¿Qué es homonimia y 5 ejemplos?

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¡Ay, la homonimia, qué lío! Me fascina cómo palabras iguales pueden tener significados tan diferentes. Es como descubrir un doble oculto en el lenguaje. Piensa en banco (de sentarse) y banco (financiero); o vino (bebida) y vino (del verbo venir). ¡Increíble! Incluso olla (recipiente) y olla (como en se me fue la olla) juegan con nuestra mente. La riqueza del idioma reside, en parte, en estas divertidas coincidencias.

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¡Ay, la homonimia, qué dolor de cabeza… pero a la vez, qué fascinante! ¿A quién no le ha pasado eso de quedarse pensando en cómo una misma palabra puede significar dos cosas totalmente distintas? Es como si el lenguaje tuviera sus propios gemelos secretos, ¿no crees?

Recuerdo una vez, cuando era pequeña, que le dije a mi abuela: “Abuela, ¡quiero un banco!”. Y ella, muy seria, me respondió: “Ya tienes uno en el parque, hija”. Yo, claro, me quedé a cuadros. ¡Yo lo que quería era un banco para guardar mi dinero! Ahí fue cuando realmente entendí lo que era la homonimia.

Piensa, por ejemplo, en la palabra “banco”. Podemos estar hablando del banco donde te sientas a tomar el sol en el parque, o del banco donde guardas, o intentas guardar, tus ahorros. ¡Es la misma palabra! Y qué decir de “vino”. Podemos referirnos a esa copa de vino tinto que te tomas con una buena cena, o a “vino” del verbo venir, “él vino ayer a casa”. ¿No te parece increíble?

Y luego está la “olla”. La olla donde preparas esa fabada que te sale de rechupete, y “se me fue la olla”, que significa que te has despistado o que has hecho algo un poco loco. ¡Anda que no me ha pasado veces a mí eso de que se me vaya la olla! 😅

La verdad es que creo que la riqueza del idioma, lo que lo hace tan divertido y a veces tan complicado, reside precisamente en estas curiosidades, en estas coincidencias que nos hacen pensar y, a veces, hasta reírnos de nosotros mismos. Porque, admitámoslo, a todos nos ha pasado alguna vez que nos hemos hecho un lío con la homonimia, ¿verdad?