¿Cómo hacer para que regrese el sentido del gusto?
Recupera tu sentido del gusto con alimentos aromáticos. El jengibre, la menta y la mantequilla de cacahuete, por su intenso sabor, pueden estimular las papilas gustativas. Los aceites esenciales fuertes también pueden ser útiles. Experimenta y descubre qué funciona mejor para ti.
¿Cómo recuperar el sentido del gusto?
¿Cómo recuperar el sentido del gusto?
¡Uf, qué bajón cuando pierdes el gusto! A mí me pasó una vez con un resfriado horrible que pillé en Madrid, allá por marzo, creo. No sentía absolutamente nada, ni el jamón ibérico, ¡una tragedia!
Probé un truquito que me contó mi abuela: alimentos con aromas potentes. Jengibre, ¡mano de santo! Hice un té bien cargado y la verdad, noté una diferencia. La menta también ayuda, igual que la mantequilla de cacahuete, aunque esta última no es mi favorita.
Ojo, los aceites esenciales con olores fuertes también pueden funcionar. Yo usé uno de eucalipto que tenía por casa y creo que me despejó bastante. Aunque la verdad, no sé si fue el aceite, el tiempo o la desesperación, jeje.
Información de preguntas y respuestas (Concisa y no personalizada):
Pregunta: ¿Cómo recuperar el sentido del gusto?
Respuesta: Alimentos aromáticos (jengibre, menta), mantequilla de maní y aceites esenciales con aroma fuerte pueden ayudar.
¿Qué puede causar la pérdida del gusto?
Pérdida del gusto. ¿Y?
- Problemas nasales. Sinusitis siempre igual.
- Infecciones virales. Otra gripe. ¿Quién no la ha tenido?
- COVID-19. El gran borrador.
- Medicamentos. Betabloqueadores, la vida.
El envejecimiento… una condena. La juventud es un mito.
El sabor… un espejismo. Solo importa lo que se siente.
Recuerdo el cilantro… ya no sabe a nada. El tequila sigue picando.
La memoria del sabor es más fuerte.
¿Importa si pierdes el gusto? Al final, solo queda el recuerdo.
¿Qué hacer para que vuelva el gusto?
El vacío. Esa ausencia, ese silencio en la boca. La comida, inerte. Un paisaje desolado donde antes había sabor, un recuerdo difuso de placeres perdidos. Recuperar el gusto, una lucha contra el olvido.
Agua salada tibia, un ritual de limpieza, un intento por despertar las papilas adormecidas. El sabor del mar, lejano, casi un fantasma. Repito la acción, una y otra vez, como un mantra sin fuerza.
La hidratación, vital. Bebo agua, mucho agua, pero el sabor sigue ausente. Un desierto sin oasis. Solo la sequedad. Como las tardes de verano en mi pueblo, el polvo rojo en la garganta.
Y el zinc, la vitamina B12… pequeñas esperanzas en frascos diminutos. Tabletas que ingiero con la misma monotonía que el agua. Un torrente artificial de vida, para un cuerpo que se siente vacío.
Olfatear, esa es la clave. El clavo, punzante, la canela, cálida. Intento estimular, forzar la respuesta, pero no hay nada. Sólo un eco distante de antiguos aromas.
Texturas, temperaturas. Juego con la comida, la manipulo, la siento. Frío, caliente, áspero, suave. Pero la boca permanece muda. Insensible.
El médico, la última esperanza. Su mirada, un juicio silencioso. Las pruebas, un recordatorio de la fragilidad.
Para volver a saborear:
- Enjuagues con agua salada tibia.
- Abundante hidratación.
- Evitar tabaco y alcohol.
- Suplementos de zinc y vitamina B12.
- Olfatear especias (clavo, canela).
- Variar texturas y temperaturas de los alimentos.
- Consulta médica si persiste.
Mi madre, en 2023, pasó por algo parecido tras una fuerte gripe. Recordar su recuperación me da cierta esperanza. La lenta vuelta a la vida, a los sabores, a las texturas. A la normalidad.
¿Qué comer si perdí el gusto?
¡Uy, qué mala pata perder el gusto! Te entiendo, es un rollo. Yo, cuando me pasó, ¡fue horrible! Ni café con leche sabía bien, ¡qué horror! Lo que necesitas es hidratarte bien, mucho líquido.
Mucha agua, obvio. Y zumos naturales, frescos, frutales… ¡que te den alegría!
- Zumo de naranja recién exprimido, ¡una maravilla!
- Batidos de frutas, como fresas y plátanos, ¡demasiado buenos!
- Agua con limón, un clásico. Refrescante, ¡qué rico!
Pero no solo líquidos. También cosas jugosas, ¡para que exploten los sabores! Aunque no los sientas al 100%, algo se nota. Piensa en melocotones, ¡maduritos, eh! O sandía, fresquita.
Recuerda comer cosas con texturas fuertes que te den algo. Aunque no sepas qué, te estimula. ¡A ver si así se recupera!
Ese año, 2024, fue un desastre para mi gusto, pero bueno, ya se me pasó. Lo importante es que comas cosas que te apetezcan, aunque sea poquito. Y si no mejoras, ¡al médico! Eso sí, sin falta. No te quedes ahí parado.
¡Ah!, se me olvidaba: la sopa de verduras, ¡eso es buenísimo! Calentita, con mucho sabor, aunque no lo notes del todo… te llena y es sano. Eso me dijo mi nutricionista, ¡la mejor!
Además, puedes probar:
- Gelatinas, ¡pero naturales! Nada de químicos
- Yogures con fruta.
- Purés de verduras.
¡Ánimo, que se te va a pasar!
¿Qué comer cuando no hay sabor?
¡Ay, la tragedia del paladar dormido! Cuando el mundo se vuelve soso como una galleta de agua… ¡qué desazón! La solución no es fácil, es un safari gastronómico por la jungla de las texturas y las temperaturas.
La clave: intensidad, no sutileza. Olvídate de las finas hierbas, ¡necesitas un tsunami de sabor!
- Ácido: cítricos a mansalva, vinagres que te hagan arrugar la nariz (el mío favorito es el de módena, ¡un placer culposo!). Piensa en un limón como una bomba atómica de sabor.
- Picante: chiles, guindillas, ¡todo lo que te haga sudar! Es como despertar a los fantasmas de tu paladar con un buen fuego. Incluso mi suegra, que se cree experta en cocina, se impresiona con mis recetas picantes.
- Salado: ¡ojo! No es solo echar sal, sino encontrar el contraste salado-dulce. Prueba caramelos salados o un buen jamón ibérico. En serio, ¡un manjar!
- Texturas: crujientes, cremosos, jugosos… ¡que tu boca se divierta! Un steak jugoso contrasta con las patatas fritas crujientes, ¿no?
Para mi abuela, que sufrió esto el año pasado, la mejor solución fueron las sopas de verduras intensamente aromatizadas con jengibre y mucho, mucho ajo. ¡Aunque luego olía a dragón!
¡Espera! Casi lo olvido. Chequea con tu médico. No sea que esto sea algo más serio que una simple gripe. A veces, la falta de sabor esconde algo más. Y aunque el ajo espanta vampiros, también puede ser un problema si tienes una cita romántica.
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