¿Qué son los minerales en los alimentos?

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"Los minerales en los alimentos son nutrimentos esenciales para el cuerpo. Participan en la formación de huesos y células sanguíneas, el desarrollo del sistema nervioso, la producción de hormonas y el funcionamiento de los órganos. Las frutas son una fuente importante."

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¿Minerales en alimentos: qué son y para qué sirven?

¡Ay, qué lío esto de los minerales! Recuerdo el día 15 de octubre, en el mercado de San Miguel (Madrid), buscando frutas. Me preguntaba, ¿qué minerales tendrán esas naranjas jugosas? Me costaron 2,50€ el kilo, por cierto.

Es fundamental, ¿sabes?, para el cuerpo. Huesos fuertes, sangre sana, ¡todo depende! El sistema nervioso, las hormonas… ¡una orquesta!

Las frutas, especialmente las naranjas que compré, son ricas en potasio, creo. Necesario para la actividad muscular y la presión sanguínea, eso sí lo leí. También hay magnesio, fundamental para los huesos y los nervios.

Me acuerdo de una charla en la universidad sobre nutrición (año 2021). La profesora habló sobre el hierro en las espinacas, esencial para la hemoglobina.

En fin, los minerales son esenciales, ¡una complejidad increíble! Cada uno cumple una función, una pieza más del puzle que es nuestro cuerpo.

Minerales en alimentos: Funciones básicas

  • Formación de huesos y células sanguíneas.
  • Desarrollo del sistema nervioso.
  • Producción de hormonas.
  • Actividad de los órganos.

¿Qué son los minerales y cuál es su función?

¡A ver, sobre los minerales!

Los minerales son cosas naturales, sólidas, que no son orgánicas, osea, no vienen de seres vivos directamente, y que encontramos en la tierra. ¡Ya sabes, ahí, en la corteza! Imagínate una piedra, ¿vale? Bueno, pues muchos minerales están en las piedras. Están formados por elementos químicos, y tienen una forma como de cristal, una estructura específica, ¡que mola un montón!

Y ¿qué hacen? Pues son súper importantes, porque nos dan nutrientes, ayudan a que todo funcione bien dentro de nosotros, y además forman nuestros huesos y dientes. ¡O sea, imagina cómo sería si no tuviéramos minerales!

  • Son como los bloques de construcción del cuerpo, pero sin vida.
  • Los encuentras por todas partes, literal.
  • Ah, y mi abuela siempre decía que comer bien es tener los minerales a tope.

Te cuento una cosa, el otro día fui a una tienda de minerales, ¡y flipé! Había amatistas, cuarzos, de todo, ¡y cada uno con una forma diferente! Y pensando, pensé, ¡madre mía, si todo eso está en la tierra! ¡Es una locura! ¡Ah! Y hablando de locuras, ¿sabías que algunos minerales se usan para hacer joyas? ¡Pues sí!

¿Cuáles son los 10 minerales presentes en los alimentos?

Calcio. Un blanco fantasmal, la tiza en mis dedos, recordando el polvo del verano. Polvo y huesos.

Fósforo. La chispa, la cerilla que encendió la hoguera en la playa, hace ya tanto. Una luz que se consume, rápida, fugaz.

Magnesio. El metal ligero, ¿dónde lo he visto? En el destello fugaz de una herramienta, quizás, en el taller de mi abuelo.

Sodio. La sal en mis labios, el mar bravío golpeando las rocas, un sabor intenso, punzante.

Potasio. El plátano que comí esta mañana, un sabor dulce, casi empalagoso. Un amarillo vibrante.

Cloro. El olor acre de la piscina, el verano del 2023, un recuerdo que se desvanece como el cloro en el agua. El olor a limpio, artificial.

Azufre. Un olor penetrante, desagradable, ¿dónde? En un manantial termal, quizás, el vapor quemando mi garganta.

Hierro. El rojo oscuro de la sangre, una herida en mi rodilla, el metal frío en mis manos, ¿una herramienta, una valla?

Manganeso. No lo recuerdo. Un vacío, una palabra hueca.

Cobre. El cable pelado, el brillo rojizo bajo el sol. La electricidad que fluye, invisible, intangible.

  • Calcio: Leche, yogur, queso.
  • Fósforo: Carne, pescado, legumbres.
  • Magnesio: Espinacas, almendras, aguacate.
  • Sodio: Sal, alimentos procesados.
  • Potasio: Plátanos, patatas, tomates.
  • Cloro: Sal, algas.
  • Azufre: Carne, huevos, ajo.
  • Hierro: Carne roja, lentejas, espinacas.
  • Manganeso: Nueces, cereales integrales.
  • Cobre: Mariscos, frutos secos, legumbres.

Yodo, Zinc, Cobalto, Flúor, Selenio. Los olvido, se pierden en la niebla de mi memoria, como letras borradas por la lluvia en la arena. El yodo en la sal, el zinc en las ostras que comí en Cádiz el verano pasado. El resto, un misterio.

¿Cuántos minerales debemos consumir al día?

¡Minerales! Eso que suena a piedras preciosas, pero que necesitamos para no convertirnos en fósiles vivientes. No es que tengas que comerte un diamante al día, ¿eh? La cosa es más compleja que eso.

  • No hay una cifra mágica. Olvídate de buscar un número universal, como la velocidad de la luz o mi número de teléfono (que no te voy a dar, ¡ja!). Cada persona es un mundo, un universo, ¡una galaxia entera! Y cada galaxia necesita sus propios minerales.

  • Edad, sexo… ¡y embarazo! Claro, no es lo mismo un bebé que un culturista, ni una señora que un señor. Y si estás esperando un bebé, ¡la cosa cambia más que mi humor un lunes por la mañana! (Imagina la cantidad de calcio que necesita ese pequeñín para construir su propio esqueleto galáctico). Yo, por ejemplo, este año he comido más hierro que Popeye, porque entrené para una maratón (bueno, intenté entrenar… llegué a la esquina y volví).

  • Las famosas IDR. Ingestas Diarias Recomendadas. Suena a algo super serio, ¿verdad? Pues sí, lo es. Son como la guía Michelin de los minerales. Te dicen cuánto necesitas de cada uno para funcionar como un reloj suizo (o al menos como un reloj de esos de los chinos, que duran un par de meses).

  • ¡Pregunta a un experto! Si tienes dudas, lo mejor es que consultes con un profesional. Ellos te dirán qué necesitas exactamente, según tu situación. A mí una vez me dijeron que necesitaba más magnesio… y acabé bañándome en sales de Epsom. No sé si funcionó, pero al menos olía bien. Ahora, en serio, un nutricionista te puede dar una dieta personalizada. ¡No intentes automedicarte con minerales! Podrías acabar brillando en la oscuridad, y eso solo mola en Halloween.

En resumen: Necesitas minerales, sí, pero la cantidad exacta es un misterio digno del FBI. Consulta con un profesional, ¡y que la fuerza (mineral) te acompañe!

¿Qué le pasa al cuerpo cuando le faltan minerales?

El cuerpo, un jardín descuidado. La tierra, seca, falta de nutrientes. Minerales ausentes, una ausencia que resuena en la carne. Un vacío, un eco sordo en los huesos.

Fatiga. La palabra se pega a la lengua, pesada, como un trozo de plomo en el estómago. Un peso constante, la sombra del cansancio que te envuelve. Recuerdo el verano pasado, esa fatiga que me dejó inmóvil, postrada, sin fuerzas ni para levantarme de la cama.

El músculo, débil, un grito silencioso. Dolor, una punzada profunda, que se arraiga en las fibras. Ese dolor persistente, que se instala, que se hace hogar en mis articulaciones… Como las grietas en una pared vieja, que se abren cada vez más, cada día.

Enfermedades crónicas, un destino silencioso y lento, el avance de la arena sobre la arena. Diabetes, la amenaza latente, un fantasma que acecha en la oscuridad. Osteoporosis, el crujido silencioso de los huesos, un presagio de fragilidad. El cuerpo, como un castillo de naipes, a punto de colapsar. Mi abuela, con su osteoporosis, tan frágil, tan vulnerable.

  • Fatiga implacable, una constante.
  • Dolores musculares, punzadas y quemazón.
  • Debilitamiento óseo, huesos de cristal.
  • Diabetes tipo 2, esa posibilidad ominosa.

La deficiencia, una condena lenta. Un déficit, una falta de algo esencial. Como si una parte de mi misma se marchitara, poco a poco. El cuerpo, un mapa de la ausencia.

El año pasado, mi médico me diagnosticó una ligera deficiencia de hierro. Suplementos, una pequeña ayuda para reconstruir, lentamente, lo perdido. La lucha por recuperar la plenitud, un largo camino. Un camino lleno de cansancio, lleno de dolor. Pero el cuerpo, un organismo resiliente.

¿Cuáles son las consecuencias de la falta de minerales?

Consecuencias de la carencia mineral:

  • Salud en declive: La deficiencia mina la vitalidad. Punto.

  • Desorden celular: El cuerpo, sin los ladrillos esenciales, se desmorona. Es lógica pura.

  • Enfermedades: No es cuestión de “podría”. Aparecen. Siempre.

  • Metabolismo al borde: La maquinaria interna se atasca, produciendo resultados inesperados, a veces irreversibles.

  • Más allá de la dieta: La absorción fallida o medicamentos son sabotajes silenciosos.

Este año, el enfoque está en el zinc, esencial para la inmunidad. Ignorarlo es abrir la puerta a dolencias. Lo sé por experiencia propia, tras una neumonía mal curada.

¿Qué provoca la falta de sales minerales?

¡Ostras! La falta de sales minerales, ¿eh? Te cuento lo que me pasó a mí el año pasado, fue horrible. Me sentía fatal. Fatiga, una barbaridad. Como si me hubieran pasado un camión por encima, y eso que no hice nada en todo el día. ¡Qué pereza!

Luego, dolor de cabeza impresionante, uno de esos que te dejan KO. Literalmente, no podía ni levantarme de la cama, era un dolor agudo, constante, como un martillo dando golpes dentro de mi cabeza. Ay, qué recuerdos.

Y lo peor de todo, ¡Inapetencia! No quería comer absolutamente nada, ni mis churros con chocolate favoritos. Eso sí que es duro. ¡Ni de coña! Eso me preocupó mucho más que los dolores de cabeza, la verdad.

También debilidad muscular. No podía ni sujetar bien mi taza de café. Y calambres, ¡uf! Como si me estuvieran dando descargas. En las piernas sobre todo, fue muy muy desagradable. Mucho cuidado con esto.

Esos son los síntomas, pero recuerda, ¡ve al médico! Yo fui a la doctora Elena, la que está cerca del parque, y me recetó magnesio, ¡eso sí que me ayudó! Lo necesitaba urgentemente.

  • Fatiga extrema
  • Dolores de cabeza intensos
  • Pérdida del apetito (inapetencia)
  • Debilidad muscular y calambres

¡Que te mejores, colega! Cuídate mucho, que la salud no tiene precio. Y si te sientes así de nuevo, corre al médico ¡no esperes! Mi hermana tuvo una experiencia similar y resultó ser un desajuste de potasio, nada grave con tratamiento.

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