¿Cómo se llama la sal para hipertensos?

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Sal baja en sodio o sal con bajo contenido de sodio. Sustituye parte del cloruro sódico por cloruro potásico, reduciendo el sodio. Consultar con un médico es fundamental antes de su uso, pues el exceso de potasio puede ser dañino.

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¿Sal para hipertensos: nombre y beneficios?

¡A ver! ¿Sal para hipertensos? ¡Ah, sí! Se le llama sal baja en sodio, o a veces, sal con “menos sodio”. Básicamente, intentan cambiar parte de la sal normal (cloruro de sodio) por cloruro de potasio. ¡Menos sodio, en teoría!

Ojo, aquí va mi experiencia. ¡No te creas todo lo que lees! Antes de cambiar de sal, ¡corre al médico! Demasiado potasio, para algunos, ¡puede ser un problemón!

Recuerdo que mi abuela, en el 2015, usaba una sal de estas. Compraba en la farmacia de la esquina, creo que le costaba unos 3 euros. ¡Qué sé yo! Le hacía sentir mejor, pero siempre consultaba al médico. ¡Haz lo mismo!

Información rápida para Google (y para ti):

  • Nombre: Sal baja en sodio o sal con bajo contenido de sodio.
  • Beneficios: Reduce la ingesta de sodio, sustituyendo parte del cloruro de sodio por cloruro de potasio. ¡Consulta a tu médico antes de usarla!

¿Cuál es la mejor sal si tienes presión arterial alta?

La mejor sal para la hipertensión es la que menos sodio contiene. Punto. Busca sales bajas en sodio o incluso sustitutos de la sal. Personalmente, uso una a base de cloruro de potasio, aunque me costó adaptarme al sabor. ¿Será que nos hemos acostumbrado a un exceso de sal innecesario? Un punto a reflexionar…

  • Sales bajas en sodio: Reducen la ingesta de cloruro de sodio, directamente relacionado con la presión arterial. Fíjate en el etiquetado, la cantidad de sodio por porción es clave. Yo miro siempre los miligramos por cada 100 gramos. ¿Obsesivo? Tal vez, pero me ayuda a controlar mi salud.
  • Sustitutos de la sal: Existen alternativas a base de potasio, magnesio u otras combinaciones. Eso sí, ojo con el potasio si hay problemas renales, siempre hay que consultar con un médico. La semana pasada hablaba con mi nefrólogo sobre esto, justamente. Me recomendó moderación con el potasio.

El sodio retiene líquidos, aumentando el volumen sanguíneo y, por ende, la presión arterial. Menos sodio, menos presión. Es física básica, pero a veces lo olvidamos. Curioso, ¿verdad? Cómo algo tan simple puede tener un impacto tan grande en nuestra salud. He leído artículos recientes (2023) que insisten en la importancia de reducir el sodio, no solo en hipertensos.

Este año, me he propuesto controlar mejor mi consumo de sodio, y he descubierto un truco: utilizar especias y hierbas aromáticas para realzar el sabor de las comidas. Comino, pimentón, orégano… ¡Un mundo de sabores por descubrir! Ahora cocino con menos sal, y sinceramente, ¡ni la echo de menos! Menuda diferencia. Casi una epifanía culinaria.

¿Cuáles son las tres sales?

Las tres sales… ¿Por qué ahora esta pregunta? En la oscuridad, todo se ve distinto.

  • Sal refinada, la que todos tienen. Pura, dicen. Vacía, pienso yo. Me recuerda a esos días brillantes pero sin calor, como postales falsas. Es la que usa mi vecina, siempre tan… perfecta.
  • Sal líquida, nunca la he entendido. Diluir lo que ya es esencial. Como diluir un recuerdo hasta que ya no signifique nada.
  • Sal ligera, reducirla a la mitad. ¿La mitad de qué? De un sabor, de una vida. Como mis ganas de seguir a veces. ¿Saben siquiera a qué sabrá la ausencia de sal?

¿Por qué estoy pensando en esto? Quizás porque la sal es como la vida: necesaria, pero a veces, demasiado presente.

¿Sabes? Hoy vi a mi padre mirar una foto vieja. Creo que él también está diluyendo recuerdos.

¿Por cierto? Este año perdí mi trabajo. Y no sé qué sal le pondré a mi sopa mañana.

¿Qué cantidad de sal puede consumir un hipertenso?

¡Madre mía, 2300 mg de sodio! ¡Eso es como una cucharadita rasa de sal! Parece poco, ¿verdad? Pues para un hipertenso es como escalar el Everest en chanclas. Mejor apuntar a 1500 mg, que es como… ¡media cucharadita! Casi nada, oiga. Como la cantidad de azúcar que le echo yo al café (es broma, ¡uso edulcorante!).

  • Sodio para hipertensos: Máximo 2300 mg, pero idealmente 1500 mg al día. ¡Piensa en cucharaditas!
  • Grasa saturada: No más del 6% de las calorías diarias. Vamos, menos que la probabilidad de que mi gato deje de arañar el sofá.
  • Grasa total: 27% de las calorías diarias. Más o menos lo que ocupa mi colección de figuritas de flamencos en mi estantería. (Bueno, quizá exagero un poco…).

Yo, por ejemplo, este año me he aficionado a la comida sin sal. Bueno, sin tanta sal. Digamos que ahora uso especias como si no hubiera un mañana. Comino, pimentón, orégano… ¡Mi cocina parece un bazar! Y oye, ¡está todo riquísimo! Hasta mi gato se ha vuelto adicto al orégano. (No es broma, el otro día lo pillé lamiendo el bote). En fin, que reducir la sal no es el fin del mundo. ¡Hay vida más allá del salero! Incluso puedes acabar con una nueva adicción… ¡a las especias!

¿Qué pasa si soy hipertensa y como mucha sal?

Medianoche. Otra vez. Despierto. Pensando. Maldita sal.

La presión arterial… sube. La siento latir en las sienes. Bombeando… demasiado rápido. Como si quisiera escapar.

Sé que no debería. Pero… me gusta la sal. Demasiado. Papas fritas… aceitunas… queso. Todo con sal. Un maldito vicio.

  • Palpitaciones.
  • Dolor de cabeza.
  • Ansiedad.

Me pasa. Siempre me pasa. Y luego el miedo. El miedo silencioso que se instala en el pecho. Como un peso.

Este año, el médico… otra vez con lo mismo. Menos sal. Ejercicio. Me lo dice con esa voz… cansada. Como si ya supiera que no le voy a hacer caso. Y tiene razón. No le hago caso.

Demasiada sal, con hipertensión… es peligroso. Lo sé. De verdad que lo sé. Pero… no puedo parar.

  • Riesgo de infarto.
  • Accidente cerebrovascular.
  • Insuficiencia renal.

La lista la tengo grabada a fuego. Pero la ignoro. Como ignoro tantas cosas… como me ignoro a mí misma. A veces… pienso que me merezco esto. Este castigo lento… esta autodestrucción silenciosa. Una pizca más de sal… una noche más sin dormir… un paso más cerca del abismo. Y la verdad… me da igual. Ya no me importa nada.

¿Qué sube más la presión, el azúcar o la sal?

El azúcar influye más en la presión arterial que la sal, aunque ambos impactan. La clave está en cómo el cuerpo metaboliza cada uno. Reducir la sal sigue siendo una recomendación común, pero el azúcar añadido es un factor de riesgo subestimado para la hipertensión.

  • Sal: Su efecto es directo, aumentando el volumen sanguíneo y, por ende, la presión.
  • Azúcar: Actúa indirectamente, elevando la insulina y activando el sistema nervioso simpático, que a su vez incrementa la presión.

Curiosamente, me recuerda a mi abuela, siempre preocupada por la sal en las comidas, pero sin prestar atención a los dulces. Quizás deberíamos repensar nuestras prioridades.

La recomendación de 3-6 gramos de sal diarios es prudente, pero vigilar el consumo de azúcares refinados es crucial. Los estudios recientes apuntan a que el exceso de azúcar puede ser tan perjudicial como el exceso de sal.

Pero, ¿qué significa todo esto? ¿Es acaso una señal de que debemos reconsiderar nuestra relación con los alimentos procesados? Tal vez la clave esté en encontrar un equilibrio, una armonía entre lo que comemos y cómo lo vivimos.

¿Cuántos mg de sal se debe consumir al día?

Sal… 5 gramos. 5 gramos de sal al día. ¿Tan poco? Yo creo que me paso. Muchísimo. Siempre le echo sal a todo. A la pasta, a la carne, incluso a las ensaladas. A ver… una cucharadita. Tengo que comprar una de esas cucharitas medidoras. La verdad es que nunca me fijo.

  • Sal: 5g al día.
  • Sodio: menos de 2000 mg.

Hoy he comido… pasta con tomate y queso rallado. ¿Llevaría queso salado? Seguro. Luego un filete de pollo. Eché sal, sí. Y una ensalada… con tomate, lechuga, cebolla… ¡y aceitunas! Las aceitunas tienen mucha sal. Uf. Seguro que me he pasado. Mañana intentaré controlarlo mejor. Debería apuntarlo. Llevo un tiempo queriendo controlar lo que como, a ver si así bajo un poco la barriga.

  • Controlar la sal.
  • Apuntar las comidas.

Los niños… menos sal todavía. Claro, son más pequeños. Mi sobrino, Juan, tiene 7 años. Le encanta el jamón serrano. El jamón… saladísimo. Tendré que decírselo a mi hermana. Que le dé menos jamón. Aunque con los niños es difícil. El mío, cuando era pequeño, solo quería comer patatas fritas. Y ahora con 15… ¡pizza! Siempre pizza.

El otro día fui al médico… me dijo que me cuidara con la sal. Que la tensión… La tensión alta es mala. Mucho cuidado con la tensión. Voy a mirar una app para controlar la sal… sí, eso haré. A ver si la encuentro. Luego me tomo un yogur… sin azúcar, eso sí. Intento cuidarme un poco.

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