¿Por qué es dañino el consumo de sal?

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El exceso de sal es nocivo. Eleva la presión arterial (causa principal de hipertensión), aumenta el riesgo de cáncer de estómago, empeora el asma, debilita los huesos (osteoporosis), provoca cálculos renales e insuficiencia renal, y se relaciona con la obesidad. Reduce su consumo para una mejor salud.

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¿Es dañina la sal? Riesgos del exceso de sodio

¿Dañina la sal? Pues… te cuento mi rollo con el sodio.

A ver, el exceso de sal… Buf, me hace pensar en mi abuela y sus guisos hiper salados. La pobre siempre decía que así sabían mejor, pero a la larga le subió la tensión un montón. Vi de primera mano cómo el sodio descontrolado le afectaba, y no fue bonito.

El vínculo entre la sal y la presión arterial alta es más que real. Diría que es de las cosas más documentadas que hay.

Además, he leído estudios que la relacionan con el cáncer de estómago, asma que empeora (yo, por suerte, no tengo), huesos más frágiles y hasta problemas de riñón. Y lo de la obesidad… No es que la sal engorde directamente, pero sí que te incita a comer más, sobre todo alimentos procesados, que ya de por sí no son lo mejor. ¡Menudo lío!

Información breve y concisa:

  • ¿Es dañina la sal en exceso? Sí, incrementa la presión arterial.
  • ¿Qué problemas causa el exceso de sodio? Hipertensión, posible cáncer de estómago, empeoramiento del asma, osteoporosis, cálculos renales, insuficiencia renal y posible relación con la obesidad.
  • ¿Cómo afecta la sal a la presión arterial? El exceso de sal eleva la presión arterial.

¿Qué daño hace la sal en el cuerpo?

¡Ay, la sal! Esa cosita blanca que adoramos odiar. ¿Que qué daño hace? ¡Uf, agárrate que ahí te va el rollo!

¡Subidón de tensión! Imagina que tu cuerpo es como una tubería… ¡y la sal es como un fontanero con ganas de fiesta que aprieta las tuercas a lo loco! Tu presión arterial sube más que los precios de la luz. ¡Más o menos el 30% de la gente que sufre de tensión alta le debe una estatua de sal!

¡El cáncer de estómago te saluda! ¿Cáncer de estómago? ¡Sí, como lo oyes! Parece que la sal y el “bicho” ese son colegas de copas. ¡Vaya plan!

¡Asma descontrolada! Si tienes asma, la sal es como echarle gasolina al fuego. ¡Prepárate para una sinfonía de “¡jua, jua!” que ni Pavarotti!

¡Huesos de “papel”! ¿Quieres huesos fuertes como un roble? ¡Pues ojo con la sal! Que te los debilita más rápido que un político prometiendo cosas en campaña. La osteoporosis llama a tu puerta.

¡Piedras en el riñón! La sal puede provocar la aparición de esos “cristalitos” molestos, como si te hubieras tragado un puñado de canicas. ¡A disfrutar del cólico nefrítico!

¡Riñones “K.O.”! Si abusas de la sal, tus riñones se ponen en huelga. ¡Y luego a ver quién filtra la “porquería”! La insuficiencia renal está a la vuelta de la esquina.

¡Engordas como un cerdo! La sal nos hace retener líquidos, como si fueras una esponja gigante. ¡Y eso, amigo, se traduce en kilos de más! ¡Aunque algunos alimentos ya vienen tan cargados de sal que parece que les ha caído un tsunami!

¡Ojo al dato!

  • La sal “oculta”: ¡Está en todas partes! En el pan, en los embutidos, en las latas… ¡Hasta en los cereales del desayuno! ¡Es como si la sal tuviera un club de fans secreto!
  • El “truco” del potasio: ¡Comer alimentos ricos en potasio (plátanos, aguacates…) ayuda a contrarrestar los efectos de la sal! ¡Es como echarle agua al vino!
  • ¡A leer las etiquetas! ¡Conviértete en un experto descifrando los jeroglíficos de las etiquetas de los productos! ¡Así sabrás cuánta sal te estás metiendo entre pecho y espalda!

¿Qué dice la ciencia de la sal?

¡La sal, ese enemigo público número uno… o quizás no tanto! La ciencia nos dice que pasarnos de sal puede ser como invitar a la hipertensión a una fiesta en tu cuerpo, ¡y nadie quiere eso, a menos que seas cardiólogo!

Pero, a ver, ¿qué hay de cierto en todo esto?

  • La sal y la presión arterial: Demasiada sal es como echarle combustible a un incendio de presión arterial. Se dispara, ¡y no precisamente al espacio! Imagínate que tus arterias son como mangueras y la sal hace que el agua (la sangre) salga con más fuerza. ¡Boom!
  • El riesgo cardiovascular: Si la hipertensión se instala, prepárate para un viaje… ¡directo a problemas del corazón! Es como tener un coche con el motor siempre revolucionado: al final, se rompe.
  • La moderación es la clave: No hay que ser extremistas. Un poquito de sal, como el que le echo yo a mis palomitas los domingos, ¡no mata a nadie! Pero zamparse un salero entero… bueno, ¡ahí sí que la hemos liado!

¡Pero ojo! No todos somos iguales. A mi abuela, que ya tiene más años que Matusalén, la sal no le hace ni cosquillas. ¡Dice que le da alegría a la vida! En fin, cada cuerpo es un mundo, pero mejor no tentar a la suerte, ¿no?

Y un consejillo extra: si quieres reducir el consumo de sal, ¡ataca a los alimentos procesados! Son como bombas de sodio esperando a explotar en tu boca. ¡Huye de ellos como de la peste!

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