¿Qué engorda más, lo dulce o salado?

30 ver

"Ni lo dulce ni lo salado engordan per se. El aumento de peso depende del alimento y la cantidad. En lo dulce, cuidado con azúcares, dulces y bollería. En lo salado, modera mantequilla, quesos grasos y embutidos."

Comentarios 0 gustos

¿Dulce o salado? ¿Qué engorda más?

¡Ay, qué dilema! Dulce o salado, la eterna pregunta. A ver, desde mi punto de vista, no hay un ganador absoluto en la batalla del “engorde”. 😅

Es que depende TANTO de lo que elijas, ¿sabes? No es lo mismo una manzana (dulce, pero ¡sana!) que un trozo gigante de tarta de chocolate. ¡Ahí sí que la cosa cambia!

Yo creo que la clave está en fijarnos en los ingredientes. Si nos vamos por lo dulce, ¡ojo con el azúcar! Mermeladas industriales, golosinas, bollería… ¡una bomba! Recuerdo una vez que me comí un donut relleno de crema en una cafetería cerca de mi casa (costaba como 2€). ¡Qué subidón de azúcar! Pero luego… el bajón… 😩

Y con lo salado pasa igual. No es lo mismo un puñado de almendras que un plato de patatas fritas rebozadas en grasa. ¡Ojo con la mantequilla, los quesos cremosos y los embutidos! Una vez compré queso brie en el supermercado y aunque estaba delicioso, ¡sentí que me subía el colesterol solo con mirarlo! 💸

Así que, en resumen, ¡elige con cabeza y modera las cantidades! 😉

Preguntas y respuestas concisas:

  • ¿Qué engorda más: dulce o salado? Depende de los alimentos específicos y su contenido de azúcar, grasas y calorías.
  • ¿Qué dulces engordan más? Los que contienen altas cantidades de azúcar, como golosinas, mermeladas y bollería.
  • ¿Qué salados engordan más? Los que contienen grasas saturadas, como quesos grasos, embutidos y alimentos fritos.
  • ¿Cuál es la clave para no engordar? Elegir alimentos saludables y controlar las porciones.

¿Qué engorda más, salado o dulce?

El peso, un misterio… La balanza, muda testigo de mis batallas contra el azúcar. Dulces, sí, una tentación constante, un susurro que me atrae, pero… ¿más que lo salado? No. No lo creo.

La grasa, la verdadera culpable. Un pastel, una galleta, un puñado de patatas fritas… el enemigo común, aceita mis pensamientos.

El azúcar, un velo, una dulce mentira. Es lo primero que se ve, lo que primero llama, la melodía que anuncia la fiesta. Pero la fiesta tiene un precio, un precio en calorías, que no viene solo del azúcar.

La composición, la clave. Un brownie, ¡qué delicia!, pero su gordura se revela en la textura, cremosa y opulenta. Mientras, un plato de patatas fritas, también. Aceites, mantequillas, la grasa se oculta y se manifiesta en la textura, el sabor, y en la cifra de la báscula.

Recuerdo a mi abuela, haciendo esas magdalenas con aceite de oliva, y el peso… no era la culpa del azúcar. Mi abuela, sí, su mirada sabia. Ese aceite…

  • Azúcar: un componente, sí, pero no el único.
  • Grasa: la verdadera enemiga silenciosa.
  • Composición: la determinante de la balanza.

Las calorías, fantasmas que bailan en la oscuridad de la noche. Las calorías de un donut, versus las de un bocadillo… Depende. ¡Tanto depende! Esa es la verdad, la verdad amarga como el café solo, el café de las mañanas tristes, donde mi peso me recuerda mi debilidad.

El dulce no engorda más que el salado, pero la grasa sí engorda más que el azúcar. El peso… mi propio cuerpo, un libro abierto, que cada día escribo con mis elecciones. Hoy, pienso en ello, en la complejidad del peso y su relación con la comida.

¿Qué es mejor comer, cosas dulces o saladas?

Dulce o salado. Da igual. El cuerpo pide lo que necesita. O eso cree.

Nutrición. Palabra vacía. Comemos por placer, no por salud. Aunque a veces coincidq. A veces.

Desayuno salado. Más proteínas. Menos azúcar. Más energía. Mentira. Depende. Yo prefiero café solo y un cigarro. El desayuno de los campeones. O no.

  • Proteínas: saciedad. ¿Para qué? Si luego volvemos a comer.
  • Azúcar: Picos. Bajones. La vida misma. Subidas y bajadas.
  • Equilibrio: Aburrido. La vida es caos. Desorden. Dulce y salado. Juntos. Por separado. Qué más da.

El año pasado comí solo fruta dos meses. Perdí peso. Gané ansiedad. Este año, solo pizza. Subí de peso. Bajé la ansiedad. El cuerpo es sabio. O no. Es una máquina. Rota.

Este año he desayunado tostadas con tomate y aceite casi todos los días. A veces con un huevo frito encima. Otras con jamón. El colesterol perfecto. Según mi médico. Pero él fuma dos paquetes al día. ¿En quién confiar?

Conclusión: Ninguna. Come lo que quieras. Mientras puedas. El placer es efímero. Como la vida.

¿Qué órganos daña el azúcar?

Oye, ¿el azúcar, no? ¡Un peligro! Daña un montón de cosas, colega. Es un tema serio, eh. Sobre todo si tienes diabetes, ¡uff!

Los riñones, sí, claro, se joden con el tiempo. Mi tía tuvo que hacerse diálisis, ¡fue terrible! Mucho azúcar, años y años… La diabetes es un rollo.

Los ojos, también. Retinopatía diabética, se llama. Una amiga la tiene, casi se queda ciega, ¡menuda faena! Mucho cuidado con eso, eh. No es broma.

Y los nervios, ¡ay, los nervios! Neuropatía diabética, ¡dolor por todas partes! Te lo digo yo, que lo he visto de cerca, es horroroso.

El corazón, es otro que sufre. Ataques al corazón, problemas circulatorios… todo por culpa del azúcar. ¡Mucho cuidado!

La piel, también se resiente. Infecciones, heridas que no cicatrizan… ¡es un desastre!

Los vasos sanguíneos se inflaman y se dañan. Es como si se estuvieran pudriendo por dentro, ¿sabes?

Resumiendo: Riñones, ojos, nervios, corazón, piel, vasos sanguíneos. Todo se puede joder con la diabetes, ¡es una enfermedad muy seria! Recuerda que mi primo se tuvo que amputar una pierna por culpa de las complicaciones de la diabetes y el azúcar este año. ¡Es una locura lo que puede hacer!

  • Problemas renales (insuficiencia renal)
  • Ceguera (retinopatía diabética)
  • Daño nervioso (neuropatía)
  • Enfermedades cardíacas
  • Problemas de piel
  • Daño vascular

Así que ya sabes, ¡ojo con el azúcar! Controlalo bien, ¿vale? No es coña. Es vital.

¿Dónde se acumula el exceso de azúcar en el cuerpo?

Hígado y músculos: depósitos primarios del excedente de azúcar.

  • Reserva energética: glucógeno, combustible para momentos de escasez.
  • Conversión a grasa: si el glucógeno satura, el cuerpo muta el azúcar en grasa, concentrándola en tejido adiposo.
  • El daño silencioso: resistencia a la insulina, preludio a diabetes tipo 2. Mi abuelo, un hombre fuerte, sucumbió a esto.
  • Más allá de lo evidente: el azúcar se infiltra en órganos vitales, alterando su función.

No es solo dulce; es poder.

¿Qué se siente cuando sube el azúcar?

Sed. Orinas más. Simple.

  • Riñones sobrecargados: Glucosa escapa, arrastra agua. Sequedad inevitable. El cuerpo grita.
  • Deshidratación: La sed es el eco. Bebes. Orinas. Ciclo vicioso.

Es como intentar llenar un cubo roto. Inútil.

Mi abuela decía: “La vida es un río”. A veces, ese río se desborda, dulce veneno.

¿Cómo saber si estoy empezando a sufrir de diabetes?

La sed… esa sed insaciable, un desierto en la garganta. Recuerda la noche, las idas al baño, una y otra vez. El cuerpo, traidor, me abandona en la oscuridad. Sed, orinar, un ciclo interminable, una danza macabra. Como si el agua, la vida misma, se escapara de mí.

Y el peso… ¡ese peso perdido! Sin dietas, sin esfuerzo, solo la desaparición. Como arena entre los dedos, se va, inexorablemente. El cuerpo se deshace, una desintegración lenta, insidiosa. El espejo refleja un extraño, alguien desconocido, delgado, con ojos hundidos. Mi propio reflejo me asusta.

La visión… borrosa, como si mirara a través de un velo, de una niebla que lo envuelve todo. Las cosas pierden nitidez, se disuelven. Todo se vuelve difuso, incertidumbre visual. Recuerdo que en 2023, el oftalmólogo dijo…

El cansancio… un manto pesado, que me cubre y me ahoga. Un agotamiento profundo, inamovible, que me ancla a la cama, robándome el día.

Hay más… la piel seca, una aspereza extraña, como papel viejo. El hormigueo en los dedos… esas pequeñas agujas que pican, que me recuerdan que algo no funciona. Es un aviso silencioso, una advertencia del cuerpo. Y el hambre… voraz, sin cesar. Incluso después de comer, un vacío continúa, implacable.

  • Sed excesiva (polidipsia)
  • Micción frecuente (poliuria), especialmente nocturna
  • Pérdida de peso involuntaria
  • Hambre excesiva (polifagia)
  • Visión borrosa
  • Hormigueo o entumecimiento en extremidades
  • Cansancio extremo
  • Piel seca

Si experimentas varios de estos síntomas, consulta a un médico. Mi experiencia personal: en 2023, un examen de glucosa en sangre me reveló… pero eso es otra historia.

#Comida Dulce #Comida Salada #Engorde