¿Qué pasa si te comes una comida echada a perder?
Comer alimentos en mal estado puede causar:
- Diarrea (a veces con sangre).
- Fiebre y escalofríos.
- Dolor de cabeza intenso.
- Náuseas y vómitos.
(Palabras clave: intoxicación alimentaria, síntomas, comida en mal estado, salud)
¿Qué ocurre al comer comida en mal estado?
¡Uf! Comer algo pasado… Recuerdo una vez, el 15 de julio en mi casa de Valencia, me comí un pollo asado que había sobrado de tres días antes. ¡Qué error! Me dieron escalofríos, un dolor de cabeza brutal y luego… el baño se convirtió en mi mejor amigo durante horas. Diarrea, sí, mucha. De esa experiencia aprendí.
La fiebre llegó al día siguiente, no alta, pero sí suficiente para dejarme postrada en el sofá. Náuseas y vómitos, lo típico. Fue horrible, no lo recomiendo para nada.
En fin, malestar general, vamos. El pollo, unos 12 euros, fue el causante de mi sufrimiento. Y desde entonces, ¡ojo con las sobras! En resumen: diarrea (a veces con sangre), fiebre, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Todo bastante desagradable.
¿Por qué se echa a perder la comida?
Microorganismos. Sí, esos bichitos. Bacteria, levadura, moho… ¡qué asco! Acabo de tirar un yogur caducado. ¿Caducado? A lo mejor olía bien todavía. Agh, no me arriesgo. Me acuerdo de aquella vez que comí una mayonesa pasada… mal asunto. Tres días con fiebre. Nunca más.
Enzimas. ¿Enzimas? ¿Eso qué es lo que era? Algo que también estropea la comida, creo. Como una oxidación… ¿o no? Manzanas que se ponen marrones. Aguacate también. Un rollo. Siempre tengo que echarle limón. Limón… tengo que comprar. Y plátanos. Para el batido del desayuno.
- Temperatura: La nevera está a tope. ¿Cabrá todo? La comida se estropea más rápido con calor. Verano… barbacoa… filetes a la brasa. ¡Qué ricos!
- Humedad: Uf, qué humedad hay hoy. El pan se pone blando enseguida. Tengo que guardarlo en una bolsa. O mejor en un taper. ¿Dónde está el taper?
- Aire: El aire… oxígeno. Claro. Por eso se envasan al vacío las cosas. Para que duren más. Me compré una envasadora al vacío el año pasado. Una pasta, pero merece la pena. Sobre todo para el queso.
El queso… me apetece un bocadillo de queso. Con tomate. Y un poco de aceite. Aceite de oliva virgen extra. El mejor. El que me trajo mi tía de Jaén este verano. Este verano… ¡qué calor hizo! Casi 40 grados. Casi me derrito. Como un helado.
En resumen: La comida se echa a perder por los microorganismos y las enzimas. La temperatura, la humedad y el aire influyen.
¿Cuáles son los tipos de descomposición de los alimentos?
Descomposición alimentaria: Tríada de plagas.
- Bacterias: El enemigo invisible. Multiplicación rápida, daño silencioso.
- Mohos: El invasor visible. Colores del deterioro, alerta inevitable.
- Levaduras: El fermentador traicionero. Cambios inesperados, sabor alterado.
Entorno Hostil:
- Humedad: El caldo de cultivo. Sequedad, el antídoto.
- Temperatura: El acelerador. Frío, la ralentización.
- pH: El equilibrio ácido/base. Alterar, la protección.
Información Personal Concreta (ampliación):
El moho de mi nevera esta mañana me recordó la importancia del pH. El limón, mi aliado contra lo inevitable. Este año, más que el anterior, la humedad implacable exige vigilancia constante.
¿Qué hacer para que mi comida no se eche a perder?
¡Que no te pase como a mí, que una vez olvidé un plátano en mi mochila y parecía una obra de arte abstracta… ¡pero olía fatal! Para que tu comida no se transforme en un experimento científico fallido: ¡frío, frío, como el corazón de tu ex!
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Nevera Power: Obvio, ¿no? Pero ojo, no la llenes como si fuera la maleta para un viaje de un año. El aire tiene que circular, cual brisa marina en tus sueños. Yo una vez la llené tanto que la puerta rebotaba… ¡y la lechuga se congeló!
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Lejos del calorcito: ¡Huye del horno, la estufa y cualquier cosa que parezca el infierno en la Tierra! Mi abuela tenía la costumbre de guardar las cebollas cerca del horno… ¡y terminaban cocidas sin querer! Imagina el drama.
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Luz solar, ¡mala!: A menos que quieras cultivar tomates cherry en tu alacena, ¡nada de sol directo! El calor es el enemigo público número uno de la comida fresca. Yo una vez guardé unas galletas cerca de la ventana… ¡y se derritieron! Parecían un Picasso abstracto y comestible.
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Alacenas frescas: Si tu alacena es más caliente que la pista de baile en verano, ¡mal asunto! Busca una zona fresca y seca, como el sótano de Drácula… pero sin Drácula, claro.
Este año, mi récord personal de conservación de comida es de una semana… ¡un yogur! (mentira, era un brick de leche). Bromas aparte, seguir estos consejos te ayudará a mantener tu comida a salvo y tu estómago contento. Recuerda: la comida no es un fósil, ¡no está diseñada para durar milenios!
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