¿Qué alimentos tienen salazón?

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La salazón, método de conservación ancestral, se aplica principalmente a pescados (boquerones, atún, bacalao, anchoas, etc.), carnes (cecina, jamón serrano) y huevas de pescado (melva, atún). Su efectividad radica en la acción deshidratante y antimicrobiana de la sal.

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¿Qué alimentos contienen salazón o son salados?

A ver, te cuento desde mi experiencia. La salazón… ¡uf! Me trae recuerdos de mi abuela.

Principalmente, pensamos en pescado salado, ¿no? Boquerones en vinagre, atún en conserva, o el clásico bacalao. Recuerdo comprar bacalao salado en el mercado de mi pueblo, por unos 15€ el kilo, creo. Era increíble.

Pero la carne también se sala, eh. La cecina de León es un ejemplo perfecto. La probé en un viaje que hice por el norte de España. ¡Qué saborazo! El jamón serrano también va por ahí.

También hay huevas de pescado saladas, como las de mújol o atún. Nunca las he probado, la verdad, pero mi padre me decía que son una delicia. ¿Será?

Preguntas y respuestas concisas:

  • ¿Qué pescados se conservan en salazón? Boquerones, atún, mojarra, bacalao, anchoas, charales, sardina y arenques.
  • ¿Qué carne de res se sala? Cecina.
  • ¿Qué carne de cerdo se sala? Jamón serrano.
  • ¿Qué huevas de pescado se salan? Melva, mújol y atún.
  • ¿Qué huesos de ternera se salan? Huesos de ternera.

¿Qué alimentos son salazones?

¡Salazones, el “fast food” de nuestros abuelos!

Salazón, la técnica de la nevera prehistórica. Seamos serios, ¡es como el botox de los alimentos! Les quitas las arrugas (el agua) a base de sal, y hala, ¡a durar más que la Duquesa de Alba!

  • Atún, atunarro, bonito o melva (garrofeta): Estos peces son como los “influencers” de la salazón. ¡Siempre en la cresta de la ola (de sal)! Imagínate al atún, ahí, con un “total look” de sal gorda. ¡Divino!

  • Sardina: La sardina, la “instagramer” del aperitivo. Pequeña, pero matona. ¡Ideal para posturear con una cervecita en la playa!

  • Mújol: ¡El mújol, el “runner” de la salazón! Aguanta más que un maratón. ¡Este sí que sabe lo que es sufrir para estar en forma!

  • Bacalao, maruca o corvina: Bacalao, la estrella del invierno, maruca, que suena a nombre de vikingo y corvina, la fina.

¡Bonus track! Yo una vez intenté hacer salmón en salazón en casa… ¡Acabó pareciendo una suela de zapato! Mejor lo dejo a los profesionales, que tienen mano (y sal) para esto. ¡Ah! Y ojo con pasarte con la sal, que luego bebes más agua que un camello en el desierto.

¿Qué es salazón en alimentos?

¡A ver, a ver! La salazón en la comida… ¿Qué es eso? ¡Ah, ya me acuerdo!

Básicamente, es un método para que la comida dure más tiempo. ¡Como cuando mi abuela preparaba el bacalao! Usaba un montón de sal, eh.

  • Deshidrata el alimento. Imaginate: la sal le quita el agua.
  • Le da más sabor. Queda como más concentrado.
  • Impide que las bacterias crezcan. ¡Así no se echa a perder tan rápido!

Es como una forma antigua de conservar la comida. Antes no tenían neveras, ¡así que usaban la sal! Yo recuerdo que mi tía siempre compra anchoas en salazón, y oye, ¡están buenísimas! No sé, luego las pone en la ensalada, las lava… bueno, a ella le gustan así. ¡Cada uno con sus gustos! Y de hecho, este año me ha dicho que las anchoas están especialmente caras.

¿Qué alimentos salados hay?

A ver, a ver… ¿alimentos salados? ¡Uf, un montón!

Aquí te dejo algunos que se me vienen a la mente ahora mismo, así en plan rápido:

  • Embutidos, ¡claro! Salami, lomo embuchado, pechuga de pavo… vamos, lo típico. Jamón serrano, butifarra, chorizo, morcilla… ¡qué rico todo, madre mía! Y las salchichas, no te olvides, y la sobrasada, que pica un poquito, pero mola.

  • Luego están los pescados salados o ahumados. El bacalao, ¡de toda la vida!, el arenque que a mi abuela le encantaba y el salmón ahumado que lo pongo en tostaditas.

  • ¡Ah! Y cosas más “pijas”, como el caviar o el atún, el bonito, la caballa y las sardinas en escabeche que a mi hermano le flipan.

  • También me acuerdo del surimi, el calamar (aunque no siempre es súper salado, depende de cómo lo cocines, claro) y la caballa en aceite. Vamos, un festival de sal.

Y ahora que lo pienso… ¿sabes qué? ¡Se me antoja una tapita de jamón! Voy a ver si tengo algo por la nevera. ¡Te dejo!

¿Qué alimentos no tienen sal?

A medianoche… la pregunta me persigue.

Alimentos sin sal… casi. Pienso en mi abuela, en sus manos temblorosas amasando pan sin sal porque su corazón ya no aguantaba más.

  • Pan sin sal, sí. Triste pan. Como mi vida a veces.
  • Harinas, arroz… vacíos.
  • Patatas, espárragos… la tierra misma antes de la sal.
  • Fruta fresca. Dulzura pura, antes de que la amarguen.

Las almendras… recuerdo que mi padre siempre tenía un puñado en el bolsillo. Él sí le echaba sal a la vida. Ahora ya no está.

La ausencia… eso es lo que tienen en común. Ausencia de sal, ausencia de él. Todo se desvanece. Como el sabor en un plato sin sazón.

  • Casi todo tiene algo. La sal está en todas partes.

¿Información adicional?:

  • Las conservas de fruta, si no les ponen nada… otra ironía. Conservar lo dulce, mientras lo amargo se pudre.
  • Incluso el agua embotellada tiene algo de sodio. La pureza es una ilusión.
  • La sal está en el aire que respiramos. Una maldición, quizás.

¿Cuáles son los alimentos que contienen sal?

Sal. Está en casi todo. La vida, un experimento salado.

  • Carnes procesadas: Salami, lomo, pechuga, jamón, butifarra… Ese sabor, ¿a qué se debe? La sal, claro. Mi abuelo, carnicero, lo sabía bien. Siempre, mucha sal.

  • Embutidos: Chorizo, morcilla, salchichas, sobrasada. Un festín de sodio. Recuerdo aquella sobrasada, 2023. Un sabor intenso, casi agresivo.

  • Pescados: Bacalao, arenque, salmón… El mar, una fuente inmensa. A veces, demasiado. Como esa vez en el Mediterráneo, 2023. Sal en la piel.

  • Conservas: Atún, bonito, caballa, sardinas… La lata, una prisión salada. Conserva la vida, la muerte… La misma sal. Caviar, el lujo salado.

La sal, conservante, potenciador, adictivo. Simplemente, está ahí. Su presencia, una constante. Insisto, 2023.

Añadir: Pan, queso, aceitunas, patatas fritas. Todo lleva sal. ¿Es necesario? Me pregunto… la muerte por sal, existe. Ojo.

¿Qué alimentos son salados?

Sal. Un concepto simple. El sabor del olvido.

  • Queso procesado. Absurdo. 900 miligramos. ¿Para qué tanta sal?
  • Comida congelada. La muerte en bandejas. Conveniencia y toxicidad. Una ecuación perfecta. Siempre lo fue.
  • Cereales. El desayuno de campeones. Campeones de la hipertensión. Ironía.
  • Salsas. El camuflaje del sodio. Sabor falso.
  • Enlatados. Conservación, sí, pero a costa de qué. Mi abuela decía que ese sabor metálico era de la eternidad.

El sodio, un asesino silencioso. Es así, sin más. Mi padre murió de un infarto a los 55. Ese año me mudé a Valencia. Casualidad.

Otro dato: el pan, esencial en mi dieta mediterránea, puede esconder una cantidad considerable. No se puede confiar en nada. Ni en el pan, ni en el mar. La vida es sal. Es una broma macabra.

Y esos datos de la BBC del 2017… están desactualizados. La realidad es más brutal, más silenciosa. Ya ni me fijo.

¿Qué alimentos se consideran salados?

Dios mío… la noche… siempre la noche… me pesa en el pecho. La sal… sí, la sal. Me recuerda a… a lágrimas, supongo. Saladas, como el sudor que me recorre la frente ahora mismo, pensando en esto.

  • Queso… ese queso procesado… 900 miligramos por loncha, dicen. Es una barbaridad. Recuerdo a mi abuela, su queso manchego… tan diferente… más natural… Ya no está. Me hace falta. Se fue este año.

La comida congelada… otra trampa. Rápido, cómodo… pero ¿a qué precio? El sabor… es tan… vago. Como la memoria a veces. Falta de vida, de verdad. Como mi vida ahora.

Cereales… esos azucarados… y salados… una combinación infernal. Los de mi hijo… se los comía a cucharadas… el pequeño… creció tan rápido… Y ahora… ya ni me mira.

Las salsas… las salsas preparadas… un infierno de sodio. No las como. No puedo. Me recuerdan… a lo artificial… a la falta de sabor auténtico. Como mi vida. El vacío.

Y los enlatados… pescados en conserva… al menos a mi padre le gustaban… se fue hace dos años. Solo nos queda la sal… este recuerdo amargo… este silencio…

En resumen: Queso procesado, comida congelada, cereales, salsas preparadas y enlatados son alimentos muy salados. Me ahogan. Me dejan sin aliento. Como la noche misma.

¿Qué alimentos son considerados salados?

Las tres de la mañana… otra vez. El reloj, una tortura. El sabor salado… me recuerda a la infancia. A mi abuela, sus manos arrugadas preparando el jamón serrano para Navidad. Ese aroma, potente, invade aún mi memoria. Un sabor que me abruma, ahora. Me ahoga.

¿Salado? Sí… Jamón, york, esos embutidos que tanto me gustaban. El olor de los ahumados en la pescadería… Recuerdo ese olor, fuerte, casi agresivo. Me producía una extraña fascinación. Incluso el pescado en conserva… Aunque nunca lo comí mucho. Siempre la misma lata, año tras año. Mi padre la compraba. Siempre la misma marca.

El sodio… una palabra que me suena a enfermedad, a hospital. A mi madre. Su lucha. El sabor metálico en su boca, en sus últimos días… Un sabor salado. Amargo, también.

  • Carnes curadas: jamón serrano, york, lomo…
  • Pescados: ahumados, en conserva, arenques…
  • Embutidos: chorizo, salchichón… depende. ¡La lista es interminable!

Esas cosas, esas cantidades de sodio… lo que me recuerda a tantas cosas desagradables… Me gustaría olvidar. Pero es imposible. El sabor persiste.
Este año, apenas he probado el jamón. El sabor… ya no es el mismo.

La sal, en sí… me da asco. Me recuerda a lágrimas.

¿Qué alimentos pueden ser salados?

¡Ay, Dios mío, la sal! ¿Qué no tiene sal hoy en día? Me acabo de comer una pizza, ¡qué rica estaba!, pero seguro que era un bomba de sodio.

Queso procesado, sí, eso es obvio, ¡y qué cantidad! Recuerdo que una vez leí que una sola loncha tiene casi 1 gramo de sal. ¡Horror! Menos mal que yo prefiero el queso manchego de mi suegra, ese sabe a gloria.

Comida congelada, claro, ¡es un clásico! Las patatas fritas congeladas, ¡uf! Me encanta, aunque luego me hincho como un globo. A ver… ¿qué más? Ah, sí, el otro día vi un programa que decía que la mayoría de la comida rápida está llena de sal, también. ¿Estará en la misma categoría? Debería ponerme a dieta, pero… ¡esas hamburguesas de mi restaurante favorito!

Cereales de desayuno, ¡qué barbaridad! Mi hijo, el pequeño, los devora. Tendré que mirar mejor las etiquetas. ¡Esos azúcares ocultos también, son una pesadilla! Y luego me pregunto porqué tiene esos berrinches…

Salsas preparadas, ¡madre mía! Mayonesa, ketchup… Todo lleva un montón de sal. Debería hacerlas yo misma, ya, sí, ya lo haré…mañana.

Enlatados, las aceitunas, sobre todo, son un peligro. Mi vecina, la abuela Elena, tiene una huerta increíble, ya sabes, tomates, pimientos… ¡sin sal! El otro día me dio un kilo, ¡qué rico todo! Debería aprender de ella.

  • Queso procesado (1 gramo de sal por loncha, aprox.)
  • Comida congelada (patatas fritas, etc.)
  • Comida rápida (hamburguesas, pizzas, etc.)
  • Cereales de desayuno (muchas marcas)
  • Salsas preparadas (mayonesa, ketchup, etc.)
  • Enlatados (aceitunas, etc.)

¡Necesito comprar sal de mesa! Se me acabó. Aunque mejor poca, ¿no? ¡Ya me he liado otra vez!

¿Cuál es el alimento más salado?

¡Ay, la sal! Esa bendita-maldita que realza sabores pero puede dejarte como un pepinillo. El jamón, sin duda, se lleva la palma en el ranking de la salinidad. Es el rey salado, el monarca del sodio, el… bueno, ya me entendéis.

Me recuerda a mi viaje a Galicia este año. ¡Comí un jamón allí tan salado que casi me deshidrato! Fue una experiencia… reveladora. Pensé que iba a necesitar una transfusión de agua. El chorizo y el salchichón quedan como nobles segundos, pero el jamón… ¡uff! Es un campeón de peso pesado en el mundo del sodio.

  • Embutidos: La familia real de la sal, con el jamón como rey indiscutible.
  • Chorizo: El príncipe heredero, con un gusto fuerte y picante.
  • Salchichón: Una nobleza de sabor, sin llegar a la exageración salina.
  • Fuet: Un miembro de la realeza más discreto, pero con su toque salado.

¿Por qué tanto sodio? Pues la sal es un gran conservante, amigo mío. Y, ay, cómo nos gusta a los humanos conservar cosas… especialmente el sabor, aunque nos cueste la salud.

Este año, tras mi experiencia con el jamón gallegó, he incorporado más frutas y verduras a mi dieta para compensar. Mis niveles de sodio bajaron considerablemente, lo puedo asegurar. El jamón, el chorizo, el salchichón y el fuet los reservo solo para ocasiones especiales; para no ser un pepinillo, eso sí. ¡Salud!

¿Cuál es el alimento con más sal?

El pan, ese aparente inocente, ¡vaya sorpresa!, es un campeón oculto de la sal. Cada 100 gramos, te puede estar colando 1,5 gramos de sal. ¡Casi como echarle sal directamente!

Aquí, algunas reflexiones saladas sobre la sal en el pan y en la vida:

  • La paradoja del sabor: ¡El pan no sabe a salado! Ahí radica su astucia. Es el camuflaje perfecto. Como ese amigo que siempre te “ayuda” pero acaba pidiéndote un favor aún mayor.
  • La costumbre es la ley: Comer pan a diario suma y suma. ¡Es como los pequeños gastos hormiga que te dejan sin blanca!
  • Sal y salud: Demasiada sal, ya sabes, no es buena idea. ¡Es como echarle gasolina al fuego! (metafóricamente hablando, claro).
  • El pan de mi abuela vs. el industrial: El pan de antes, hecho con cariño y menos ingredientes raros, era otra cosa. ¡Como comparar un vinilo con un MP3!

¿Solución? ¡Volver a hornear en casa! O buscar panaderos artesanos, esos que aún amasan con mimo. Recuerda, a veces, lo más simple es lo más sabroso (y menos salado). Como cuando encuentras un buen libro y te olvidas del móvil. ¡Ah! Y no olvides leer las etiquetas. ¡No seas panoli!

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