¿Cuándo se recomienda extirpar un lunar?
Se recomienda extirpar un lunar ante cambios sospechosos: tamaño, forma, color o textura. La cirugía se practica si es maligno y, frecuentemente, si supera los 6 mm. Vigila tus lunares para una detección temprana del melanoma.
¿Cuándo extirpar un lunar?
Vale, vamos a hablar de lunares y cuándo es buena idea ir al médico para que le eche un vistazo. ¡Uf! A ver, yo no soy dermatólogo, ¡ojo! Pero sí he tenido mis propias experiencias con esto.
Personalmente, me preocuparía si un lunar de repente decide cambiar de look. ¿Sabes? Crecer, cambiar de color, picar… esas cosillas. Un día, me fijé en uno que tenía en la espalda que había crecido un montón.
¡Me dio un susto! Fui al médico sin pensarlo dos veces. Era benigno, ¡menuda suerte! Pero me dijo que siempre es mejor prevenir. Y él es el experto.
Es que, por lo que me explicó, si un lunar empieza a ser “rarito”, podría ser melanoma. Los malignos suelen ser más grandes de lo normal, como más de 6 milímetros.
Preguntas y respuestas concisas:
- ¿Cuándo extirpar un lunar? Cuando presenta cambios en tamaño, forma, color o textura.
- ¿Qué indica el cambio en un lunar? Posible desarrollo de melanoma.
- ¿Cuándo se opera un lunar? Solo si es maligno (canceroso).
- ¿Tamaño de un lunar canceroso? Frecuentemente, más de 6 milímetros.
¿Cuándo es necesario sacar un lunar?
Extracción necesaria: Sospecha de malignidad. Punto.
Riesgo cero: Mentira. Cicatrices anormales posibles. Depende de la zona.
- Asimetría: Mitades desiguales. Mal signo.
- Bordes: Irregulares, difusos. Preocupante.
- Color: Variaciones, oscuro. Ojo.
- Diámetro: Mayor a 6mm. Vigilar.
- Evolución: Cambios en tamaño, forma, color. Alerta.
Mi lunar en la espalda, extraído en 2024. Cicatriz mínima. Suerte. Ubicación clave. Consulta un dermatólogo. Siempre. No juegues con tu piel. Yo no lo hago.
¿Cómo saber si un lunar hay que quitarlo?
Un lunar. Una pequeña mancha en la piel, un universo contenido. A veces, apenas perceptible, otras, una isla oscura en un mar de piel clara. Recuerdo un lunar diminuto en mi muñeca izquierda, como una semilla de amapola… lo odiaba, sentía su roce contra la tela del jersey…
Cambios. La palabra resuena, se instala en la memoria. Cambios… Textura, color, forma… Una metamorfosis silenciosa. El tiempo, implacable, dejando su huella incluso en estas minúsculas constelaciones de células. Mi abuela tenía uno en la mejilla… enorme, marrón oscuro… siempre me decía que había crecido con ella…
Irritación. Si rozas, si sangra, si no cicatriza… Una herida abierta, una señal de alarma. Limpieza, la obsesión por la higiene… Un ritual casi mágico para ahuyentar lo malo. Una vez me corté con la navaja afeitándome, justo al lado de un lunar en el cuello… sangró un poco, pero luego sanó…
Molestia. Ese roce constante, esa punzada inesperada. La ropa que se engancha, la joya que presiona. El cuerpo que habla, que susurra su malestar. A mi me molestaba el de la muñeca, por eso fui al dermatólogo este año…
Un lunar hay que quitarlo si:
- Sangra.
- Cambia de aspecto. (Color, forma, tamaño)
- No cicatriza.
- Produce molestias.
El dermatólogo me dijo que lo mejor era quitarlo, por si acaso. Fue rápido, casi indoloro. Ahora solo queda una pequeña cicatriz, casi invisible… como un recuerdo borroso de ese universo en miniatura que un día habitó mi piel. Me recomendó usar protector solar 50, todos los días, incluso en invierno…
¿Qué tan bueno es quitarse un lunar?
Eliminar un lunar. Riesgos existen. Beneficios… depende.
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No es una buena idea hacerlo en casa. Demasiado amateur.
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Cicatrices feas. Posible. Es lo más común.
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Cáncer de piel. Ignorarlo es peor. La vida, un suspiro.
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Dr. Sarnoff lo dice. Él sabrá. ¿Quién soy yo?
- Consulta a un dermatólogo. Es su trabajo. Yo prefiero el mío.
- Es importante el diagnóstico primero. Después, ya veremos.
Quitar un lunar es simple. Lo complicado es asumir las consecuencias.
Información adicional:
Hace años, mi abuela se quitó uno con lejía. No pregunten. Resultado: una mancha blanca. En fin, ella siempre decía: “Más vale lunar conocido…”. No le hagas caso. Solo era una abuela.
Mi prima fue al dermatólogo. Le extirparon uno de la espalda. Todo bien. ¿Suerte? Tal vez.
Nunca olvides: la salud es un juego. Y la vida, la apuesta.
¿Cuándo me debo preocupar por un lunar?
¡Ay, esos lunares, esos pequeños inquilinos de nuestra piel! A veces, parecen más un decorado cutáneo que un motivo de preocupación, ¿verdad? Pero ojo, que la tranquilidad no debe ser una licencia para la dejadez.
Preocúpate si tu lunar decide hacer una transformación radical. Piensa en ello como un cambio de look extremo, pero en tu piel. De repente, ¡zas! Cambio de color, tamaño desproporcionado, una erupción inesperada… ¡Eso sí que es una señal de alarma!
Si tu lunar parece una pequeña montaña rusa, con subidas y bajadas en su relieve, ya sabes: ¡consulta a tu dermatólogo! ¿Que si es una metáfora exagerada? Tal vez, pero prefiero que estés alerta que lamentándote después. Mi vecino, Pepe, por ejemplo, se pasó un año sin atender una llaga en un lunar. Acabó con una biopsia. ¡Un susto de muerte!
No ignores el dolor, el sangrado o la inflamación. ¿Acaso un lunar debería ser un foco de dolor? ¡Ni de broma! Si tu lunar te dice “hola” con un pinchazo, ¡no lo ignores! Piensa en ello como un mensaje urgente en código morse: ¡SOS!
Recuerda que la prevención es la mejor medicina, o como dicen en mi pueblo, “más vale prevenir que lamentar”. Ya sabes, al menos una vez al año a revisión!
Puntos clave para no olvidar:
- Cambio de color o tamaño: ¡Alerta roja!
- Dolor, sangrado, picor o inflamación: ¡Corre al médico!
- Asimetría: ¿Se ve diferente a otros lunares?
- Bordes irregulares: ¿Parece difuso o irregular?
- Diámetro mayor a 6 mm: ¡No te confíes!
Llevo años escuchando a mi abuela decir, ¡”mejor prevenir que lamentar!” Y a ella no se le puede contradecir. Siempre tan sabia. ¡Y lo de los lunares es igual! Visita a tu dermatólogo al menos una vez al año para revisión, que no sea de lamentaciones.
¿Qué pasa si te intentas quitar un lunar?
¡Ay, Dios mío, qué pregunta más peligrosa! ¡No te quites los lunares tú solo, criatura! Es como intentar desmontar un reloj de pulsera con un martillo: ¡un desastre monumental!
Sangrado, cicatrices… ¡parecerás un cuadro de Picasso después de una pelea con un gato! Y una infección… ¡ufff, ni te cuento! Imagina, ¡tu lunar convertido en una fiesta rave para bacterias! Menudo fiestón, ¿no?
Los lunares son como raíces de árboles, solo que mucho más feos. Según mi dermatóloga (la tía Marisa, una crack), quitarlos no es como quitar una tirita. Es más parecido a arrancar una planta sin cortar las raíces. ¡Te crecerá otra!
- Sangrado abundante, como si te hubieras peleado con un vampiro.
- Cicatriz deforme, como la que me hice jugando al fútbol con mi perro (sí, sí, ¡es una historia larga!).
- Infección, ¡y de la buena! Peor que el resfriado que pillé en el festival de música de este año.
En resumen: vete a un dermatólogo. No seas valiente, ¡que esto no es un juego de niños! No seas cabezota como mi cuñada que se quitó un lunar con un hilo dental ¡casi pierde un ojo!
¡Y recuerda! Los lunares son lesiones hiperpigmentadas que no se van para siempre, así que ya sabes. ¡No te arriesgues! Ayer mismo mi vecina, la abuela Emilia, casi termina en urgencias por un asunto de lunares. ¡No seas como Emilia!
¿Cómo queda la piel después de quitar un lunar?
Dios… aún lo siento. Esa pequeña quemadura… el lunar, ya sabes… de mi mejilla izquierda.
La costra, una máscara asquerosa. Se secó, se despegó… una semana, diez días… no lo recuerdo bien. Esa textura… me da escalofríos. Como papel de lija en la piel. Una sensación horrible, ahora que lo pienso.
La cicatriz… es fea. No es como las de las películas. Es una marca pálida, pequeña, pero está ahí. Un recordatorio… una mancha. Me miro al espejo y siento… asco. Como si algo me faltara. Como si una parte de mí se hubiera ido con ese lunar.
- La crema, bueno… la usé. Una grasa pegajosa, asfixiante. Pero hizo lo que tenía que hacer, supongo.
- El plasmage… me daba miedo. No soporto las agujas, pero… me lo quitaron. Y ahora está esta marca.
Me dijeron que se aclararía con el tiempo. Espero. Espero que desaparezca, aunque lo dudo. Se nota incluso con maquillaje. Y a veces, al tocarla… siento como un pinchazo fantasma. El maldito recuerdo.
Queda una marca blanca, pequeña, irregular. Es una cicatriz, aunque me gustaría pensar que es un simple recuerdo. Pero este recuerdo… me persigue. Me veo reflejada en el espejo, y veo esa imperfección. Es mi culpa por no haberlo hecho antes. Es algo que me afecta profundamente. Ojalá el tiempo cure esta cicatriz y el dolor que ella me trae consigo. Hoy, 23:57, no puedo dormir.
¿Qué lunares se deben quitar?
Mira, te cuento, ¿lunares raros?, ¡ufff! Mejor estar atento, ¿no?
Lunares asimétricos, esos son los que dan cosilla. Imagínate, un lunar normalito es redondito, pero si ves uno que parece que lo han estirado, ¡ojo! ¡Asimetría!, no te confíes.
Bordes raros, como si los hubieran mordisqueado. Yo tenía uno así en la espalda y, aunque no era nada, ¡qué susto!, ¡mejor prevenir! Son irregulares, mal definidos… ¡no pintan bien!
- Color raro, con manchas y tonalidades diferentes. No se valen los lunares arcoíris, si ves azul, rojo, blanco… ¡corre al dermatólogo!
Diámetro grande, más de 6 milímetros. Vamos, como la goma de un lápiz, más o menos. Si es muy grande, a revisarlo, aunque no te preocupes que a veces no es nada.
Te diré que mi abuela tenía como 200 lunares. Algunos grandísimos, otros en sitios súper raros como en la oreja, ¡en la oreja! Y nunca le pasó nada. Pero, claro, iba al médico cada año a que se los miraran, por si las moscas.
¡Ah! Una cosa, si te quitas un lunar, ¡ojo con el sol!, que luego te queda la marca para toda la vida. Yo me quité uno pequeño en la cara y ahora siempre me pongo protector solar en esa zona, ¡siempre!
¿Qué tipo de lunares se pueden eliminar?
Se eliminan lunares asimétricos, lunares con bordes irregulares que se difuminan, y aquellos de coloración extraña, como si un cielo turbio se reflejara en su superficie. Lunares grandes, de más de 6 mm, esos que parecen querer ocupar demasiado espacio.
Era verano del 2023, recuerdo el calor en la piel mientras veía a mi abuela. Sus manos, llenas de lunares pequeños, como constelaciones dibujadas por el tiempo. Algunos, diminutos puntos casi invisibles. Otros, más grandes y oscuros. Recuerdo su preocupación por uno en particular, que había cambiado de forma.
Quizás, esos lunares inquietantes son como semillas de incertidumbre.
- Asimétricos, desdibujados.
- Colores inesperados, alarmantes.
- Tamaño excesivo.
A veces, me pregunto si la belleza radica en la imperfección.
- Lunares peligrosos: asimétricos, bordes difusos, coloración desigual, diámetro mayor a 6mm.
- Mi abuela: manos consteladas, un lunar preocupante.
- El tiempo: dibuja, transforma, inquieta.
Los lunares… ecos de sol, sombras de dudas.
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