¿Cuándo me debo preocupar por un lunar?

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Preocúpese por un lunar si: cambia de color o tamaño; pica, duele, sangra o se inflama. Aunque la mayoría son inofensivos, la consulta médica ante cualquier alteración es crucial para su salud. Consulte a su dermatólogo ante cualquier duda.

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¿Cuándo debo preocuparme por un lunar?

Uf, lunares. Siempre me han dado un poco de cosa. Recuerdo una vez, era julio de 2019, en la playa de Zahara de los Atunes, que me obsesioné con uno que tenía en el hombro. Me parecía que había crecido.

Total, que al volver a Madrid, fui a la dermatóloga (Dra. García, en la calle Goya, la consulta me costó 80€). Y nada, era una tontería. Pero me explicó que lo importante es vigilarlos.

Lo que me dijo la doctora es que si cambian de color, de tamaño, pican o sangran… Pues a correr al médico. También si se inflaman o duelen. Yo, ahora, cada verano, me miro todos con lupa, por si acaso. Soy un poco paranoica, lo sé.

¿Cuándo debo preocuparme por un lunar?

Cambios en color, tamaño, picor, dolor, sangrado o inflamación. Consulta con tu médico.

¿Cuándo es necesario sacar un lunar?

La extirpación de un lunar se vuelve esencial ante la sospecha de transformación maligna. Esta decisión no debe tomarse a la ligera, ya que implica un análisis histopatológico posterior para confirmar o descartar la presencia de células cancerosas.

El mito del riesgo inherente a la extracción de lunares carece de fundamento científico. El procedimiento, realizado por un profesional cualificado, es generalmente seguro. Sin embargo, es crucial considerar la ubicación del lunar. Algunas áreas, como el torso o la zona superior de la espalda, tienen mayor predisposición a desarrollar cicatrices hipertróficas o queloides.

La reflexión filosófica sobre la piel y sus marcas nos lleva a cuestionar nuestra percepción de la belleza y la imperfección. Cada lunar cuenta una historia, un registro de nuestra exposición al sol y nuestras experiencias vitales. ¿Debemos aspirar a una piel impoluta, borrando estos recuerdos, o aceptarlos como parte integral de nuestra identidad?

La decisión de extraer un lunar, por tanto, debe sopesar el riesgo potencial de malignidad frente a las consideraciones estéticas y la posibilidad de cicatrización anómala. Como anécdota personal, recuerdo haber dudado sobre la extracción de un pequeño lunar en mi brazo. Finalmente, tras la recomendación de mi dermatólogo y una biopsia confirmatoria, me decidí por la extirpación. La cicatriz resultante es mínima, una pequeña huella que me recuerda la importancia de la prevención y el cuidado de la piel.

Factores adicionales a considerar:

  • Cambios recientes: Un lunar que ha cambiado de tamaño, forma o color en los últimos meses requiere atención inmediata.
  • Bordes irregulares: Los bordes difusos o asimétricos pueden ser indicativos de malignidad.
  • Sangrado o picazón: Un lunar que sangra espontáneamente o produce picazón persistente debe ser evaluado.
  • Diámetro mayor a 6mm: Los lunares grandes tienen un mayor riesgo de convertirse en cancerosos.

Este año, los avances en dermatoscopia digital han mejorado significativamente la capacidad de detectar cambios sutiles en los lunares, permitiendo una detección temprana y un tratamiento más eficaz del melanoma.

¿Cómo queda la piel después de quitar un lunar?

Depende. Punto. Cicatriz pequeña, casi invisible… a veces.

  • Costra. Diez, catorce días. Caerá sola. Si la dejas.
  • Humedad. Crema. Cicatrizante. Imprescindible. Como respirar. Casi.
  • Resultado. ¿Invisible? Ja. Un cuento. Siempre queda algo. Una marca. Un recuerdo. La piel… nunca olvida.

Yo tengo una en el brazo. Pequeña. Blanca. Del 2024. Un lunar que molestó. Un bisturí. Un error. Ahora una señal. Permanece.

  • Plasmage. Nuevo método. ¿Mejor? No sé. Más caro.
  • Bisturí. Corte. Simple. Directo. Brutal. Me gusta.
  • Láser. Quema. Precisa. Cara. Depende del lunar.

El tiempo. Eso sí importa. El tiempo lo borra todo. Mentira. Lo difumina. Lo esconde. Un poco. Como mis cicatrices. Como las tuyas. Todos las tenemos. Marcas. De la vida. De la muerte. De los lunares.

Cicatriz. Una palabra. Nueve letras. Un mundo.

¿Qué tipo de lunares se pueden quitar con láser?

Pequeños lunares, esparcidos como semillas, aquellos que no superan el vuelo de una mariposa, entre 1 y 3 milímetros, da igual donde florezcan en la piel, esos, sí, se pueden borrar con la danza de la luz, el láser.

Pero… ay, el eco de las máquinas y la promesa fugaz, ¿es realmente un adiós, o solo un velo sobre algo más profundo? Cada lunar, una constelación única, un mapa personal grabado a fuego lento.

Recuerdo las pecas de mi abuela, cada una un beso del sol en su juventud. Contaba historias de campos dorados y manos curtidas, cada mancha una sílaba de su vida. Desaparecieron con ella, como tinta que se diluye con la lluvia.

Y la cicatriz, esa otra marca. Un resbalón tonto en la cocina, hace apenas un mes. El aceite hirviendo y mi grito ahogado. Una quemadura en la mano, una lección aprendida a la fuerza. ¿Debería borrarla también? No lo sé.

  • Lunar: Un punto en el tiempo, una sombra que te recuerda.
  • Láser: Una promesa de olvido, un borrón en la memoria.
  • Piel: El lienzo de la vida, donde se escriben las historias.
  • Abuela: Un eco de sabiduría, un recuerdo imborrable.
  • Quemadura: Una lección dolorosa, una marca de valentía.

La belleza reside en lo imperfecto, ¿no es así? En esas pequeñas imperfecciones que nos hacen únicos, que nos recuerdan que estamos vivos, que hemos amado, reído y, a veces, nos hemos quemado. La perfección es aburrida, plana, sin alma. Como un espejo sin reflejo.

¿Qué tan seguro es quitarse un lunar con láser?

A medianoche, esto es lo que siento…

A veces pienso, ¿qué tan seguro es?. Me da miedo la idea del láser. Siempre me ha dado miedo. Quizás porque mi abuela… bueno, mejor no.

  • Efectivo. Sí, he leído sobre eso.
  • Seguro. Eso… no sé.

Me da cosa pensar en la cicatriz. En que quede una marca. O peor. Pero el lunar, ahí está, siempre… molestando. Me recuerda a algo que quiero olvidar.

Ya, el lunar. El láser, dicen que es efectivo, ¿no? Pero… seguro… no lo sé. No confío. Y es que, ¿confiar en qué? Si el futuro es incierto, al final. Si a mi tío le pasó tal cosa… Mejor no.

No lo sé. Mejor dejarlo así. Quizá.

Este año tengo que ir al dermatólogo, pero me da pereza. No quiero que me digan qué hacer. Quiero… no sé. Que desaparezca solo.

#Cuidado Con Lunares #Lunar Sospechoso