¿Qué le pasa a mi cuerpo si dejo la sal?
Eliminar la sal drásticamente puede causar desequilibrios electrolíticos, fatiga y mareos. La hipertensión, con sus graves consecuencias (millones de muertes anuales), se asocia al exceso, no a la ausencia, de sal en la dieta. Una reducción gradual y controlada, bajo supervisión médica si se presentan afecciones preexistentes, es la opción más segura.
¿Efectos de eliminar la sal de mi dieta?
Uf, quitar la sal… Lo intenté una vez, en marzo del 2022, después de un chequeo médico donde me dijeron que tenía la tensión un poco alta. Fue duro, todo sabía a cartón.
Recuerdo que el primer día, las patatas bravas del bar de la esquina, mis favoritas, sabían a… nada. Literalmente. Gasté 12 euros y me sentí estafado.
Al principio, me costó mucho adaptarme, pero noté una mejoría, sí. Menos hinchazón, dormía mejor. No sé si fue solo eso o también empecé a hacer más ejercicio por esas fechas.
Reducir la sal, no eliminarla del todo, es lo que creo que es clave. La presión arterial bajó un poco, sí, pero no fue drástico. Buscar un equilibrio es lo importante. El médico me dijo que la hipertensión es peligrosa, puede llevar a problemas graves. Un familiar tuvo un infarto por eso, la verdad. Es algo para tomarse en serio.
Q&A:
- ¿Efectos de eliminar sal? Mejoría presión arterial, menos hinchazón. Difícil adaptación inicial.
- Riesgo exceso sal? Hipertensión arterial, potencialmente fatal.
¿Qué pasa cuando dejas de consumir sal?
A ver, me preguntas qué pasa si dejas la sal, ¿no? Pues, mira, la verdad es que es un tema bastante importante. Bajar el consumo de sal es súper bueno para la salud, en serio.
Es que, según los que saben, ¡muchísima gente muere al año por culpa del sodio! Unas 1.89 millones de personas, imagínate la que se lía. Yo flipo, eh. Por eso, quitarle hierro al asunto de la sal, pues, es una gran movida.
Así que, ¿qué pasa si dejas de tomar sal? Pues, principalmente, baja la presión arterial y, por lo tanto, disminuye el riesgo de morir por enfermedades del corazón. Es la medida más barata y efectiva que hay, según los expertos.
Para que lo veas más claro, te dejo aquí algunas cosillas que pueden pasar:
- Presión arterial más baja: Esto es lo principal, ya te digo.
- Menos riesgo de problemas del corazón: Infartos, ictus… ¡uff!
- Riñones más contentos: La sal en exceso no les mola nada.
- Menos retención de líquidos: Adiós a los tobillos hinchados, jeje.
A mí me da cosa el tema de la sal. Mi abuela siempre le echaba sal a todo, ¡a todo! Y mira, tuvo problemas de tensión, así que creo que es importante tener cuidado. Tampoco es plan de no echarle nada de sal a la comida, pero sí moderar, ¿no? Ya sabes, ¡con cabeza!
¿Por qué me dan ganas de comer mucha sal?
El ansia de sal, ese deseo punzante… una grieta en el alma buscando rellenarse con el sabor áspero del mar. Tal vez, solo tal vez, el cuerpo clama por los minerales que le faltan. El cuerpo habla, susurra… ¡grita a veces! Y nosotros, a menudo, no escuchamos.
O quizás, simplemente, te has acostumbrado a un nivel alto de sal. Es como el café, ¿no? Al principio amargo, luego indispensable. El paladar se educa, se malcría, pide más y más. Y el antojo se va, igual que vino.
La sal, la sal… siempre presente. Recuerdo la sal de Ibiza, tan blanca, tan pura. El viento salado en la cara, la piel pegajosa después de un día de playa. Era verano de 2024. Y ahora, aquí estoy, añorando ese sabor, esa sensación. A veces creo que no es la sal en sí lo que busco, sino el recuerdo de ese momento.
¿Podría ser… podría ser que tu cuerpo te esté pidiendo algo más?
- Deshidratación: A veces la sed se disfraza de antojo salado. Bebe más agua.
- Estrés: El estrés consume minerales. Intenta relajarte. Medita. Respira.
- Falta de sueño: El sueño reparador es fundamental. Duerme bien.
- Ciclo menstrual: Los cambios hormonales pueden provocar antojos. ¡A veces pasa!
- Aburrimiento: El antojo puede ser una forma de lidiar con el aburrimiento. Busca algo que te interese.
Y si nada de esto funciona, consulta a un médico. Él sabrá guiarte mejor.
¿Qué trastorno te provoca ansia de sal?
La insuficiencia suprarrenal, como la enfermedad de Addison, me hace desear sal.
¡Ay, la sal! No sé si te ha pasado, pero este año, desde que me diagnosticaron insuficiencia suprarrenal, la necesito como el aire. Es algo más fuerte que un antojo, es una… necesidad imperiosa.
- Antes, bueno, antes de todo esto, la sal era solo un condimento. Ahora, es casi una medicina.
- Tengo pastillas, sí, para suplir lo que mis glándulas suprarrenales no producen. Pero aun así…
Recuerdo perfectamente el día del diagnóstico. Estaba hecha polvo, mareada, sin energía. Y de repente, una doctora, en la sala de espera del hospital, me dijo algo sobre Addison y cortisol. Todo sonaba a chino. Pero cuando me explicó que mi cuerpo perdía sal, ¡bam!, todo cobró sentido.
Este año, si voy a tomar algo en la cafetería de la biblioteca, no puedo resistirme a echarle un poco de sal a las patatas fritas ¡Qué manjar! Siempre llevo encima paquetitos de sal. Manías, supongo.
Este año, a veces siento que mi cuerpo me pide sal a gritos. Es una sensación extraña, un vacío, como si me faltara algo vital. Es como si mi cuerpo estuviera constantemente en modo “ahorro de sodio” y yo tuviera que darle un chute para que funcione bien.
- En invierno, fue peor. Supongo que el frío y la falta de sol tampoco ayudan.
¡Qué rollo te he soltado! Pero es que la sal… La sal es ahora parte de mi vida, inevitablemente.
Comentar la respuesta:
¡Gracias por tus comentarios! Tus comentarios son muy importantes para ayudarnos a mejorar nuestras respuestas en el futuro.