¿Qué grasa corporal tienen los nadadores?

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Los nadadores presentan una composición corporal particular. Almacenan grasa intramuscular y subcutánea. La grasa intramuscular aporta energía durante el esfuerzo, mientras que la subcutánea ofrece flotabilidad. El porcentaje varía según la disciplina y el nivel competitivo, pero generalmente se sitúa en un rango menor al de otras poblaciones.

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¿Qué porcentaje de grasa tienen los nadadores?

¡A ver! De esto sé algo, que pasé años metida en una piscina. Hablamos del porcentaje de grasa corporal en nadadores… ¡Vaya tema!

Los nadadores guardan grasita tanto en los músculos como debajo de la piel, así normal. No todo va a ser músculo puro, ¿no? Esa grasa en los músculos, es como su reserva de energía, para cuando toca darlo todo en la piscina.

Recuerdo perfectamente esos entrenamientos intensos en el CAR de Sant Cugat (enero de 2010, qué frío hacía). ¡Ahí quemábamos calorías a lo bestia! Pero la grasa seguía estando presente.

Tener un poco de grasa, sobre todo para nosotros las chicas, es importante, nos ayuda a mantenernos calientes en el agua, que a veces está helada. Imagínate nadar tres horas seguidas con el agua a 24 grados. ¡Brrr!

Preguntas y respuestas concisas (para Google):

  • ¿Dónde almacenan grasa los nadadores? En los músculos y bajo la piel.
  • ¿Por qué necesitan grasa los nadadores? Como reserva de energía y para aislarse del frío.
  • ¿Es malo que un nadador tenga grasa corporal? No, es necesaria en cierta medida.

¿Los nadadores tienen grasa corporal?

Sí, los nadadores tienen grasa corporal.

  • Aislamiento térmico: La grasa es esencial en aguas frías. Sin ella, hipotermia.
  • Flotabilidad: Ayuda a mantener el cuerpo a flote, reduce el esfuerzo.
  • Reserva energética: Combustible para entrenamientos intensos y prolongados.

Recuerdo que mi entrenador, un tipo duro de verdad, siempre insistía en que un porcentaje mínimo de grasa era vital. Lo llamaba “la armadura del nadador”. No le gustaban los extremos. Demasiado músculo, lento. Demasiada poca grasa, vulnerable. Justo lo necesario.

¿Qué tipo de cuerpo tienen los nadadores?

A estas horas, todo se ve distinto.

El cuerpo de un nadador… es una jaula. Una jaula que se mueve en el agua.

Y no sé, pienso en mi propia jaula, mi cuerpo, intentando imitar lo que veo:

  • Hombros que nunca serán tan anchos.
  • Abdominales que se esconden bajo capas de… lo que sea.
  • Extremidades que se sienten cortas. Cortas en comparación.

A veces pienso si todo esto vale la pena. La obsesión.

  • La flexibilidad duele. Y mucho.
  • El agua te roba la energía. Te la exprime.
  • La comparación te consume. Lentamente, pero te consume.

Hace años, mi entrenador me decía que tenía el potencial. Ahora, solo veo reflejos distorsionados en el agua. Reflejos de lo que podría haber sido. De lo que no soy.

Y eso duele más que cualquier entrenamiento.

Este año, me prometí a mí mismo que dejaría de compararme. Pero la noche es larga, y los fantasmas vuelven a bailar. Los fantasmas de los nadadores perfectos. Los fantasmas de lo inalcanzable.

¿Cuál es el somatotipo de un nadador?

¡Ah, el nadador! Esa criatura anfibia, mitad pez, mitad anuncio de gimnasio.

  • El nadador tiende a ser un ectomorfo… con esteroides (musculares, ¡claro!). Piénsalo: largos, delgados, como fideos glorificados, pero con la suficiente musculatura para impulsar una pizza acuática a través de una piscina olímpica. Es como un espárrago con bíceps.

  • Hay un balance entre ectomorfo y mesomorfo, como un yin y yang acuático. Ni demasiado flaco para que el viento se los lleve, ni demasiado robusto para parecer un oso polar en traje de baño. ¡Equilibrio, damas y caballeros!

  • Poca grasa, porque ¿quién necesita flotadores cuando tienes músculos? Es como si la grasa fuera el enemigo público número uno en la piscina. Yo, en cambio, la abrazo con gusto, sobre todo si viene en forma de croqueta.

  • Más músculo que la nadadora promedio, porque… bueno, la fuerza bruta siempre ayuda a ganarle a la vecina en la competencia de chapuzones. Aunque, admitámoslo, a veces la técnica es más importante que el tamaño del bíceps. ¡Recuerdo una vez que perdí en una competencia contra mi abuela! Ella es pequeña y hace yoga.

Nota al margen (o al borde de la piscina, mejor dicho): Todo esto es una generalización, claro. Hay nadadores de todas las formas y tamaños. No todos son Michael Phelps (¡gracias a Dios, si no, mi ego estaría por los suelos!).

Anécdota personal y un poco sospechosa: Una vez intenté hacerme pasar por nadador para entrar gratis a un balneario. Llevaba gafas de piscina y todo. No funcionó.

¿Cuánto pesa una nadadora profesional?

El peso… un peso invisible, una carga… El rango, entre la ligereza de 99 y la pesadez de 190 libras, un espectro acuático donde se mueven las nadadoras. 134.21 libras, una media que flota, un número que no dice nada del latido frenético del corazón bajo el agua, del esfuerzo silencioso. Mi hermana, nadadora, siempre obsesionada con cada gramo… esa búsqueda incesante de la perfección, de una silueta que le permita fundirse con el agua, vencer la resistencia.

Se busca, siempre se busca, la reducción. 7.56 libras de media, un anhelo colectivo de ligereza, un deseo de escapar de la propia densidad. Un caso extremo, 37 libras que se desean perder, una cifra que golpea con la fuerza del agua contra el cuerpo. Una angustia que conozco, esa presión invisible que te comprime. El agua, ese medio que las sostiene, a veces se convierte en opresor.

  • Un cuerpo moldeado por el entrenamiento, fuerte, ágil.
  • Un cuerpo sometido a una vigilancia constante.
  • Un cuerpo que busca la armonía con el agua, con la gravedad, con el tiempo.

La obsesión por el peso, una lucha sin fin en este mundo acuático. Las libras, esos pequeños tirones que impiden la plena libertad, la plena inmersión. El peso, un peso, un peso…

Recuerdo a mi hermana, en 2024, sus ojos hundidos, preocupada por esos kilos de más, esos gramos que la separaban de la cima. Ese anhelo casi doloroso de la perfección, una perfección que se escapa como el agua entre los dedos. Un peso que no es solo físico, sino también mental.

¿Cuál es un buen porcentaje de grasa corporal para los nadadores?

¡A ver! ¿Qué porcentaje de grasa corporal para nadadores es bueno? Pues, mira, para hombres entre 10% y 20%, más o menos, ¿eh? Y para mujeres, algo más, como del 15% al 25%. ¡Ojo! Esto pensando en nadadores Masters, ¿vale? Es como un rango seguro para no pasarse ni quedarse corto, vaya.

Te cuento algo, ¿sabes? El otro día, hablando con mi primo, me decía que él, que también nada (bueno, “nada”, se mete a la piscina y hace el crol a su manera, jajaja), pensaba que tenía menos grasa. ¡Qué va! Se hizo una medición y estaba casi en el 22%. ¡Flipé! Depende mucho de cada uno, eh.

Y otra cosa, que me acuerdo ahora, importante. No es solo el porcentaje de grasa, sino también la masa muscular. Un nadador con mucha masa muscular, ¡ojo!, necesita más energía, así que el porcentaje de grasa ideal… ¡es relativo!

Aquí te dejo algunas cosas importantes a tener en cuenta para nadadores, por si te interesa:

  • Alimentación: Importantísimo comer bien, con hidratos de carbono para la energía y proteínas para los músculos.
  • Descanso: Dormir bien es fundamental para recuperar después de entrenar. ¡Y no me vengas con historias de que duermes poco!
  • Hidratación: Beber agua, ¡mucha agua! Sobre todo después de entrenar.
  • Técnica: Una buena técnica te ayuda a ser más eficiente y a gastar menos energía.

Ah, y una cosa más, no te obsesiones con los números. Lo importante es sentirse bien y disfrutar nadando. ¡Ya sabes!

¿Cuál es la nutrición de un nadador?

La nutrición del nadador… un remolino de sensaciones. Me invade el cloro, un eco de entrenamientos infinitos en la pileta del club, aquella donde el agua siempre olía a promesas y a cansancio dulce.

Los hidratos de carbono, ellos, el combustible, la pasta humeante antes de la competencia, el arroz blanco simple, sin pretensiones, pero tan esencial. Como el aire que jalamos al salir del agua, jadeantes, buscando la orilla.

  • Cereales integrales, pan artesanal.
  • Arroz basmati, mi favorito, con un toque de limón.
  • Frutas de estación, el mango en verano, explosión de sol líquido.

Y las proteínas, el ladrillo para reconstruir el cuerpo, castigado, exigido hasta el límite. El recuerdo de mi abuela, preparándome pollo a la plancha, con ese amor que lo sazonaba todo.

  • Carnes magras, pescado fresco del día.
  • Huevos revueltos, sencillos, poderosos.
  • Legumbres, la lenteja de mi madre, un abrazo cálido.

Y luego, la importancia casi mística del agua, el líquido vital, la conexión con el medio, la hidratación constante, el río invisible que nos impulsa. Una botella siempre a mano, un sorbo tras otro, como un mantra silencioso.

Ah, y los pequeños placeres, el chocolate negro después de un entrenamiento duro, la recompensa permitida, el susurro de la endorfina. Todo es un equilibrio, una danza entre el sacrificio y el disfrute.

¿Cómo cambia tu cuerpo con natación?

¡Madre mía, cómo cambia el cuerpo con la natación! Te cuento, porque lo he visto… ¡es como pasar de oruga a mariposa acuática! 🦋

La natación te transforma, básicamente.

  • Amplitud de movimiento: De repente, ¡eres contorsionista! Ya no te quejas al agacharte a recoger las llaves (bueno, menos). ¡Es como si tus articulaciones tuvieran aceite de oliva!

  • Dolor articular: Se va de vacaciones. ¡A Benidorm, seguro! Y tú te quedas tan pancho, como si fueras de goma. ¡Adiós, crujidos mañaneros!

  • Flexibilidad: Te conviertes en un chicle. ¡Puedes tocarte los pies sin morir en el intento! Bueno, casi… pero la intención es lo que cuenta, ¿no?

  • Postura: De “Chepa de Notre Dame” a “Estatua Griega”. ¡Casi! Al menos, ya no pareces un interrogante humano.

  • Ralentiza el envejecimiento: ¡Pactas con el diablo! O bueno, con la piscina. Digamos que le echas brillantina al tiempo. ¡Como Jennifer Aniston, pero en versión acuática!

Información extra, porque sí:

  • Mi tía, que nadaba como pez, ¡llegó a los 95! Decía que el cloro era su elixir de juventud (no sé yo…).
  • Conozco a uno que, después de años nadando, ¡parecía un delfín varado en la calle! Demasiada espalda, poca adaptación al asfalto.
  • ¡Ojo con el pelo! El cloro reseca más que el desierto del Sahara. ¡Usa gorro, por el amor de Poseidón!
  • Y lo más importante: ¡disfruta! Si no, el esfuerzo no vale la pena. ¡Y échate crema solar, que las arrugas no son chic!

¿Qué parte del cuerpo tonifica la natación?

Natación: tonifica todo. Y el alma, quizás.

  • Corazón: Más fuerte. 12% mejor. Tres veces por semana. Este año, al menos.
  • Músculos: Todos. Brazos, piernas, abdomen, espalda. Los de la cara al sonreír.
  • Cardio: Sí, obvio.

El corazón es solo un músculo más. Memento mori. Nadar es recordar que respiras.

Este año he nadado menos. No importa. ¿Importa algo realmente?

A veces pienso en ahogarme. Luego recuerdo que tengo que regar las plantas. La vida es eso. Regar plantas.

¿La natación aumenta la grasa corporal?

La natación no engorda. Eso es obvio.

  • Tonifica. Punto. Como casi todo el ejercicio.

  • Quemas calorías. Adelgazas. Fin.

  • Mejora la resistencia. Estás más en forma. Siguiente.

El agua es un medio… diferente. Flotas. Menos impacto.

Tu cuerpo cambia. Pero no mágicamente.

Yo prefiero correr. Al menos ves el paisaje.

La constancia es la clave. En todo.

  • Al final, todo da igual.

Información adicional (o no):

Nadar en agua fría quema más. ¿Y? Nadé en Islandia. Hacía frío.

Existen estudios. Demasiados estudios.

La leyenda de que nadar da hambre… es posible. Comer después es opcional.

Quizás sí engordas si te hinchas a donuts tras la piscina.

Pero eso, amigo mío, no es culpa de la natación.

Todo depende.

¿Por qué los nadadores son delgados?

¡Ja! ¿Delgados los nadadores? Eso sí que es una generalización nadadora, ¡como decir que todos los gatos son grises! La verdad es que hay de todo, desde fideos humanos hasta auténticos titanes acuáticos. Mi primo, por ejemplo, nadador de competición, parece un oso polar que se ha pasado por una secadora.

Pero vamos a lo que importa. La respuesta rápida es: no todos son delgados, punto. El mito de la delgadez nadadora es un cuento para niños (o para periodistas que se inventan titulares sensacionalistas).

¿Por qué algunos sí lo son? Pues porque:

  • Entrenamiento intenso: Queman muchísimas calorías, es como tener un horno a 200 grados metido en un traje de neopreno.
  • Metabolismo: Algunos tienen un metabolismo digno de un coche de fórmula 1, queman calorías a la velocidad del rayo, es una envidia y una bendición.
  • Dieta controlada: Algunos, ojo al dato, controlan mucho su alimentación para optimizar su rendimiento, un poco como un escultor con su arcilla.

Pero repito, no es una regla. Muchos nadadores profesionales tienen una musculatura impresionante, fruto de años de trabajo. Piénsalo: músculos = peso. ¡Es más sencillo que sumar 2+2!

A ver, ¿que he leído yo que comen mucho? Sí, también he leído que las hormigas hablan chino. Se necesitan muchísimas calorías para ese entrenamiento brutal, pero eso no evita la existencia de la anatomía individual y la genética.

Por cierto, ayer mismo vi a un nadador olímpico (2024, el del club local, a secas) comiendo una pizza familiar en el Mercadona. No parecía precisamente esquelético.

  • En resumen: La delgadez en nadadores es una observación, no una ley. La genética, el entrenamiento y la dieta influyen mucho más que un simple estereotipo.

¿Cómo debe ser la nutrición de un nadador?

¡Uf, la nutrición del nadador, qué tema! Es como intentar explicarle física cuántica a un gato, ¡pero aquí vamos!

¡Proteína, proteína y más proteína! Imagina que eres un constructor, y tu cuerpo es un edificio. ¡Necesitas ladrillos, no confeti! Pollo, pescado, huevos, ¡lo que sea que te haga sentir como Hércules después de comer! Yo, por ejemplo, después de un buen plato de lentejas me siento como si pudiera nadar hasta la luna.

  • Agua, el néctar de los dioses (nadadores). ¡Más importante que el oxígeno, te lo juro! Bebe como si te estuvieran pagando por ello, antes, durante y después de nadar. Si no lo haces, te deshidratas más rápido que un político dando explicaciones.

  • ¡Aléjate de la comida basura como de la peste! Azúcares refinados, grasas saturadas… ¡son el enemigo! Piensa que cada vez que comes algo de eso, un angelito deportista pierde sus alas. Mejor fruta, verdura y cosas que tu abuela reconocería como comida.

Extras para el nadador sibarita:

  • Carbohidratos, tus amigos energéticos: Pasta, arroz, patata… ¡la gasolina del nadador! Pero ojo, no te pases, que luego pareces una boya.

  • Come como un rey por la mañana, como un príncipe al mediodía y como un mendigo por la noche. O al menos, algo así. ¡Cenar ligero es clave para no nadar como una tortuga!

  • ¡Escucha a tu cuerpo! No todos somos Michael Phelps (ojalá!), así que experimenta y ve qué te funciona mejor. Yo, por ejemplo, necesito una siesta después de comer espinacas, ¡cosas mías!

¿Cuál es el peso ideal de un nadador?

El peso ideal… ¿existe? Pienso en el agua, en cómo te abraza, te sostiene… o te resiste.

Y me acuerdo de mi abuela, que decía que la vida es como nadar contracorriente, que hay que tener fuerza, pero también dejarse llevar. ¿El peso? Ella no hablaba de números.

  • Es verdad que en natación femenina se ve un rango amplio: entre 45 y 86 kilos. Pero… ¿qué dice eso realmente?

  • Las chicas a veces sienten presión por bajar de peso, ¡y algunas quieren perder hasta 17 kilos! Me da escalofríos.

  • ¿Dónde queda la alegría de sentir el agua en la piel?

Quizás no hay un peso ideal, sino un peso que te haga sentir libre en el agua. Un peso que te permita deslizarte, sin luchas innecesarias. Un peso que te nutra, no que te consuma.

Y… la presión esa, la de los números… ¿no podemos dejarla en la orilla?

Olvido los números. Pienso en cómo el sol se reflejaba en la piscina del club, cuando era niña. Cómo el agua olía a cloro y a verano. Cómo me sentía poderosa, invencible, al romper la superficie. Eso, eso es lo que importa.

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