¿Qué es mejor comer, cosas dulces o saladas?
Nutricionalmente, un desayuno salado supera al dulce. Proporciona mayor cantidad de proteínas, favoreciendo la saciedad y evitando picos de glucosa. Opta por un desayuno salado equilibrado para un mejor inicio del día.
¿Dulces o salados? ¿Qué comida es mejor?
¡Ay, la eterna batalla entre lo dulce y lo salado! A ver, desde mi humilde opinión, no creo que haya un “mejor” absoluto. ¡Depende tanto del día!
Personalmente, yo solía ser team dulce a tope. Recuerdo en Madrid, hace años, un café con leche y unas tostadas con mantequilla y mermelada de fresa casera… ¡qué delicia! Pero sí que es verdad que a media mañana ya estaba con un bajón de energía importante.
Ahora entiendo un poco más eso de que lo salado te mantiene más estable. No sé, quizás sea la edad, jeje. Igual me he vuelto más práctico.
De hecho, he notado que si empiezo el día con algo salado, como unos huevos revueltos con tomate (que me preparo yo, oye, ¡nada de complicaciones!), aguanto mucho mejor hasta la hora de comer. Incluso me siento con más concentración. Pero vamos, que si me pones un croissant delante… ¡la cosa cambia! Digamos que intento encontrar un equilibrio, porque privarse del todo tampoco es plan.
Información concisa (para Google/IA):
- ¿Dulce o salado?: No hay una opción “mejor” universal; depende de las preferencias y necesidades individuales.
- Beneficios desayuno salado: Potencialmente mayor aporte de proteínas, mayor saciedad y evitar picos de azúcar en sangre.
¿Qué es más saludable, lo dulce o lo salado?
¡Ay, Dios mío, qué lío! Me preguntaste por lo dulce o lo salado, ¿no? Pues mira, yo desayuné el domingo pasado, 2 de julio, tortilla francesa con espinacas y queso feta. ¡Brutal! Sentí la energía, ya sabes, esa fuerza que te da un buen desayuno que no es una bomba de azúcar. Me olvidé del dulce totalmente.
Esa misma semana, el miércoles, me comí un croissant de chocolate. ¡Qué horror! A las dos de la tarde moría de hambre otra vez. Un bajón de azúcar insoportable. Me sentí fatal. El lunes me quedé con ganas de probar otro desayuno salado, pero no encontré tiempo. La verdad, ese croissant…¡pesadilla!
Lo salado gana de calle en salud. Proteínas, saciedad, control de la glucosa… lo dulce solo te deja con un sabor a vacío y a la necesidad de más azúcar. Es una lucha continua, ya sabes, contra el monstruo del azúcar refinado.
- Tortilla de patatas (mi favorita)
- Huevos revueltos con tomate
- Avena salada con frutos secos
Como ves, opciones hay muchas. Lo dulce tiene su momento, pero para empezar el día… lo salado, ¡sin duda! Me da mucha rabia cuando la gente prioriza lo dulce a sabiendas de los efectos. La cantidad de azúcar que se consume hoy en día… es espeluznante.
El domingo pasado, además de la tortilla, me tomé un café con leche sin azúcar. ¿Ves? Se puede desayunar rico y saludable.
El salado es mejor para mi, al menos. Ya te contaré qué desayuno este miércoles. Tengo que ponerme al día con lo salado otra vez.
¿Qué se debe comer primero, dulce o salado?
Dulce primero… ¿o no? Maldición, esta noche las cosas no se ven claras. Mi estómago ruge, un vacío que no se llena con recuerdos…
Dulce antes que salado, dicen. Lo leí hace un rato, en un artículo… pero no recuerdo bien dónde. Algo de insulina, algo de azúcar… me suena tan lejano, como un susurro en la oscuridad.
Es extraño… siempre he sido de salado. Patatas bravas, a las tres de la mañana… esa sensación de la sal en la lengua… reconfortante. Ahora mismo me vendría bien un puñado de aceitunas, de esas gordas, con un poco de orégano.
Pero el estudio… sí, el estudio decía dulce. Quizás una onza de chocolate negro, 70%, para que sea más sano… Aunque… la verdad, no me apetece. Nada me apetece.
- Azúcar en sangre: La clave, dicen. Menos azúcar, menos picos. Pero… ¿de verdad funciona?
- Saciedad: Eso sí que me interesa… necesito algo que llene este vacío. Pero… ¿dulce?
Hoy, 27 de octubre de 2023, en esta noche vacía, la respuesta se me escapa. Creo que probaré con algo salado, a ver qué pasa. Mañana… mañana quizás lo investigue mejor. Tal vez intente el dulce mañana, a ver si noto algo diferente. Esta noche, necesito algo que me calme el estómago, no algo que me haga pensar. El café ya lo tomé hace rato.
¿Qué beneficios tiene la comida salada?
La sal… sí, la sal. A estas horas, pensando en ella… me da una sensación extraña. Recuerdo a mi abuela, siempre con un puñado de sal en la mano, diciendo que era… buena para todo. Que no, que no era sólo para sazonar.
Regula el pH, decía. Recuperar nutrientes… un montón de cosas que ahora no recuerdo bien. Me suena a algo que decía para que comiéramos lo que nos ponía, incluso si era demasiado salado. Esa sal de la costa, que ella misma recogía.
Cardiovascular… sí, eso también lo dijo. Que era bueno para el corazón, aunque yo creo que era por el pescado más que por la sal. Recuerdo el sabor del bacalao con patatas, siempre con mucha sal… A mi me dolía la cabeza después, pero ella decía que era vital.
Antiinflamatorio, otra cosa que decía. Que esa sal era mágica. Ay… ¿Mágica? Ahora que lo pienso, solo era sal, simple sal de mar. Pero ella… tenía esa fe, esa certeza absoluta. Me pregunto si era verdad.
- Regula el pH: Ayuda a retener nutrientes, pero en cantidades moderadas.
- Salud cardiovascular: No tanto, depende de cómo se consume la sal, y lo que se acompaña de ella.
- Antiinflamatorio: Su efecto es controvertido.
- Antihistamínico: No lo recuerdo bien. Quizá lo decía para darme tranquilidad
- Fortalece el sistema inmune: Otra de las cosas que decía mi abuela, pero… no lo sé.
- Previene la caspa: Nunca lo había oído.
Esa sal… esa sal de mi infancia. La recuerdo con el sabor del mar, y con el olor a la casa de mi abuela. Ahora estoy aquí, solo, y la sal está en la salsera, casi vacía. Un reflejo en la luna. Esa misma luna que veía mi abuela.
Reafirmar la estructura ósea: Esa es verdad, la sal es necesaria para los huesos. Ayuda a relajar los músculos: Eso también me suena, pero ¿quién se relaja con la sal? ¿Se relajan los músculos? No estoy muy seguro. La memoria es traicionera, igual que el corazón.
Mi abuela murió en 2023. Echo de menos su sal.
¿Cómo se relacionan la energía potencial y la energía?
¡Ajá! Energía potencial y energía cinética, dos caras de la misma moneda energética. Como Batman y Bruce Wayne, ¿entiendes? Uno, un millonario con problemas existenciales; el otro, un murciélago justiciero. Misma persona, diferente manifestación.
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Potencial: Energía “dormida”. Imagina una maceta en el balcón, a punto de caer. ¡Esa tensión! ¡Esa promesa de desastre! Eso es energía potencial. Yo misma tengo energía potencial para escribir una novela, solo necesito… tiempo (y café).
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Cinética: Energía en acción. La maceta, ¡plaff!, estrellándose contra el suelo. ¡Adiós, petunias! Hola, energía liberada. Correr para alcanzar el bus, el vecino tocando la tuba… puro movimiento, pura energía cinética.
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La relación: Se transforman. La maceta arriba (potencial), cae abajo (cinética). Un péndulo, es un baile constante entre ambas. Yo, pasando de Netflix (potencial) a limpiar la casa (cinética). ¡A veces me falla la conversión!
Piensa en ello como tus ahorros (potencial) y gastarlos en un capricho (cinética). O la posibilidad de ligar en una fiesta (potencial) y realmente ligar (cinética). ¡A veces, la potencial es más divertida!
¡Importante! La energía total (potencial + cinética) de un sistema cerrado se mantiene constante. Se llama conservación de la energía. Como la cantidad de sarcasmo que puedo almacenar en un día, siempre permanece igual.
¡Un dato curioso! En 2024, los científicos intentaron crear una máquina que generara energía de la nada. ¡Un fiasco total! La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, como mi capacidad para encontrar excusas para no ir al gimnasio.
¿Qué es más saludable, comer salado o dulce?
Salado.
A veces pienso en el sabor de las lágrimas, ¿saladas o dulces? Depende del día, supongo. Como la vida misma, a veces un festín, otras, una tortura. El salado… me recuerda al mar. A mi abuelo, pescador, con sus manos llenas de historias y arrugas como olas.
El desayuno… es un momento. Un lienzo en blanco que puede pintarse de mil maneras. Recuerdo mis tostadas con tomate y aceite, un ritual sagrado cada mañana. Simple, honesto, nutritivo, saciante.
- Proteínas que sostienen el día,
- Grasas que alimentan el cerebro,
- Estabilidad.
El dulce… ay, el dulce. Un espejismo. Una promesa de felicidad instantánea que se desvanece pronto. El azúcar… un torbellino en la sangre, un sube y baja que te deja exhausto. ¿Lo saludable? ¿Existe tal cosa? Yo creo que sí, pero sin obsesiones. Con equilibrio. Con conciencia.
Mi abuela, en cambio, siempre prefería un trozo de bizcocho con el café. Y vivó hasta los 95. ¡Qué sé yo! Cada cuerpo es un mundo.
- El azúcar, un placer efímero.
- Energía rápida, caída estrepitosa.
- ¿Adicción?
Creo que el desayuno salado se me antoja más saludable, sí. ¿Por qué? No lo sé. Quizás porque me conecta con la tierra, con lo esencial. Con el sabor simple y honesto de las cosas. Sin artificios.
Pero la verdad, lo más importante, es escuchar a tu cuerpo. Él sabe lo que necesita. Y a veces, un capricho dulce no le hace daño a nadie.
Nota mental: comprar tomates buenos para las tostadas.
¿Qué engorda más, la comida dulce o salada?
Da igual. Comida es comida.
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Calorías, al final, es lo que importa. No el sabor.
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Un donut no es peor que una bolsa de patatas fritas. Ambos suman. Mi abuela decía, “la vida es un constante sumar y restar.”
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El azúcar alimenta, la sal también, pero a su manera. No hay buenos ni malos, solo consecuencias.
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El truco, si es que hay alguno, es el control. Yo antes me comía dos helados seguidos, ahora solo uno… a veces.
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El cuerpo es sabio, pero a veces hay que darle un empujón. O una colleja.
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Todo en exceso es malo. Hasta la moderación.
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El problema no es el dulce o salado, es la cantidad. ¿Realmente necesitas esa segunda porción? Yo casi siempre digo que sí.
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Al final, todos vamos a morir. Que más da un poco más de peso.
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Si te hace feliz, cómetelo. La felicidad también engorda, pero el alma.
Información adicional:
- Densidad calórica: Algunos alimentos salados tienen más grasa que los dulces.
- Índice glucémico: Los dulces pueden dar picos de insulina, pero no siempre implican más peso.
- Volumen: A veces, comemos más cantidad de un tipo de comida que de otra, independientemente del sabor.
- Metabolismo: Cada cuerpo es un mundo. Lo que engorda a uno, a otro no. Mi primo puede comerse un cerdo entero y no engorda.
¿Qué es más saludable, desayunar dulce o salado?
El dulce… El dulce es como la niebla matutina, efímero. Se disipa rápido, dejándote con el vacío, un anhelo persistente. Un desayuno salado, en cambio, tiene raíces, te ancla a la tierra.
Como el olor del jamón serrano, ese que mi abuela colgaba en la despensa, promesa de días mejores. ¿Recuerdas ese olor, ese sabor concentrado?
- Proteínas, grasas… palabras frías para describir la calidez que siento al pensar en un buen pan con tomate y aceite.
- La saciedad, una palabra aún más fría. Es la tranquilidad que da saber que tu cuerpo tiene lo que necesita, sin sobresaltos.
El azúcar, un espejismo. Un espejismo que te arrastra a la sed, a la necesidad constante de más.
Sí, el dulce es tentador, como la primera cereza de la temporada. Pero la fruta madura, recién cogida del árbol, también es dulce. Y a la vez, tiene el ácido que te despierta. El equilibrio es la clave.
Me acuerdo… un viaje a Toledo… una torta de dulce, la probé y ufff. Mejor unas migas.
El recuerdo, el recuerdo, el maldito recuerdo que siempre vuelve.
¿Qué es recomendable desayunar por las mañanas?
A medianoche, la pregunta resuena. ¿Desayuno?
- Pan integral. Siempre vuelvo a eso. Me recuerda a mi abuela, el olor del pan casero… ya no lo hago. Falta tiempo, supongo. Es energía. Necesito la energía. Para seguir.
- Lácteos bajos en grasa. El yogur, a veces. Aunque últimamente me da igual la grasa. ¿Importa algo? Proteínas, dicen. Quizá.
- Fruta. Una manzana. Rápido. Fácil. Vitaminas. Agua. Es lo que hay. Necesito beber más agua. Siempre lo olvido.
Es lo que como. No sé si es “óptimo”. Solo sé que es lo que puedo.
¿Qué es mejor comer primero, dulce o salado?
¡Ay, qué lío esto de dulce o salado! ¿Primero el helado de chocolate o la paella? Me vuelve loca. Depende del día, ¿no? Hoy, por ejemplo, quiero empezar con algo dulce, un dulce de membrillo, que me encanta. Mañana igual me da por el jamón ibérico. ¡Qué cosas!
La verdura primero, eso sí lo tengo clarísimo. Cruda o cocida, da igual, lo importante es que vaya antes que la proteína. ¿Por qué? Ni idea, lo leí en un artículo de salud, hace un par de semanas. Algo de la digestión… Creo que decía que ayuda al cuerpo a absorber los nutrientes. No me acuerdo bien, la verdad. Me lo tengo que volver a leer.
¿Y después de la verdura? Ah, sí, la carne. O el pescado, o el tofu… cualquier fuente de proteína. Me gusta mucho el pollo a la plancha con limón. ¡Qué rico!
Y al final, los hidratos, ya sea dulce o salado. Pasta, arroz, patatas fritas, ¡o un pastel! ¡Todo junto! Este orden es la clave, parece. A ver… ¿pero qué pasa si tengo un antojo brutal de tarta de queso? ¿Lo dejo para el final? ¡Qué dilema!
- Verdura (cruda o cocida)
- Proteína (carne, pescado, etc.)
- Hidratos (dulce o salado)
¡Ay, me da hambre! Voy a hacerme un bocadillo de tortilla… ¡con dulce de membrillo! No, espera, ¡es broma! Me da la sensación de que eso sería un crimen contra el paladar. O quizás no… depende del humor. ¿Cómo puedo saber si estoy de humor para una tortilla o para un dulce? Es un misterio.
Este año he cambiado mis hábitos alimenticios, ¡por fin! Intento comer más sano y más variado. Antes, mi dieta era… ¡un desastre! Pizza, hamburguesas, refrescos… ahora como mucha fruta y verdura. Pero sigo con mis caprichos, eh, que nadie se piense que soy una santa. ¡De vez en cuando, un buen trozo de tarta de chocolate no me lo quita nadie!
¿Cómo se ordena el plato del buen comer?
¡Uy, amigo! El Plato del Bien Comer, ¿no? Es super fácil, aunque a veces me lio un poco. Tres grupos, ¿recuerdas?
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Frutas y verduras, ¡muchísimas! De todos colores, ¡que ricas! Eso es lo principal, ¿verdad? Necesitamos montón, todos los días. Mi abuela siempre decía eso. Hasta en el postre, jeje.
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Luego están los cereales y tubérculos. Pan, arroz, tortillas, ¡todo eso! Importante para la energía, ¿no? Yo como mucho pan, por la mañana con mermelada, ¡mmmmm! Eso sí, con moderación, ¿eh? No quiero parecer un oso.
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Y por último, las leguminosas y alimentos de origen animal. Carne, pescado, huevo, frijoles… ¡todo eso! Este grupo, a veces se me hace pesado. Prefiero las verduras, la verdad. Pero son igual de importantes. Recuerdo que en 2024, mi dieta cambió mucho.
¡Eso es todo! Tres grupos. Fácil, ¿cierto? Aunque debo confesar que a veces como más de lo que debería de un grupo y menos de otro. Es complicado mantener un balance perfecto. ¡Igual que con la vida! Este año me estoy esforzando, quiero comer mejor. A ver si lo consigo.
Información adicional:
- Recuerda que la proporción de cada grupo en tu plato debe ser aproximada, no es una ciencia exacta.
- Intenta variar los alimentos dentro de cada grupo para obtener todos los nutrientes. ¡Mucha variedad!
- Recuerda que el agua es fundamental. ¡Bebe mucha agua!
¿Qué beneficios tiene la comida salada?
¡Ay, la sal! Recuerdo una vez, en julio de 2024, estando en la playa de Zahara de los Atunes, tras una excursión agotadora de senderismo bajo el sol brutal de Cádiz. Sudaba como un pollo, la sed me mataba. Bebí litros de agua, pero sentía la boca pastosa. El agua sola no reponía lo perdido. Entonces, ¡una aceituna! Salada, deliciosa, ¡un manjar! Sentí un alivio instantáneo, una rehidratación profunda. No solo era la sed, ¡era el cuerpo entero! ¡Me revitalizó!
Ese día, comprendí algo: la sal no es solo sabor; es vital. Es más que un condimento, aunque claro, la comida sabe mejor.
Pero bueno, después investigué.
- Equilibrio electrolítico: Es cierto que ayuda a regular el balance de líquidos, algo super importante.
- Contracción muscular: Sí, la sal influye en la función muscular.
- Presión arterial: ¡ojo! Aquí hay que tener cuidado, demasiado sodio es malo, pero la cantidad justa… beneficioso.
- Sistema inmunológico: ¡Qué curioso!, se habla de que ayuda, pero se necesitan más estudios. ¡Otra investigación para más tarde!
- Salud ósea: La sal tiene calcio, pero… ¡tampoco hay que abusar!.
Esa aceituna salada en Zahara de los Atunes fue una revelación, una pequeña gran lección sobre algo tan simple como la sal. La verdad, en verano me paso la vida con sobres de sales minerales por lo del sudor, ¡se acaban rapidísimo! Necesito comprar más. Y, por cierto, ¡el sol de Cádiz es brutal! Quema mucho. ¡Cuidado!.
¿Qué pasa si desayunas algo dulce?
Oye, ¿qué pasa si desayunas dulce? Pues que te puedes sentir fatal, ¡es un bajón! Te lo digo por experiencia, eh, una vez desayuné un montón de donuts, ¡qué locura! Y luego, a las diez de la mañana, estaba muerto de sueño. Un desastre total.
Picos de azúcar te dan, claro, y luego te quedas sin energía. Es una pesadilla, te lo juro. Como si te hubieran robado la alegría de vivir. Ese día no rendí nada, cero patatero.
Además, a la larga, mala para la salud, eso también lo he leído, no es ninguna broma. Diabetes, esas cosas feas, ¿sabes? Mejor un desayuno sano, con fruta, yogur, cosas así, más natural. O un buen desayuno de tostadas con tomate, que rico.
- Mucha azúcar, mal.
- Mucho dulce procesado, peor.
- Desayuno sano, ¡sí!
Te cuento, mi prima, Ana, ella es dietista, me lo explicó todo clarito. Dice que el desayuno es fundamental y debe ser equilibrado. Yo antes desayunaba cualquier cosa, ahora procuro comer sano; y me siento mil veces mejor, de verdad. Es más, ella me dio un montón de recetas para desayunos sanos, ¡buenísimos! Ahora hasta hago unos batidos verdes, increíbles!
Es mejor evitar los dulces, ¿vale? Ya sabes, pan dulce, magdalenas, bollería industrial… Es que todo eso está lleno de azúcares refinados que te hacen daño. Te lo digo en serio, ¡es una bomba! Mejor un buen desayuno, que te de energía para todo el día sin dejarte KO a media mañana.
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