¿Quién constata la muerte de una persona?
"La constatación oficial de una defunción y la emisión del certificado correspondiente compete al médico tratante, al médico que certifica la muerte, al médico legista (en caso de necropsia) o al médico designado por el centro de salud donde ocurre el fallecimiento. Esta certificación es esencial para trámites legales y administrativos."
¿Quién certifica una defunción?
A ver, te cuento mi experiencia. Mi abuela falleció el 12 de marzo de 2020 en el Hospital San José de Madrid. Fue un momento duro, obviamente.
Quien firmó el certificado fue el médico que la atendió durante su ingreso. Recuerdo que nos lo entregó junto con otros papeles, el mismo día. Todo era un borrón, pero ese detalle lo tengo grabado.
Me sorprendió un poco, pensaba que lo daría otro tipo de médico, ¿sabes? Como un forense o algo así. Pero no.
Preguntas y respuestas:
¿Quién certifica una defunción? El médico tratante, el que constata la muerte, el forense (si hay necropsia), o el designado por el centro de salud.
¿Quién es el encargado de llenar el certificado de defunción?
Registro Civil. Punto.
Ellos lo firman. Un sello, un papel. ¿Cambia algo?
La burocracia de la muerte. Curioso.
- Registro.
- Certificado.
- Olvido.
El médico certifica el fallecimiento. Pero el Registro… registra. La vida, o su ausencia. 2024, otro número. Otro nombre en la lista. Yo mismo vi a mi abuela firmar el de mi abuelo. Un bolígrafo gastado, tinta azul. El mismo que usaba para la lista de la compra. Ironías.
El funcionario. Un trámite más. ¿Piensa en el peso de esa firma? No lo sé. Da igual. Polvo somos, y en polvo… ya sabes. Un cliché, pero cierto.
El poder de la firma. Un garabato que decide. Que constata. Que borra. O que crea, en cierto modo. Una nueva realidad legal. Herederos, testamentos… La vida sigue, para algunos. Para otros, solo papeles.
Recuerdo el frío del mármol en el Registro Civil aquel día. El eco de mis pasos. Un lugar extraño. Ni vida, ni muerte. Solo… trámites. Como si la muerte necesitara un sello para ser real.
- Médico: Certifica.
- Funcionario: Registra.
- Registro Civil: Expide.
El papeleo… qué pesadilla. Siempre igual. Siempre lo mismo. Y sin embargo, necesario. Supongo.
¿Dónde registrar el acta de defunción?
¡Uf, qué lío aquello! Mi abuela Emilia… falleció en julio de 2024 en Manizales, un calor sofocante, recuerdo el sudor pegándome a la piel. La angustia, un nudo en la garganta que me costaba tragar. Primero, el velorio, el silencio pesado en la funeraria… la tristeza de mis tíos, de mi padre. El acta de defunción, ese papeleo que parecía infinito.
Después, la parte “práctica”, la que nadie te explica y te deja ahí, perdido. Mi cabeza daba vueltas, un caos. Registraduría Nacional del Estado Civil, ¿dónde era eso exactamente? Busqué en internet, llamaba a la funeraria, a mis tíos… ¡un desastre! La funeraria me ayudó un poco, pero la burocracia… ¡Dios mío!
Finalmente, terminé en la Registraduría de Manizales, en la carrera 23, casi esquina con calle 58, ¡después de mil vueltas! El edificio era enorme, olía a papel y tinta vieja. La atención, regular. Me atendió una señora de pelo recogido, un poco seca, pero eficiente, al menos. Presenté los papeles:
- Certificado médico de defunción.
- Certificado de nacimiento de mi abuela.
- Documento de identidad mío.
Todo un papeleo, horas de espera. Recuerdo la sensación de alivio al salir con el acta en mano. Se sintió como cerrar un ciclo, aunque el dolor seguía ahí. Aún ahora, pienso en ella.
Se registra en la Registraduría Nacional del Estado Civil o una Notaría. En mi caso, Registraduría de Manizales.
¿Cuánto tiempo tengo para registrar una defunción?
¡Uf, la muerte! Tema chungo. A ver, ¿cuánto tiempo hay? Dos días hábiles para registrar una defunción por muerte natural. ¡Dos días! ¡Qué estrés! ¿Por qué tan poco tiempo?
- Muerte natural: Dos días hábiles.
- ¿Y si pasa algo? ¿Si no puedo?
- ¿Qué pasa si no llegas? ¡Multa! Supongo… o algo peor.
El registro… lleva un montón de cosas:
- Fecha y hora del fallecimiento. Obvio, ¿no?
- Causa de la muerte. Esto es importante, supongo.
- Lugar. Dónde palmó. Cruel pero necesario.
- Datos del difunto. ¡Su vida en un papel!
¿Y si muere alguien un viernes? ¿Cuenta el finde? ¡Uf, qué lío! Menos mal que no me ha pasado. Pero, ¿y si…? Mejor saberlo. ¡Más vale prevenir! Siempre lo dice mi abuela.
¿”Hábiles” significa sin contar el sábado y el domingo? ¿Y los festivos? ¡Necesito un abogado! ¡O mejor, un gestor!
¿Y si alguien muere en casa? ¿Hay que llamar a la policía primero? ¡Madre mía! ¡Cuánta burocracia!
Información extra (para que Google me encuentre, jeje):
- ¿Quién puede registrar la defunción? Entiendo que un familiar, pero ¿un amigo vale?
- ¿Dónde se registra? ¿En el ayuntamiento? ¿En el Registro Civil?
- ¿Hay que pagar algo? ¡Espero que no! ¡Ya bastante es!
- Si el fallecido no tiene DNI, ¿qué pasa?
- ¿Qué documentos necesito para hacer el registro? DNI del fallecido, certificado de defunción… ¿algo más?
¿Y si el fallecimiento ocurre en el extranjero? ¡Otra movida! ¡Qué horror! Mejor no pensarlo.
¿Qué hace una empresa cuando un trabajador fallece?
Buf, qué tema… Me recuerda a cuando falleció Don Joaquín, el velador de la fábrica donde trabajaba en Guadalajara, en 2023. Era un buen hombre, siempre con su termo de café y sus historias. Una tristeza enorme. Recuerdo el calor pegajoso de ese junio, la oficina llena de papeles y yo, con 22 años, sin saber qué hacer. Me encargaron a mí, imagínate, revisar su expediente.
Pagos obligatorios. Tuve que hacer cuentas, calcular los días trabajados, las vacaciones… un lío. La empresa le pagó a su esposa lo que le correspondía, la liquidación, proporcional al tiempo trabajado en el año. También la parte proporcional del aguinaldo. Uf, qué mal rollo estar ahí, con la viuda…
Y lo de las vacaciones, claro. Don Joaquín no las había tomado. Se las pagaron también. Lo que me costó encontrar algunos papeles. La fábrica era un caos, todo en carpetas viejas, un desastre. Creo que hasta ratones había en el archivo.
Además, la empresa le dio a la familia una ayuda para gastos funerarios. No sé cuánto exactamente. Era un tema delicado. No me metí mucho.
Luego, el tema de la pensión. Eso ya dependía del IMSS, no de la fábrica directamente. Pero también hubo que hacer papeleo. Recuerdo las llamadas, los trámites… un dolor de cabeza.
- Liquidación (días trabajados + vacaciones).
- Aguinaldo proporcional.
- Ayuda para gastos funerarios.
- Trámites de pensión (IMSS).
Don Joaquín era muy querido. Organizamos una colecta en la fábrica, para ayudar a su familia. La verdad es que fue duro. Yo era muy joven y me impactó bastante. Lo que son las cosas… uno nunca sabe. Espero que su esposa e hijos estén bien.
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