¿Cómo actúa una persona con problemas de alcohol?
El alcoholismo se manifiesta en la persistencia del consumo a pesar de las consecuencias negativas para la salud, necesidad creciente de alcohol para lograr el mismo efecto (tolerancia), y aparición de síntomas de abstinencia al cesar su consumo. Esto indica un problema serio que requiere ayuda profesional.
¿Cómo se comporta una persona con adicción al alcohol?
¡Uf, la adicción al alcohol! Es un tema delicado, pero importantísimo. Yo lo he visto de cerca y… mejor te cuento.
Una persona con adicción sigue bebiendo, aunque le esté destrozando la vida. ¡Así de simple, así de duro! Lo ven, lo sufren, pero no pueden parar.
¿Tolerancia? Sí, terrible. Recuerdo a un amigo en la universidad, allá por 2008, en Santiago, salíamos mucho. Al principio con dos cervezas estaba “alegre”, luego necesitaba cuatro, seis… ¡Una barbaridad!
Y luego, el síndrome de abstinencia. ¡Qué horror! Temblores, sudoración, ansiedad… Lo he visto con mis propios ojos, y te juro, es algo que te marca. Da cosa pensar que algo tan “social” como el alcohol, pueda generar tanto sufrimiento.
¿Cómo se comporta una persona que consume alcohol?
El alcohol: un velo. Desenfoque. Olvidos. Eso sí lo recuerdo. Mi amigo Miguel, el año pasado… desapareció durante horas. Memoria borrosa. Eso es lo primero que va.
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Lapsos de memoria. Vacíos. Fragmentos. Depende de la dosis. La botella habla. No siempre dice la verdad. El cerebro, menos.
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Cambios emocionales. Ira. Llanto. Euforia. Todo mezclado. Un cóctel tóxico. Depende del sujeto, claro. Yo lo he visto, varias veces. Triste, en realidad.
La máscara cae. Impulsividad. Acciones sin freno. Riesgos absurdos. Recuerdo una noche… casi lo pierdo todo. El arrepentimiento, siempre, después.
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Pérdida de conocimiento. Apagón. Desconexión. El cuerpo sigue, la mente… no. Peligroso. Muy peligroso. Más que todo lo demás.
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Destrucción neuronal. Un daño silencioso. A largo plazo. Un lento suicidio. La muerte, una posibilidad más.
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Trastornos emocionales. Depresión. Ansiedad. La nada. Un abismo. En él, caen muchos. Lo he visto.
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Inmadurez emocional. Regresiones. Niños grandes. Caprichos. Responsabilidades olvidadas. Es el alcohol el niño en el cuerpo adulto.
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Problemas en el desarrollo cerebral. Especialmente en adolescentes. Daños irreversibles. Un futuro borroso, para ellos.
La línea difusa entre realidad y borrachera. La vida se desdibuja. El yo, se disuelve. El vacío gana. Hasta que te consume. Solo queda el alcohol.
Mi hermana, Lucía, hace años… ya nunca fue igual. Las consecuencias son a largo plazo. Un infierno silencioso.
Nota: Esta descripción se basa en observaciones personales y no pretende ser un diagnóstico médico. La información es incompleta y solo refleja la experiencia personal. Para información precisa, consultar un profesional.
¿Cómo puedo identificar a una persona con problemas de alcohol?
Bebercio problemático: Si alguien se parece más a un mapache borracho que a una persona, ¡Houston, tenemos un problema! Ojos vidriosos, hablando como si tuviera un calcetín en la boca, coordinación nivel medusa… ¡mal asunto! En mi caso, una vez confundí un cactus con un cojín después de unas copitas de más. No lo recomiendo.
- Cambios de humor: Más inestables que la señal wifi del vecino. Risas explosivas que luego mutan en drama digno de telenovela. ¿Te suena?
- Mala cabeza: Olvidos dignos del pez Dory. “¿Qué hice ayer? ¿Quién eres tú?”. Si le preguntas qué cenó y te mira como si le hablaras en Klingon… peligro.
- Hablar… ejem, “hablar”: Balbuceos incoherentes. Como si estuviera intentando comunicarse en código Morse después de un derrame cerebral. Complicado.
- Coordinación pésima: Si parece que está bailando breakdance involuntariamente, igual es hora de intervenir. Yo, con dos copas de vino, ya me creo Torvill y Dean. Pero este no es mi caso, yo soy una bailarina nata.
Más pistas: Se pone a la defensiva si le mencionas el tema. Esconde botellas como si fueran el tesoro de Pirata Willy. Falta al curro más que un estudiante en época de exámenes. Prioriza el bebercio por encima de todo, como si fuera el elixir de la vida eterna. ¡Eso sí que es devoción!
En resumen, si parece que vive en una fiesta perpetua y no es Carnaval… ¡preocupación! Ojo al dato: una vez confundí a mi gato con una zapatilla. Pero yo solo había tomado un café muy cargado, lo juro.
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