¿Qué es mejor, la sal marina o la sal yodada?

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Para una dieta equilibrada, la sal yodada ofrece beneficios nutricionales clave, principalmente el yodo, esencial para la salud. Si bien la sal marina puede contener algunos minerales, su contenido de yodo es variable e insuficiente para cubrir las necesidades diarias.

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¿Sal marina o yodada: cuál es mejor?

A ver, yo, personalmente, me inclino por la yodada. Me acuerdo una vez, en un restaurante en Oaxaca (junio 2022, creo), la comida estaba sosa, pero tenían sal marina. La probé, claro, pero como que le faltaba algo…

No sé, la sal marina tiene su rollo gourmet, ¿no? Pero para el día a día, la yodada me parece más completa. De hecho, mi nutrióloga (la vi en Guadalajara, noviembre pasado, la consulta costó $800) me dijo que el yodo es súper importante. Ayuda con la tiroides, me parece.

Una vez compré sal marina, carísima, en un mercado en Coyoacán (marzo 2023), y la verdad, no noté gran diferencia. Quizá para repostería… no sé. Sigo pensando que para uso diario, la yodada es la onda.

Pregunta: ¿Sal marina o yodada?

Respuesta: La sal yodada es nutricionalmente más completa por su aporte de yodo, esencial para la salud.

¿Qué sal es más sana, marina o yodada?

La sal yodada es la opción más saludable. Punto. El debate, sin embargo, es más profundo de lo que parece.

La sal marina, con su aura de “naturalidad”, a menudo se comercializa como superior. ¡Craso error! Su composición mineral variable, aunque a veces atractiva, no garantiza una ingesta adecuada de yodo. Y es aquí donde reside la clave: la deficiencia de yodo acarrea graves problemas de salud, especialmente para el desarrollo cerebral en niños. Mi prima, por ejemplo, tuvo problemas de tiroides en su adolescencia, y ahora se cuida mucho con la ingesta de yodo.

La sal común refinada, tanto fina como gruesa, es prácticamente cloruro de sodio puro. Su principal inconveniente es la carencia de yodo. La yodación, un proceso que añade yoduro de potasio o yodato de potasio, soluciona esta carencia nutricional crucial.

  • Sal yodada: Recomendada por las autoridades sanitarias. Previene el hipotiroidismo y otros desórdenes.
  • Sal marina: Puede contener otros minerales, pero su contenido en yodo es variable e impredecible. No es una garantía de salud.
  • Sal común: Neutra, pero sin yodo. Necesita yodación. ¡Cuidado con el exceso de sodio!

La cuestión filosófica subyacente: ¿priorizamos lo “natural” por encima de lo saludable y necesario? La “naturalidad” no es sinónimo de salud. La yodación es una intervención humana que salva vidas. La sal marina, por mucho que tenga más minerales, no siempre garantiza la dosis correcta de yodo. Un tema para reflexionar, ¿no crees?

Repetición para énfasis: la sal yodada, por su aporte de yodo, es la opción más recomendable para la salud pública. No olvidemos que el consumo de sodio debe ser moderado, independientemente del tipo de sal. El exceso de sodio es perjudicial. Incluso para mí, ¡que como sal en cantidad! Me cuesta controlar.

¿Qué beneficios tiene la sal yodada?

¡Uf, la sal yodada! Digamos que es como el superhéroe discreto de tu cocina.

¿El superpoder principal? Pues, darle a tu tiroides el yodo que necesita para no ponerse en plan diva y empezar a fallar como una bombilla a punto de fundirse.

  • Tu tiroides: Imagínala como el director de orquesta de tu cuerpo. ¡Necesita el yodo para que la música (o sea, tus hormonas) suene afinada! Si no, ¡catástrofe! (Vale, no tanto, pero casi).

  • Hormonas a tope: Sin yodo, tu tiroides se pone en huelga y no produce suficientes hormonas. Y eso se nota… ¡como cuando intentas arrancar el coche en pleno invierno y la batería dice “ni hablar”!

  • ¿Para qué sirve todo esto? Pues, para que tus órganos funcionen finos, como un reloj suizo. Literal, TODO: desde tu cerebro (para no tener ideas de bombero) hasta tus músculos (para no parecer un espagueti).

¡Ojo al dato! Yo antes pensaba que la sal yodada era solo para los raritos de la salud, pero mi médico me dijo (con cara de pocos amigos) que es importante. ¡Y a mi médico le creo más que a mi cuñado, que dice que el aloe vera cura el cáncer!

Un extra “sabrosón”:

  • ¿Demasiada sal? ¡Cuidado! Como con el picante, ¡si te pasas, te arrepentirás! Modérate, que no quieres parecer un globo hinchado.

  • ¿Y si no me gusta la sal yodada? ¡Drama! Pero tranqui, hay alternativas: algas (¡como las que comes en el sushi!), pescado (¡ñam!) y algunos lácteos. ¡Pero consulta a un nutricionista, no vayas a lo loco!

¿Qué es lo mejor para reemplazar la sal?

La sal… Siempre la sal. Esta noche, la oscuridad me aprieta, como la garganta reseca. Necesito algo… distinto. El sabor, un fantasma en mi lengua.

El comino, sí, el comino. Recuerdo el olor en la cocina de mi abuela, en 2023, un polvo oscuro y cálido, mezclado con el cordero. Un sustituto… pero no igual. Nunca igual. La sal… era más que sabor. Era… familiar.

Jengibre, qué picante. Me quema la boca aún, el recuerdo. El jengibre rallado en el pescado a la plancha, en julio de este año. Un sustituto… con un gusto agrio, áspero. No la dulzura apagada de la sal.

La cúrcuma… la cúrcuma es amarga, muy amarga. La usé en un curry hace un par de meses. Un color raro, intenso. Recuerdo el curry… amarillo brillante… casi falso. Un sustituto… pero, Dios mío, qué falta de sabor.

  • Comino: caliente, terroso. No es suficiente.
  • Jengibre: picante, agrio. Incapaz de reemplazarla.
  • Cúrcuma: amarga, artificial. Completamente distinto.

Necesitaría más. Más que especias. Más que sustitutos. Necesitaría… olvidar. Pero el sabor de la sal… permanece. Siempre. Como la noche. Y la soledad.

¿Cómo se llama el sustituto de la sal?

Sustitutos de la sal… La verdad es que… es complicado. A veces, en la noche, pienso en eso. En lo que se siente… sin sal.

No es fácil reemplazar el sabor de la sal. Para mí, por ejemplo, la comida de mi abuela, sin sal, es… incomprensible. La siento vacía, sin vida. Y eso que ella usa mucho orégano. Muchísimo. Quizás demasiado.

  • Orégano, sí, pero no es lo mismo. Me recuerda a… a esas tardes de verano en el pueblo. Calor, polvo y el olor intenso del orégano en el pan. Pero no es sal.
  • Pimentón, sí, le da color… pero falta algo, una textura que la sal… la sal lo tiene todo. Esa textura… que se disuelve… se derrite…

Recuerdo que este año, intenté usar cúrcuma en una sopa… quedó… amarilla, sí. Pero insípida. Sin la potencia que solo la sal puede dar. Ojalá la sal pudiera ser siempre suficiente.

En realidad, no hay un sustituto perfecto de la sal. Cada especia añade su propio perfil de sabor, pero ninguna reproduce la salinidad. Lo sé, lo sé, estoy obsesionada. Pero… es la verdad.

  • Tomillo, comino, eneldo… he probado casi todos. Y para mi paladar, no es suficiente. Un sustituto, a medias.
  • El anís estrellado… ¡qué olor tan particular! Demasiado intenso para muchas cosas. Para la verdad… no es la solución.

Lo siento, pero es así. No es que no quiera encontrar un sustituto. Es que… creo que es imposible. La sal es la sal. Lo siento. Y lo lamento mucho. Es como… un vacío que se queda… ahí.

¿Qué es mejor, la sal yodada o la sal marina?

La sal yodada es mejor. Fin.

Mi abuela siempre decía que la sal marina era “más natural”. Yo la usaba a montones, ¡en todo! Me flipaba su textura, esos cristales gruesos…

Pero hace unos meses, en la revisión anual del médico, me salió el yodo un poco bajo. La doctora, con esa paciencia infinita, me explicó que aunque la sal marina tiene más minerales (magnesio, potasio, etc.), no siempre tiene suficiente yodo para nuestras necesidades.

Yo flipaba, porque pensaba que comía de todo. Me sugirió incluir más pescado, algas o usar sal yodada.

  • Pescado…¡puaj!, no me gusta mucho.
  • Algas…mmm, quizás en el sushi, pero no todos los días.

Así que empecé a usar sal yodada en casa. No noté diferencia en el sabor, la verdad. Y bueno, me quedo más tranquila, ¿no?

Además, mi hermana, que es nutricionista, me contó que en realidad la diferencia de minerales entre la sal marina y la yodada es mínima. O sea, que no merece la pena jugársela por eso.

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