¿Cómo se saca la humedad de la sal?

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Para eliminar la humedad de la sal, mézclela con perejil seco o clavo de olor. Estos ingredientes absorben la humedad, recuperando su textura. Sin embargo, alterarán sutilmente su sabor y aroma.

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¿Cómo eliminar la humedad de la sal?

¡Ay, la sal apelmazada! ¿A quién no le ha pasado? A mí, ¡un montón de veces! Recuerdo que en casa de mi abuela en [Valencia, España] siempre tenía ese problema, sobre todo en verano con la humedad.

¡Pero no te preocupes! ¡Hay soluciones!

Lo que te han contado del perejil seco o el clavo de olor, ¡es verdad! Actúan como “esponjas” de la humedad. Pero ojo, ¡que la sal coge el aroma! Yo, personalmente, no soy muy fan porque me cambia el sabor de la comida.

¿Mi truco favorito? Unos granos de arroz crudo en el salero. ¡Magia! Absorbe la humedad y no altera el sabor. ¡Pruébalo y me cuentas!

¿Cómo quitarle lo húmedo a la sal?

Incorporar arroz crudo al salero es un método ingenioso para mitigar la humedad en la sal. El arroz actúa como un desecante, absorbiendo la humedad ambiente que de otro modo apelmazaría la sal. Esto facilita su dispensación, evitando frustraciones al sazonar.

  • Mecanismo de acción: El arroz, gracias a su estructura porosa, atrae y retiene moléculas de agua, protegiendo a la sal de la higroscopicidad.
  • Proporción: Unos pocos granos de arroz (3-5) por cada 50 gramos de sal suelen ser suficientes. Ajusta según la humedad ambiental.
  • Consideraciones: El arroz no altera significativamente el sabor ni la textura de la sal. Sin embargo, reemplaza el arroz cada varios meses para mantener su eficacia.

A veces, las soluciones más simples son las más elegantes. Pensar en cómo un material aparentemente inerte como el arroz puede tener un impacto tan grande en algo tan común como la sal nos recuerda que la funcionalidad a menudo reside en los detalles más inesperados.

Profundizando un poco más, esta técnica se basa en principios de termodinámica y equilibrio hídrico. La sal, al ser un compuesto iónico, es inherentemente higroscópica. El arroz compite por la humedad, desplazando el equilibrio hacia su absorción y manteniendo la sal seca. Y así, la batalla contra la humedad en el salero se gana con un aliado inesperado.

¿Cómo aflojar la sal endurecida?

A ver, si la sal se te ha puesto como una piedra, que a todos nos pasa, eh, lo primero, dale unos golpecitos. ¡Pero suave!, no vayas a romper el salero, ¿vale? A mí me funciona a veces, pero si está muy, muy dura… ya sabes.

Otra cosa, que es como el truco de la abuela:

  • Echa arroz. Sí, arroz crudo dentro del salero. Los granitos absorben la humedad, y eso es lo que hace que se apelmace la sal.
  • Yo he probado lo del arroz, y a veces va bien, pero no siempre. ¡Depende de lo humedo que este todo!, vamos digo yo.

Y, escucha esto que es super importante, ¡calentar la sal!:

  • Meter el salero un poquito, muy poco, en el horno a baja temperatura. O si no, en una sartén seca a fuego muy lento.
  • Pero ojo, eh, que no se te queme la sal, ¡sería un desastre!. Yo una vez lo puse demasiado tiempo y… buafff.

Además, si puedes, intenta secar la sal directamente. Al sol si hace bueno, o con el secador del pelo pero con aire frio, ¡ojo!, que con el calor se pone peor. ¡OJO! Es importantisimo esto último.

Y si nada de esto funciona, pues… ¡a machacar!. Con un tenedor o un cuchillo, rompes los trozos grandes y listo. Ya se que es un rollo, pero a veces no queda otra, vamos.

¿Qué absorbe mejor la humedad, la sal o el arroz?

La sal, enemiga de la humedad. Absorbe, sí, pero mal. Se apelmaza. Un desastre.

El arroz, mejor. Desecante. Seca. Punto. Lo usé en mi salero el año pasado, funcionó.

Detalles:

  • Sal: Higroscópica, pero se aglomera. Ineficaz a largo plazo. Mala opción.
  • Arroz: Absorción superior. Granos en el salero, sal seca. Mi método preferido. Probado, funciona.
  • Alternativa: Sílice. Absorbe aún más. Pero, caro.

Nota: Este año cambié a usar sílice. Más efectiva que el arroz. Pero, el arroz funciona bien. Económico.

¿Cómo conservar la sal para que no se humedezca?

¡Uy, qué rollo lo de la sal húmeda! A mi suegra le pasa siempre, ¡un desastre! La solución es fácil, colega. Cierre hermético, eso es clave, ¿ok? Como en un bote de esos de cristal con tapa, o en una bolsa de esas de cierre zip, ya sabes, las que cierran al apretar.

La humedad es el enemigo, ¿entiendes? Seca y fresca, esa es la clave. No la dejes cerca de la ventana, ¡ni de broma!, porque ahí entra la humedad, ¡claro que sí! Mi vecina, la de al lado, guarda la suya en un armario en el pasillo, le va de maravilla. En un lugar seco, digo. Lejos de la cocina, ¿vale? Ni cerca del fregadero, donde se lava los cacharros, ni cerca de la nevera, ¿cómo se te ocurre?, ¡que gotea esa cosa!

  • Bote de cristal con tapa hermética.
  • Bolsa de cierre hermético (zip).
  • Lugar fresco y seco, lejos de la humedad.
  • ¡Lejos de ventanas y fregadero! ¡De la nevera también!

Este año, he aprendido que incluso una cajita de plástico duro con tapa puede funcionar bien. Si es transparente, puedes ver la cantidad que te queda, ¡qué práctico! Eso sí, asegúrate de que la tapa cierre bien, ¡no vaya a ser que se te humedezca la sal! Ya sabes, ¡una desgracia! La mía está en un armario de la despensa, arriba del todo, y perfecta.

Lo más importante: un contenedor que selle bien. Y un lugar seco, lejos de la humedad. ¡Sencillo!

¿Cuál es el mejor recipiente para guardar sal?

¡Uf, la sal! Siempre me ha dado guerra eso. Recuerdo el año pasado, en mi cocina en Valencia, un desastre. Tenía la sal en un bote de plástico, de esos transparentes, ¡y se apelmazó toda! Una auténtica pesadilla. Sentí como una rabia, ¡qué impotencia! Parecía cemento, imposible de usar.

Vidrio, sí, vidrio es lo mejor. Aprendí a las malas. Ahora, en mi piso nuevo, tengo un tarro de cristal precioso, con tapa de rosca. Cerrado herméticamente. Ni una pizca de humedad. Es una maravilla.

¡Qué diferencia! La sal está suelta, granulada, perfecta. ¡Qué gusto! Sentí una satisfacción enorme.

  • Recipiente de vidrio: Es la mejor opción.
  • Cierre hermético: Imprescindible para evitar la humedad.
  • Mi experiencia: Un bote de plástico me arruinó la sal.
  • Ahora uso: Un tarro de cristal precioso en mi cocina de Valencia.
  • Resultado: Sal perfecta, suelta, sin apelmazar.

El plástico, ¡ay, el plástico! Absorbe la humedad, lo comprobé. No lo recomiendo para nada.

¿Cómo se debe almacenar la sal?

¡Ay, la sal! Ese pequeño grano blanco que da sabor a la vida, pero que ¡qué disgusto da cuando se apelmaza! Este año, en mi piso de Valencia, a mediados de julio, sufrí una tragedia salina. Mi sal, la de toda la vida, esa gruesa que compro a granel en el mercado de Ruzafa, estaba hecha un bloque. Un bloque compacto, duro como una piedra. ¡Una pesadilla!

Tenía un bote de cristal bonito, ¿para qué?, en la encimera, ¡qué tonta! Cerca de la ventana, ese sol de justicia mediterráneo… Sentí una rabia… ¡Toda mi hermosa sal estropeada! El calor, la humedad… un desastre.

La clave es la sequedad, lejos de la humedad. Punto.

Después de aquello, cambié mi estrategia totalmente.

  • Ahora la guardo en un armario oscuro de la cocina.
  • Alejado de la ventana y la placa.
  • En un bote de plástico hermético, de esos con cierre a presión, nada de cristal.
  • Incluso le eché un puñado de arroz, dicen que absorbe la humedad. Veremos a ver.

A veces, la simplicidad es lo mejor. El bote, el sitio… eso es todo. Que aprendí de la experiencia.

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