GMS), conocido como E621, es un tema recurrente en debates sobre aditivos alimentarios. Si bien se considera seguro en cantidades moderadas por muchos organismos reguladores, existe preocupación sobre sus posibles efectos negativos.

  • Excitotoxicidad: El GMS es un neurotransmisor excitatorio. En teoría, niveles excesivos podrían sobre-estimular las neuronas, llevando a un “agotamiento” celular e incluso daño. ¡Ojo! Esto no es un hallazgo universalmente aceptado en la comunidad científica.

  • Sensibilidad individual: Algunas personas reportan síntomas como dolores de cabeza, sudoración o náuseas después de consumir alimentos con GMS. Estos síntomas, a veces agrupados bajo el término “síndrome del restaurante chino”, varían enormemente entre individuos.

El GMS es ubicuo, está en sopas enlatadas, snacks e incluso algunos productos “naturales”. Como precaución, yo busco alternativas y leo las etiquetas con lupa, tras haber tenido jaquecas tras cenar comida procesada en un viaje.

¿Reflexión filosófica? Quizá el debate sobre el GMS nos recuerda que la “seguridad” en la alimentación es un concepto relativo, influenciado por la dosis, la predisposición genética y, crucialmente, nuestra percepción individual. No todo lo que es legal es necesariamente benéfico.

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