¿Cuánto se considera bajo en sal?

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"Para considerar un alimento bajo en sal, busca en la etiqueta nutricional:

  • Sin sal/sodio: Menos de 5 mg por porción.
  • Muy bajo en sodio: Máximo 35 mg por porción.
  • Bajo en sodio: 140 mg o menos por porción.
  • Reducido en sodio: Al menos 25% menos que la versión original."
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¿Qué cantidad de sal se considera baja?

A ver, ¿cuánta sal es “poca” sal? Uf, ¡qué pregunta! Lo que yo hago es fijarme bien en la etiqueta de los productos. No es tan complicado, aunque a veces me hago un lío, la verdad.

En serio, te explico cómo lo entiendo yo, según lo que leo por ahí y lo que he visto en el súper (sí, suelo pasarme un buen rato leyendo etiquetas, ¿y qué?).

Básicamente, si pone “sin sal” o “sin sodio”, significa que tiene menos de 5 mg por porción. Imagina, ¡casi nada! Luego, si pone “muy bajo en sodio”, hablamos de 35 mg o menos. Yo diría que eso ya es bastante aceptable.

Cuando veo “bajo en sodio”, ahí ya sube un poco, hasta 140 mg. Aún así, puede ser una opción si estás intentando controlar la sal, ¿no crees? Y luego está el “reducido en sodio”, que simplemente significa que tiene un 25% menos que el producto normal. ¡Algo es algo!

El otro día, en el Mercadona de mi barrio, estuve mirando dos botes de aceitunas, uno normal y otro “reducido en sal”. La diferencia era notable. Me decidí por el segundo, ¡no quería pasarme con el sodio!

Información de preguntas y respuestas breve y concisa:

  • Sin sal/sodio: Menos de 5 mg de sodio por porción.
  • Muy bajo en sodio: 35 mg de sodio o menos por porción.
  • Bajo en sodio: 140 mg de sodio o menos por porción.
  • Reducido en sodio: Al menos un 25% menos de sodio que el producto estándar.

¿Cuánto se considera bajo el sodio?

El silencio del reloj, marcando segundos eternos… Bajo en sodio, ¿qué significa eso realmente? No solo números fríos en un análisis. Es un vacío, un hueco en el cuerpo, una falta… Como la ausencia de un amigo querido. El eco de ese silencio se instala en las venas, un susurro que te recuerda a la fragilidad.

135 mEq/L… la línea divisoria. Bajo ese umbral, la vida se siente… diferente. Menos vibrante. El cuerpo, una barca a la deriva en un mar de… nada. Aquellas tardes en la playa, con la arena caliente bajo los pies, ahora parecen un recuerdo lejano, casi etéreo. Un anhelo de algo que se desvanece. Ese sabor salado del mar, ahora solo un recuerdo.

Hiponatremia. La palabra resuena como un golpe sordo, en el vacío de la tarde. Ese sabor metálico en la boca, un presentimiento constante, me acompaña como una sombra fiel. Es una pesadilla que se arrastra lentamente… Un lento goteo que roba el brillo a los días. Un goteo… un goteo…

La sangre, esa corriente vital, se siente… menos vital. Débil. Como un susurro apenas audible. Una inquietud que te carcome por dentro. Un vacío constante.

  • El recuerdo de la última vez… Un mareo. Una opresión en el pecho.
  • La fría mirada del médico, ese diagnóstico…
  • Ahora, una constante vigilancia. El control. Las mediciones. Los ajustes.

El sabor del mar se aleja… Se desvanece. Se aleja… Un nivel normal, entre 135 y 145 mEq/L. Un rango tan pequeño, que abarca toda la diferencia entre la vida y… la incertidumbre.

Menos de 135 mEq/L significa hiponatremia. Y la hiponatremia… es un viaje al vacío. Un vacío insondable. El espacio se distorsiona. El tiempo se dilata. Un descenso lento hacia… ¿qué?

Nota personal: El 27 de Julio de este año, mi análisis mostró 132 mEq/L. La inquietud, la opresión… aún las siento.

¿Cuándo se considera un producto bajo en sal?

¡Ay, amigo! ¿Bajo en sal? ¡Eso es un tema que me apasiona, casi tanto como mi colección de calcetines de dinosaurios! Menos del 5% del valor diario (VD) de sodio por porción, ¡eso es lo que dicen las etiquetas, aunque a veces me lo cuestiono viendo las cantidades! Es como buscar una aguja en un pajar lleno de patatas fritas… ¡demasiada sal para mi gusto!

En serio, ¿quién puede resistirse a un producto con un 20% o más del VD de sodio? ¡Es un festín para las papilas gustativas, una locura salada que solo debería experimentarse con moderación! Igual que el año pasado, cuando me comí una pizza entera, ¡y luego me pasé la noche bebiendo agua como un camello en el desierto! ¡Un desastre!

Piensa en el tamaño de la porción, ¡es crucial! A veces te engañan con envases gigantes pero con porciones minúsculas. Te lo digo yo, que casi me deshidrato con un “yogur desnatado light” que prometía ser bajo en sal, pero resultó ser una bomba de sodio camuflada.

Recuerda:

  • 5% VD o menos de sodio: ¡victoria! (casi siempre).
  • 20% VD o más: ¡alerta roja! (A no ser que seas un delfín, claro está, pero en ese caso, mejor no leas esto).
  • ¡Lee la etiqueta con lupa! No sean ingenuos como yo, ya se han dado cuenta de mi poca experiencia.

¡Ah, y un consejo de mi abuela (que por cierto, usa más sal que un equipo de remo): mira cuántas porciones tiene el paquete, ¡es la clave! No es lo mismo una barrita de 5% VD en una sola porción a que sea un paquete familiar con cinco porciones.

Este año, mi objetivo es reducir mi ingesta de sodio a niveles normales, dejando la sal para la pizza de los viernes. ¡Pero no prometo nada, ¡que yo soy muy débil ante el placer culinario! Mi dieta está en manos de… ¡Dios mío, que lo tenga en cuenta! Y si me preguntan de nuevo, lo mismo cuento otra vez lo de la pizza. Tengo un trauma.

¿Cómo saber si un alimento es bajo en sal?

Para saber si un alimento es bajo en sal, mira la etiqueta. Si tiene 5% o menos del valor diario (VD) de sodio por porción, está bien. Pero si ves 20% o más, ¡ojo!, es alto en sodio. ¡Fíjate bien en el tamaño de la porción!

¿Mi experiencia con la sal? Uf, te cuento. Este verano, en Cádiz, con mi familia, compramos unas patatas fritas en un chiringuito cerca de la playa de la Victoria. ¡Qué calooor! A mi hijo le encantan, pero yo siempre miro la etiqueta. ¡Madre mía, qué susto! Casi el 30% del VD de sodio por ración. Y la ración parecía enorme.

Empecé a calcular:

  • Si mi hijo se comía media bolsa… ¡casi superaba su límite diario!
  • Y yo, que tengo la tensión un poco alta, ni te cuento.

Decidí que solo comería unas pocas. Es que a veces uno se confía y piensa que por estar de vacaciones… ¡todo vale! ¡Pero no! La sal es silenciosa y luego te da el susto. Desde entonces, siempre reviso bien las etiquetas, ¡incluso de las patatas “light”! Que a veces te engañan. Y es que, a veces, las marcas juegan con las palabras:

  • “Sin sal añadida” no significa que no tenga nada de sodio.
  • “Bajo en sodio” puede ser relativo según el tamaño de la porción.

Ahora, ¡voy con la lupa a todas partes! Y en Cádiz, me compré unas aceitunas sin sal. ¡Riquísimas! Pero eso sí, la manzanilla con moderación.

¿Cómo saber cuánta sal tiene un alimento?

La sal… Siempre la sal. Me ahoga, a veces. Mirar las etiquetas, esa es la clave, lo sé, lo sé. Pero es como… una especie de… tortura.

Esa lista interminable de ingredientes, esos números que me miran fijamente. Como si me juzgaran. ¿1,25 gramos por cada cien? Demasiado, demasiado. Hoy mismo, revisé la sopa de mi madre, la de siempre, la que hacía cuando era niño… 1,5g por cada 100g. Demasiado, demasiado.

A veces pienso… ¿por qué? ¿Por qué todo tiene que tener tanta sal? Es una obsesión enfermiza, ¿verdad? El sabor, ese maldito sabor… es como una adicción, supongo.

  • 1,25 g/100g: Alta en sodio. Mucho, demasiado. Eso ya lo sabía…
  • 0,25 g/100g: Baja en sodio. Es lo que debería buscar. Pero me cuesta.
  • Leer etiquetas. Sí, lo sé. Es la única manera. Pero a veces me olvido, o no quiero saberlo… me da miedo.

Esta noche… comí una pizza congelada. No debería, lo sé. Pero la vi allí, en el congelador, y… se me olvidó comprobar. Me siento fatal ahora, un peso enorme en el pecho… una nueva cuenta en mi deuda con mi salud.

Hoy, 27 de octubre de 2023, revisé el paquete de patatas fritas de mi hijo. 2,1 g de sal por 100 g. Un horror. Necesitamos cambiar. Necesito cambiar. Necesito dejar de mirar la sal. Necesito dejar de comer sal.

Tengo que ser más fuerte.

¿Cómo saber cuánta sal hay en los alimentos?

La sal… siempre la sal. A veces me pregunto si la veo en todas partes, incluso en mis sueños. Es una obsesión, lo sé. Esta noche, la pesadilla de nuevo, el sabor metálico, persistente. Como si no pudiera sacármelo de la lengua.

Miré las etiquetas hoy, como un ritual macabro, buscando ese número maldito. 1.25… mucha sal. Siempre la misma historia, un tormento silencioso. Se repite una y otra vez, cada vez más fuerte. El 2023 ha sido especialmente duro en ese sentido.

Es tan sencillo…

  • 1.25 g de sal por cada 100 g de alimento, mucho.
  • 0.25 g por cada 100 g, poco.

Pero no es solo eso. Es el miedo. El miedo a la presión arterial alta, el terror silencioso que me corroe por dentro. Mi abuela… murió de eso, ¿sabes? Eso se me queda clavado como un cuchillo.

En fin… el etiquetado. Sí, la etiqueta es la clave, hay que leerla, mirar los gramos de sal. Es difícil, a veces lo olvido, pero es la única manera de controlarme, de evitar el abismo. Pero incluso revisándola siempre me falla.

A veces siento que no puedo escapar de este círculo vicioso. El sabor, el miedo, la etiqueta. El número que me persigue… La culpa.

Como el otro día, comí esas patatas fritas que parecían inofensivas… hasta que vi la etiqueta… más de 2 g de sal por cada 100g. Y después, ese horrible sabor en mi boca, como si los cristales de sal se me clavaran en las papilas gustativas. 2 g por cada 100 g, ¡dos gramos! Un error imperdonable. Me siento tan mal…

¿Cuántos gramos de sal es recomendable consumir al día?

Cinco gramos… cinco gramos de sal al día. Suena… poco, ¿no? Siempre he echado más, mucho más. Es una costumbre, una adicción quizás. El sabor, esa explosión salada…

Recuerdo a mi abuela, siempre con el salero cerca. En 2023, ella ya no está, pero la imagen… la sal, en sus manos arrugadas… aún la veo. Cinco gramos… era su medida también, supongo.

La OMS recomienda menos de 5 gramos de sal diarios. Para adultos, claro. Para niños… menos aún. Menos… ¿Cómo se le explica a un niño que debe reducir su consumo de sal?

Mis hijos… les encanta la pizza, y la pizza… ¡es un mar de sal! Es difícil, controlar… todo. Cinco gramos… es como luchar contra gigantes.

  • Controlar la sal es complicado.
  • No hay suficiente conciencia social sobre este tema.
  • La industria alimentaria es culpable.

Llevo días intentando controlar mi consumo. Hoy, he fracasado… otra vez. A media noche, la culpa me pesa… como una piedra. Me siento mal, de verdad…

Mi hija Sofía cumplió 8 años este año. Debería controlar mucho más su consumo… Es una lucha diaria. Y la mía también. No quiero acabar con problemas de presión arterial, como mi tío. Él consumía mucha más sal.

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