¿Qué fruta es buena para bajar la presión alta?

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Para bajar la presión arterial, considera:

  • Plátano: Rico en potasio, contribuye a regular la presión.
  • Frutos rojos: Sus antocianinas protegen contra la hipertensión.
  • Limón: Antioxidante que favorece la elasticidad de los vasos sanguíneos.
  • Aceite de oliva/aguacate: Fuentes de grasas saludables.
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¿Qué frutas bajan la presión alta?

Ufff, la presión alta, un tema que me toca de cerca. Mi abuela, pobrecita, la sufrió. Recuerdo en verano del 2018, en Almería, la llevaba al médico cada dos por tres. Gastábamos una pasta en medicinas…

El plátano, sí, siempre me han dicho que es bueno. Mi abuela tomaba un batido casi diario, con plátano y un chorrito de aceite de oliva. ¿Será verdad que ayuda tanto?

Los frutos rojos, fresas, arándanos… ¡qué ricos! Yo los como mucho, pero no sé si por la presión o por el simple placer.

El limón, lo uso en casi todo. Añadido a las ensaladas, en el agua… Me da la sensación de que me sienta bien, más ligero.

Aceite de oliva… en mi casa, siempre ha sido fundamental. El médico de mi abuela lo recomendaba, especialmente el virgen extra.

En fin, todo un lío. No soy doctora, esto es solo mi experiencia familiar. Lo mejor es consultar con un profesional.

Frutas que ayudan a bajar la presión arterial:

  • Plátano
  • Frutos rojos
  • Limón
  • Aceites vegetales (oliva, aguacate)

¿Qué fruta te ayuda a bajar la presión?

Medianoche. Otra vez. Despierto. Pensando. Siempre pensando. La presión… me aprieta el pecho. Como si… como si me faltara el aire.

Sandía. Sí, sandía. Dicen que ayuda. Un vaso de jugo al día. Lo intenté. No sé. No noto nada. Quizá debería ser más constante.

  • Limón. Me gusta el limón. En el agua. En la ensalada. Un poco de acidez. Un pequeño alivio. Pero no… no para esto. No para esta presión. No para esta angustia.

  • Piña. Dulce. Ácida. Refrescante. Me recuerda al verano. A días mejores. Días que no volverán. Qué tontería.

Potasio. Vitamina C. Palabras. Solo palabras. Leo sobre ellas. Las busco. Como si fueran la solución. Como si pudieran arreglarme.

Este año… he cambiado. No soy el mismo. Me miro al espejo y… y no me reconozco. He perdido la ilusión. Me he perdido a mí mismo.

Este año he empezado a cultivar un pequeño huerto en mi balcón. Tomates, fresas… Intento distraerme. Intento… no sé. Simplemente intento. Pero la presión sigue ahí. Siempre ahí. Apretando. Ahogando.

A veces, por las noches, pienso en el mar. En su inmensidad. En su silencio. Me imagino flotando. Dejándome llevar. Sintiendo la brisa en la cara. Quizá allí… quizá allí encuentre algo de paz. Quizá allí la presión desaparezca.

Respuesta a la pregunta: Sandía.

¿Cómo se toma el jugo de limón para bajar la presión?

Uf, qué calor. Madrid, Agosto 2024. Me acuerdo que mi abuela, la Toñi, siempre decía que el limón era mano de santo. Y sí, sí que lo tomaba para la tensión. No sé si funcionaba, la verdad. Siempre andaba con el temita de la tensión alta… Tomate un limoncito, niña, que te va a sentar bien.

Pero lo de la abuela era… en fin, un limón exprimido en un vaso de agua, sin más. Ni tibia ni fría. Del tiempo, vamos. Con un poco de azúcar, eso sí. ¡Que si no, no había quien se lo bebiera! A mí me ponía mala la mezcla, dulzona y ácida a la vez.

A mí me gusta con agua fresquita, con hielo incluso. A veces le echo un chorrito de miel en vez de azúcar. Es que lo del azúcar… intento evitarlo.

Y ahora que lo pienso… a mi tía Luisa, la hermana de mi madre, le da por echarle bicarbonato. ¡Bicarbonato! Dice que así es más efectivo para la tensión. Yo lo probé una vez y… puaj. No puedo con el bicarbonato. Sabor fatal.

Eso sí, un limón exprimido en ayunas, eso sí que me sienta de maravilla. Me despierta. ¡Anda que no me cuesta madrugar! Me ayuda a activarme por las mañanas. Bueno, o eso creo yo. Quizá sea psicológico.

  • Limón exprimido en agua.
  • Mejor en ayunas.
  • Tibia, fría, da igual.
  • Azúcar, miel… o nada.

Ya lo decía mi abuela… aunque ella lo decía para todo. El limón cura todo, decía. Resfriados, dolor de cabeza, tensión alta… Para el dolor de muelas no sé yo, eh. Que una vez me dio uno… ¡y ni el limón de la Toñi me lo quitó!

¿Qué debo dejar de comer si tengo la tensión alta?

Uf, la tensión… ¡Qué rollo! A ver, a mí el médico me machaca siempre con lo mismo, ¿será que soy un caso perdido?

¿Qué no comer con tensión alta? Básicamente: Azúcar, embutidos, procesados y bollería.

  • Azúcar: Pero es que… ¿qué vida es una sin dulce? Bueno, menos zumos industriales, eso sí.
  • Embutidos: Jamón serrano… ay, mi perdición. Y el chorizo… ¿pero por qué todo lo rico es malo?
  • Procesados: Aquí entra todo, ¿no? ¡Qué agobio! Hasta la sopa de sobre, creo.
  • Bollería industrial: Magdalenas, cruasanes… esto lo tengo más controlado, la verdad. Prefiero el pan casero.

Y pensar que mi abuela, que tenía la tensión perfecta, se ponía morada a torreznos… ¡Qué injusticia!

Aparte de esto, mi cardiólogo también me insiste en:

  • Cuidado con la sal: ¡En todo! No solo en la comida, sino mirar las etiquetas de los productos.
  • Alcohol: Una copa de vino tinto, vale. ¿Pero dos? Ya no sé. Mejor preguntar.
  • Grasas saturadas: Intento usar aceite de oliva virgen extra siempre, aunque a veces me da pereza.
  • Comida rápida: Hamburguesas, pizzas… ¡Menos mal que me gusta cocinar!

¿Y el café? Un día me dicen que sí, otro que no. Total, que me tomo uno al día y listo. Creo que el estrés es peor que el café en sí. ¿O no? ¡Menudo lío!

¿Qué alimentos suben la presión arterial alta?

Sal: ¡El rey de la hipertensión! Olvídate de convertirte en una estatua de sal, modera su consumo. Yo, por ejemplo, una vez le eché tanta sal a la pasta que parecía el Mar Muerto. ¡Drama total!

  • Embutidos: Chorizo, salchichón, jamón serrano… vamos, el paraíso del sibarita salado. Ricos, sí, pero para la tensión, un desastre. Como comer fuegos artificiales directamente.

  • Quesos curados: ¡Ay, el queso! Mi perdición. Pero ojo, que algunos son bombas de sodio. Una vez comí tanto queso manchego que me sentí como un globo a punto de explotar.

  • Pan: Sí, incluso el pan de cada día. Sobre todo el industrial, que lleva más sal que una mina. Una vez conté las migas de pan que me caían al comer una barra… Perdí la cuenta.

Azúcar: Dulce enemigo. No solo para la báscula, también para la tensión. Ojo con los ultraprocesados.

  • Bollería industrial: Donuts, croissants, etc. O sea, el desayuno de campeones… de la hipertensión. Yo una vez me comí 12 donuts en una sentada, ¡casi entro en coma glucémico!

  • Refrescos: Azúcar líquido. Literalmente. Mejor agua, que además hidrata que da gusto. ¿Sabías que una vez intenté hacer un refresco casero con agua y azúcar? Salió un mejunje… imbebible.

Grasas saturadas y trans: Adiós arterias limpitas. Hola, problemas.

  • Comida rápida: Hamburguesas, patatas fritas… Ya sabes, la felicidad efímera que te deja la tensión por las nubes. Yo una vez pedí una hamburguesa triple con extra de queso… creo que mis arterias todavía se estremecen al recordarlo.

  • Snacks: Patatas fritas de bolsa, etc. Crujientes, adictivos y… sí, lo has adivinado, malos para la tensión. Una vez me comí una bolsa familiar de patatas fritas yo solo… no lo recomiendo.

Información adicional: Mi abuela siempre decía que la mejor medicina es la prevención, y qué razón tenía. Yo ahora, después de mis aventuras culinarias, he decidido cuidarme más. Hago ejercicio (bueno, intento), como más verdura (a veces) y bebo mucha agua (de la del grifo, que es más barata). ¡Ah!, y he aprendido a cocinar sin que la comida sepa a cartón. Ahora mi especialidad es la ensalada… con un poquito de sal, claro. ¡No puedo evitarlo!

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