¿Qué tanto daño hace el glutamato monosódico?

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El glutamato monosódico, consumido frecuente y a largo plazo, se asocia a potenciales riesgos. Estudios sugieren vínculos con obesidad, problemas de aprendizaje y memoria, alteraciones del comportamiento, e incluso, en casos extremos, con afecciones como la epilepsia. Se requiere más investigación para determinar la causalidad y la gravedad de estos efectos. Una dieta equilibrada y moderación en su consumo son claves.

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¿Qué efectos tiene el glutamato monosódico en la salud?

A ver, el glutamato monosódico (GMS)… siempre me ha dado cosilla. No sé, desde que escuché que estaba relacionado con un montón de cosas chungas, le tengo un poco de manía.

Supuestamente, el consumo a largo plazo, y si te pasas mucho, puede llevar a comportamientos adictivos. ¿Adicción a la comida? Ya me veo comiendo patatillas sin parar. Además, se habla de obesidad, problemas de crecimiento, trastornos de comportamiento y aprendizaje, y hasta problemas de memoria. ¡Qué fuerte!

Yo, la verdad, no soy médico ni nada, pero cuando leo que también podría estar relacionado con hiperglucemia, derrames cerebrales, epilepsia, traumas cerebrales, depresión y ansiedad… me da que pensar. Igual es exagerado, pero prefiero andarme con cuidado.

Recuerdo que una vez, en un restaurante chino cerca de mi casa (calle Fuencarral, Madrid), pregunté si usaban mucho GMS. Me dijeron que “un poquito”, pero desde entonces siempre pido que me lo pongan con menos sal. ¿Será paranoia mía? Puede. Pero, por si acaso, prefiero prevenir.

Información de preguntas y respuestas breve y concisa:

  • Efectos del glutamato monosódico (GMS): El consumo excesivo y prolongado de GMS se ha vinculado con adicción, obesidad, problemas de crecimiento, trastornos de comportamiento y aprendizaje, hiperglucemia, derrames cerebrales, epilepsia, traumas cerebrales, depresión y ansiedad.

¿Por qué es malo el glutamato monosódico?

El glutamato monosódico… esa palabra, un eco amargo en mi memoria. Daña. Sí, así lo creo, daña… el sistema nervioso, lo siento, lo siento en mis huesos. Un eco sordo, un zumbido persistente.

Recuerdo la opresión, la presión tras las sienes… un peso inexplicable. Las neuronas, pobres células, sobre-excitadas, en una danza frenética hasta el agotamiento. Una muerte silenciosa, lenta… individual. Uno a uno.

Sobre-estimulación. Un torrente artificial. Una corriente eléctrica invadiendo el templo del pensamiento. El cuerpo responde. Las señales se cruzan, se confunden. Un caos controlado por una química intrusa.

Un exceso en la sangre… Un sabor metálico, un malestar, una presión constante, un desasosiego. Incesante. Como si los latidos del corazón fueran golpecitos insistentes contra una puerta que no se abre. Un asedio interior. El cuerpo, un campo de batalla.

Y luego, esa opresión, esa sensación, se intensifica. Lo sé. Malestares físicos un mareo persistente, un dolor de cabeza pulsátil, la boca seca, y ese terrible hormigueo en las manos.

. Dolor de cabeza . Mareos . Boca seca . Hormigueo en manos

Mi abuela, sufría esto. 2024 ha sido un año duro, lleno de esas sensaciones. He visto con mis propios ojos lo que ese E621 provoca. Un horror lento, sutil. Un enemigo invisible, que ataca desde la propia comida.

El glutamato monosódico, no lo quiero cerca. No, no, jamás. Su sombra es larga, demasiado larga. Su daño, profundo y duradero. Una sentencia implícita en cada cubo, cada sobre, cada paquete…

¿Qué es peor, la sal o el glutamato monosódico?

¡Madre mía, qué dilema culinario! ¿Sal o glutamato, el eterno debate? Es como elegir entre un concierto de AC/DC y una serenata de mariachis: ¡depende de tu gusto y de si quieres acabar con sordera o con ganas de tequila!

  • La sal, ese cristalino diablillo, es como el ex que siempre vuelve: en pequeñas dosis realza el sabor, pero si te pasas, ¡adiós riñones y hola tensión alta! Es la “basic bitch” de los condimentos, siempre presente, a veces aburrida.
  • El glutamato monosódico, también conocido como GMS, es el “nerd” incomprendido de la cocina. Dicen que da dolor de cabeza y lo culpan de todos los males, pero, ¿sabes qué? En cantidades decentes (¡hasta 12 gramos al día!), no es más peligroso que un abrazo de tu tía abuela en Navidad. De hecho, mi abuela lo usaba en toooodas sus recetas y ¡llegó a los 95 años!

¿Y qué es peor? Pues, depende. Si te comes un kilo de sal, seguramente acabarás necesitando un trasplante de riñón. Si te comes un kilo de glutamato, pues…probablemente te aburrirás mucho, porque el sabor es bastante soso por sí solo.

En resumen: ¡No le temas al glutamato con moderación! Es como el reguetón: si no te pasas, hasta puede ser divertido. Pero, ojo con la sal, que es como la suegra: ¡mejor mantenerla a raya!

¿Qué es el ajinomoto y para qué sirve?

Ajinomoto… mmm, comida. Realza sabores, eso seguro. Mi abuela lo usaba siempre.

  • Sopas, caldos… ¿qué más?
  • Alternativa a la sal, o eso dicen. ¿Será verdad? Menos sodio suena bien, la tensión, uff.

Recuerdo que mi plato favorito era la sopa de pollo de la abuela. ¿Será por el Ajinomoto? Igual era solo el cariño, qué sé yo. ¿Y si pruebo a hacerla yo? Pero… ¡no tengo la receta!

  • Ingrediente secreto: ¿Ajinomoto o amor de abuela? Jajaja.
  • ¿Será que el umami, ese sabor rico, es puro Ajinomoto? ¡Qué lío!

A ver, resumiendo para que no se me olvide: el Ajinomoto sirve para… umm… potenciar el sabor de las comidas y que tenga menos sal. Ya está.

¿Cuánto Ajinomoto es seguro?

Ajinomoto. Seguro, ¿eh? Depende. Mi cuerpo, por ejemplo, lo rechaza. Simplemente, lo siento.

  • La dosis hace el veneno. Clásico, ¿no? Un poco, mucho, demasiado… Todo es cuestión de perspectiva. O de metabolismo. El mío, ya te digo, no lo digiere bien.

  • Glutamato monosódico. Un nombre tan largo para algo tan… indefinido. Un aminoácido. Sí, ya lo sé. Pero ¿qué más hay ahí? Esa es la verdadera pregunta.

  • Reacciones? Varias personas de mi familia presentan malestar. Cefaleas, mareos… Cosas sutiles. Subjetivas. Pero ahí están.

La verdad… no confío. Prefiero evitarlo. El sabor, tampoco es algo tan excepcional.

La ciencia es ciega. A veces. Los estudios… a veces mienten. O, más bien, la interpretación de los estudios miente. La investigación, en 2024, sigue siendo insuficiente. Hay demasiadas variables. Demasiados intereses.

Conocer los ingredientes. Eso es fundamental. Y más allá. ¿De dónde vienen? ¿Quién los controla? Ya ves. Preguntas sin respuesta. Simplemente… preguntas.

Mis alergias, por ejemplo, son extrañas. Solo mi médico de cabecera, el Dr. Ruiz, entiende el lío que tengo. Ni siquiera los alergólogos de la clínica privada.

Es mi cuerpo, mi decisión. Quizás para otros sea inofensivo. Para mí, no.

¿Por qué la gente usa Ajinomoto?

¡Ajinomoto! ¿Por qué lo usamos? Mmm, sabroso, ¿no? Mi abuela siempre lo usaba, en el pollo al ajillo, ¡qué rico! Recuerdo el olor… ¡ay, qué hambre!

El umami, claro, eso es clave. Ese quinto sabor, dicen que es adictivo… ¿será verdad? A ver… ¿qué más? Ajá, reforzador de sabor, eso sí que lo es. Le da un punch a la comida, sobre todo a los caldos, ¿verdad? Lo uso en sopas, arroces… Incluso en los huevos revueltos de mis desayunos.

Pero… ¿es malo? ¡Uy, qué pregunta! Mi tía decía que era veneno, ¡qué exagerada! Aunque… he leído cosas… no sé, mejor no me preocupo demasiado, lo uso con moderación.

  • En resumen: Sabor potente.
  • Facilita la cocina: Ahorra tiempo.
  • Económico: Un poco rinde mucho.
  • Posiblemente: No es tan malo como dicen. Al menos para mí, funciona.

Ayer hice paella y le puse, ¡qué rica quedó! ¡Ah!, casi se me olvida, mi vecina, la señora López, usa Ajinomoto en todo. Incluso en las ensaladas… ¡qué locura! Pero a ella le queda rico.

Espera… ¿Glutamato monosódico? GMS… ¿qué significa eso, exactamente? Tendría que buscarlo. ¡Otra tarea para mañana!

Conclusión: Lo uso por el sabor, y punto. Aunque… debería informarme mejor sobre sus efectos… mañana lo miro. Quizás este fin de semana prepare un plato sin él… solo para probar.

#Daño #Glutamato #Salud