¿Qué hacer cuando una comida se está echando a perder?
Evita el desperdicio de alimentos:
- Congelar: Si está fresca, congela para alargar su vida.
- Cocinar: Si empieza a dañarse, cocina a alta temperatura.
- Desechar: Si hay moho o está podrida, ¡tírala! Previene riesgos.
¿Cómo evitar que la comida se eche a perder?
Uf, la comida que se echa a perder, ¡un drama! Recuerdo el 15 de julio, en mi casa de Valencia, tiré un pollo que olía fatal, casi me muero del asco. Había costado 8 euros… ¡una lástima!
Congelar, esa es la clave, ¿sabes? Si compras mucho, ¡al congelador! Yo meto fruta en agosto, del huerto de mi abuela, y me dura meses.
Si ves que algo está medio mal, a la sartén. Un buen sofrito soluciona muchos problemas, aunque no te recomiendo usarlo si ya hay moho.
Y si está realmente malo, a la basura directamente. Salud antes que otra cosa. No vale la pena arriesgarse, créeme. En serio, mejor tirar lo podrido, ahorrarás problemas.
¿Qué pasa si como comida echada a perder?
Medianoche. Otra vez. Despierto. Pensando… en tonterías, supongo. En comida. En mal estado. En lo mal que me sentí esa vez. No fue hace mucho. Este mismo año. Mayo, creo. Un yogurt. Olía… raro. Pero tenía hambre. Y lo comí.
Estúpido.
Náuseas primero. Un malestar… profundo. Como si todo dentro se retorciera. Luego, el baño. Muchas veces. Demasiadas. Diarrea. Horrible. Recuerdo… la debilidad. El cuerpo… vacío. Agotado.
- Malestar general. Intenso.
- Escalofríos. Aunque no tenía frío. Temblores.
- Sudor frío. Pegado a las sábanas.
Me dolía la cabeza. Mucho. Como si me la apretaran con un aro de hierro. Dolor de cabeza pulsátil. Imposible ignorar. Imposible pensar. Solo… el dolor. Y las náuseas. Y… el baño. Otra vez.
Esta vez… había… sangre. Me asusté. Mucho. Llamé a mi madre. Vino corriendo. Me llevó al médico. Suero. Medicamentos.
Un yogurt. Un estúpido yogurt caducado. Mayo de 2024. Nunca lo olvidaré.
Si comes comida en mal estado:
- Diarrea (puede ser con sangre)
- Fiebre
- Escalofríos
- Dolor de cabeza
- Náuseas
- Vómitos
Me duele el estómago solo de recordarlo. Voy a intentar dormir. Ojalá pueda.
¿Cuáles son las causas por las que se descomponen los alimentos?
Descomposición. Un proceso inevitable. La putrefacción. Simple.
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Microorganismos. Bacterias, mohos, levaduras. Fiesta silenciosa. Los veo crecer en mi despensa, esas esporas diminutas. Invasión lenta, pero implacable. Como la vida misma.
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Enzimas. Trabajo interno. Destrucción desde dentro. La propia fruta, su propia condena. Mi plátano de ayer, ahora papilla. Melancolía orgánica.
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Oxígeno. El aire, ese agresor invisible. Oxidación. El dorado de la manzana, preludio de lo podrido. Un proceso natural, dicen. Falso.
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Humedad. Agua. El caldo de cultivo perfecto. Ideal para la proliferación. Mis tomates, víctimas del exceso de agua.
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Luz. La luz del sol, un catalizador. Degradación acelerada.
El tiempo, ese carnicero. Todo acaba descomponiéndose. Hasta yo. Es la ley.
En mi nevera, esta semana: yogurt caducado, lechuga marchita, un trozo de queso con una pelusa inquietante. Es así. No hay escapatoria.
La muerte, una metáfora de la descomposición. Es inevitable. Todo se pudre.
Nota al margen: Ayer tiré tres aguacates pasados. Delicioso aroma a podrido a las 7 am.
¿Por qué los alimentos se descomponen?
¿Por qué los alimentos se descomponen?
La verdad, la descomposición… me recuerda a tantas cosas que se marchitan.
- La luz acelera todo. Como si quisiera mostrar la verdad rápido, sin compasión. Me acuerdo del pan en la ventana de mi abuela, siempre duro como piedra antes de tiempo.
- La humedad, un abrazo pegajoso para el moho. Como esas relaciones que te asfixian lentamente. Mis fresas, siempre echándose a perder en la nevera.
- La temperatura es un baile. A veces lento, a veces frenético. El calor, un acelerador; el frío, un respiro breve. La carne olvidada en el coche un día de verano… un error que no repito.
- La sequedad también es culpable. Roba la vida, la esencia. Como esas promesas vacías que te dejan sin nada.
- Son los microorganismos. Ellos son los verdaderos culpables. Están ahí, invisibles, esperando su festín.
Me da qué pensar, la comida y nosotros, somos igual de vulnerables.
¿Qué hacer para que mi comida no se eche a perder?
¡Uf, qué calor! Este verano en mi casa de Valencia, ¡un desastre! Abrí la nevera y… ¡ay, Dios mío! El pollo del miércoles, olía fatal. Verde, ¡asqueroso! Mantener la comida fría es clave, lo aprendí a las malas.
Recuerdo el olor a podrido, nauseabundo. Tenía que tirar todo. Un montón de comida, ¡qué rabia! Y el queso… ¡ni te cuento! Se me ocurrió guardarlo cerca del horno, ¡tonta de mí! La estufa, el horno, cualquier fuente de calor es un enemigo.
De hecho, ese día, ¡30 de Julio! estaba haciendo un bizcocho, y el queso quedó al lado, ¡pegado casi al horno! El calor lo derritió y, luego, ¡puf! A la basura. ¡Qué pérdida de dinero! ¡Y qué asco! Me dio una pereza tremenda limpiar todo.
Ahora, guardo todo bien organizado.
- Nunca más cerca del horno.
- La nevera, ¡limpia y a tope de frío!
- En la alacena, todo en sitios oscuros y frescos.
- El pescado y la carne, ¡en el fondo!
- Reviso las fechas de caducidad con lupa.
¡Y funciona! Llevo meses sin tirar nada, ¡qué satisfacción! Eso sí, el pollo lo como el mismo día que lo compro, ¡ya aprendí la lección!
En resumen: mantén todo refrigerado, lejos del calor. Revisa las fechas de caducidad.
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