¿Cómo se elimina el exceso de sal del cuerpo?
Nuestros riñones son clave para controlar el sodio. Filtran el exceso de sal, eliminándola a través de la orina. Si su función renal es deficiente, la eliminación de sodio se ve comprometida, provocando su acumulación en sangre. Una dieta baja en sodio ayuda a los riñones en este proceso.
¿Cómo eliminar el exceso de sal del cuerpo?
Uf, a veces me siento como una salchicha andante, sobre todo después de una noche de tapas en “El Rincón de Paco” (Calle Laurel, Logroño, ¡menudo sitio!). Recuerdo una vez, el 15 de julio del año pasado, que pedí bravas, calamares y gildas… todo buenísimo, pero cargadito de sal. Al día siguiente, retenía líquidos que daba gusto.
Para compensar, me pasé el día bebiendo agua como un camello. Sé que los riñones hacen lo suyo, filtran el exceso de sodio y lo echan fuera, pero yo prefiero ayudarles un poco. Además, el agua ayuda a sentirme menos hinchada, ¿no? Ese día, creo que bebí casi tres litros.
También evité la comida procesada durante un par de días, nada de embutidos, patatas fritas ni sopas de sobre. Opté por fruta fresca, verdura y pollo a la plancha. Me apetecía algo ligero, la verdad.
¿Cómo eliminar el exceso de sal del cuerpo?
Los riñones regulan el sodio. Eliminan el exceso por la orina. Beber agua ayuda a este proceso.
¿Qué hacer si ingiere mucha sal?
¡Uy, qué mal cuerpo me dio el otro día! Comí unas patatas bravas en el chiringuito de la playa de Gandía, el 27 de julio, ¡y vaya si estaban ricas! Pero… ¡Demasiada sal! Me sentí fatal.
Beber mucha agua fue lo primero que hice. Llené un vaso enorme, de esos de litro, y lo bebí enseguida. Sudaba, sentía el corazón como un tambor en el pecho… Un calor terrible.
Luego, me acordé de mi abuela. Siempre decía que un plátano te arreglaba el cuerpo. Así que me comí un plátano entero. No sé si fue el plátano o el agua, pero poco a poco fui mejorando.
Caminar fue lo siguiente. Di un paseo de unos 40 minutos por el paseo marítimo. No podía correr, me faltaban las fuerzas. El sol caía a plomo y me sentía débil. ¡Menudo disgusto!
Al día siguiente, ¡aún me sentía un poco mal! Aprendí la lección: menos sal, ¡muchísimo menos! Esto es lo que hice:
- Bebí muchísima agua.
- Comí un plátano.
- Caminé.
Información adicional:
- La cantidad de agua a beber depende de la persona y la cantidad de sal ingerida.
- El plátano ayuda por su contenido de potasio, que contrarresta los efectos del sodio. El potasio ayuda a regular el equilibrio de fluidos. Si tienes problemas renales, ¡consulta con un médico!
- El ejercicio físico moderado ayuda a la excreción del sodio a través del sudor.
¿Qué pasa si se ingiere demasiada sal?
Demasiada sal… mal asunto. Inflamación, sed infernal (como si hubieras cruzado el desierto del Gobi en chanclas), y un billete directo a hipertensión city.
- Retención de líquidos: Parecerás el primo lejano del pez globo. Mi récord personal: tobillos dignos de un elefante bebé después de un atracón de patatas fritas.
- Presión arterial por las nubes: Tu corazón bombeando como si estuviera en una maratón. ¡Y tú tan tranquilo en el sofá!
- Problemas renales: Riñones tristes, riñones enfadados. Pobrecitos, procesando sodio como si no hubiera un mañana. Los míos ya me han mandado un par de WhatsApps de queja.
- Osteoporosis: Huesos de cristal, ¡ideal para hacer cosplay de esqueleto en Halloween! (ironía modo on). El calcio huye despavorido ante tanta sal.
- Cáncer de estómago: No mola nada. En serio.
- Asma, empeora: Respiración de Darth Vader asegurada.
- Obesidad: La sal no engorda per se, pero llama a su amiga la sed, que a su vez llama a los refrescos azucarados… y ahí es donde la fiesta se desmadra. Como cuando yo intento hacer dieta y acabo comiéndome un kilo de helado.
Añado: este año he reducido mi consumo de sal. En vez de echarle un puñado a la comida, ahora solo le doy un toquecito suave, como si acariciara a un gatito. Mis tobillos me lo agradecen. Y mis riñones también. Siguen mandándome WhatsApps, pero ahora son memes de gatitos.
¿Cómo absorber el exceso de sal en la comida?
El sabor, una amargura salada que se clava en la lengua… Un error, una salazón excesiva en el estofado de lentejas de mi abuela, esa receta de siempre que este año, inexplicablemente, falló. El tiempo se dilata, lento, como el hervor persistente del puchero. Patatas, sí, patatas. Recuerdo el consejo, ancestral, casi un susurro en la memoria de la cocina familiar.
Hervir de nuevo. Un ritual de corrección, un intento de redimir el sabor. Las patatas, humildes salvadoras, absorbiendo la sal, como esponjas hambrientas de ese exceso mineral. Un sacrificio necesario. El tiempo gira en el girar de la cuchara. El aroma, ahora menos agresivo, se suaviza. Un consuelo, un pequeño milagro culinario.
Eliminar las patatas. Un acto final. La sal se ha ido con ellas, llevándose la culpa, el peso del error. Sólo queda el guiso, ya no tan ofensivo al paladar. Quizás todavía con un ligero recuerdo del fallo, un vestigio, un eco sordo del error. Pero mejor, mucho mejor. El guiso, a pesar de todo, conserva algo de su esencia.
- Método: Hervir con patatas.
- Resultado: Absorción de sal por las patatas.
- Final: Retirar patatas para eliminar el exceso de sal.
Mi abuela siempre decía que para recuperar el gusto al guiso había que dejarlo reposar mínimo 24 horas, no solo retirar las patatas. Y que añadir un poco de azúcar moreno también puede ayudar a equilibrar el sabor.
Comentar la respuesta:
¡Gracias por tus comentarios! Tus comentarios son muy importantes para ayudarnos a mejorar nuestras respuestas en el futuro.