¿Qué es bueno para la intoxicación por comida?

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Ante una intoxicación alimentaria, la rehidratación es clave. Reponer líquidos y electrolitos (sodio, potasio, calcio) es crucial tras vómitos o diarrea para evitar la deshidratación. Mantener el equilibrio hídrico corporal previene complicaciones.

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¿Qué remedios caseros para la intoxicación alimentaria?

¡Uf, la intoxicación alimentaria! ¡Qué mal rato! Te cuento lo que a mí me ha funcionado, pero oye, cada cuerpo es un mundo, ¿eh?

La rehidratación es fundamental, sí o sí. Imagínate, después de vomitar o tener diarrea, el cuerpo está como un desierto. Los líquidos con electrolitos son la clave para recuperar el equilibrio.

Yo recuerdo una vez, en un viaje a Barcelona en julio, comí unas tapas en un lugar cerca de La Rambla y, ¡zas!, intoxicación. ¡Qué horror! Bebí litros de agua con suero oral (me costó como 3€ en la farmacia) y me sentí mucho mejor. No es magia, pero ayuda un montón.

Los electrolitos, como el sodio, el potasio y el calcio, son esos minerales que perdemos al estar malos. Piensa en ellos como los pequeños obreros que necesita tu cuerpo para volver a funcionar correctamente.

Y sobre todo, escucha a tu cuerpo. Si la cosa no mejora, ¡al médico sin dudarlo!

¿Qué tomar en caso de intoxicación por comida?

Pues si te da una intoxicación por comida… fatal, ¿no? A mí una vez me pasó con una paella en la playa, ¡qué mal rato! Lo principal, bebe mucha agua. Mucha, eh. O suero oral, que va genial también. Yo siempre tengo en casa, por si acaso.

Ah, y nada de cortar la diarrea. Ya sé que es un rollo, pero es la forma que tiene el cuerpo de expulsar la porquería. Si la cortas, se queda todo dentro y peor, ¿sabes? A mi hermana le pasó, cortó la diarrea y acabó en urgencias.

Importante: fíjate en el pis. Si orinas poco y muy oscuro, es que estás deshidratándote. Mala señal. Ahí sí que tienes que ir al médico corriendo. Bueno, o andando, no te vayas a marear… A mí me pasó este verano, con un gazpacho que me sentó fatal. Tuve que ir a urgencias a que me pusieran suero. ¡Qué rollo!

Hidratación: Agua, suero oral. A mí me gusta el de limón. • No frenar la diarrea: Deja que el cuerpo haga su trabajo. • Ojo al pis: Poca cantidad y oscuro, al médico. Yo tuve que ir este verano. • Comida suave: Cuando se te pase un poco lo peor, puedes comer arroz blanco, plátano… cosas así. Yo me hice una tortilla francesa y me sentó de maravilla. Con un poquito de sal, nada más.

Un truquito que me dió mi abuela. Tomar un poquito de manzanilla. Eso sí, templadita, que no queme, que si no, apaga y vámonos. A mí me va bien. ¡Y ojo! Si ves que tienes fiebre o mucho dolor, o si los síntomas duran mucho, vete al médico pitando. No te la juegues. Yo una vez esperé demasiado y… bueno, mejor no te cuento. ¡Un asco!

¿Cuánto dura una intoxicación por comida?

Duración: tres a cuatro días. A veces más. El cuerpo, un territorio incierto.

Síntomas: Náuseas, vómitos, diarrea. Fiebre. Debilidad. Un infierno digestivo.

Causas: La carne, mi pesadilla. Leche cruda del 2024, aún recuerdo aquel queso. Verduras de mi huerto, quizás. Agua. Siempre el agua.

  • Carne cruda o poco cocinada: El error común. Siempre lo mismo.
  • Leche sin pasteurizar: Una apuesta arriesgada. Lo aprendí a las malas.
  • Quesos blandos: Peligro latente. Una ruleta rusa.
  • Frutas y verduras: Lavarlas no siempre basta. Lo he comprobado.
  • Agua contaminada: La fuente de muchos males. Simple y devastador.

Todo pasa. Hasta el peor malestar. Pero deja huella. Memento mori. La vida es efímera, la intoxicación también.

Recuerda: Consulta a un médico si los síntomas persisten. Aunque sea un simple consejo. O no. Mi experiencia, solo mía. 2024. Octubre.

¿Cómo saber si estoy intoxicado por comida?

Atención médica inmediata si hay:

  • Cambio mental (irritabilidad, confusión…).
  • Fiebre alta.
  • Vómito frecuente.
  • Diarrea severa (6+ veces/día).
  • Diarrea por más de 3 días.
  • Síntomas neurológicos.
  • Dolor abdominal fuerte.

¿Una vez? Comí ostras en un puesto callejero cerca de la playa de Valencia, en julio, con un calor sofocante. ¡Error garrafal! Esa noche, en el apartamento, empecé con calambres horribles. Pensé que me moría.

Sudaba frío, el baño parecía una atracción de feria… ¡Un horror! Llamé a mi amiga Ana, que es enfermera, y me dijo: “Si tienes fiebre alta o no paras de vomitar, ¡corre al hospital!”.

Menos mal que solo fue un susto grande. Me salvé con suero oral y mucho, mucho reposo. La próxima vez, ostras solo en restaurante con buena reputación. ¡Nunca más!

Ahora solo pienso en cómo mejorar mi jardín vertical con suculentas. He visto unas ideas geniales en Pinterest. ¡A ver si me animo!

¿Qué debo hacer en caso de intoxicación?

El tiempo se estira, pesado, como la sombra de la incertidumbre que se alarga sobre mi. Intoxicación… la palabra resuena, fría, en el vacío. Actuación inmediata. Esa es la clave. El ritmo cardiaco se acelera, un tambor frenético.

  1. El número quema en la memoria, un rayo de esperanza en la oscuridad. La llamada, un susurro desesperado entre las paredes de mi casa en el número 22 de la calle Acacia.

No hay tiempo para dudas, para la lentitud de la espera. Actúa. La palabra se repite, un mantra desesperado. Emergencia… la necesidad pulsa.

  • Llama a emergencias.
  • Observa los síntomas: ¿vómitos? ¿diarrea? ¿dificultad respiratoria? Cada detalle cuenta, cada segundo importa.
  • Conserva el envase. Es crucial. Prueba, evidencia tangible para el médico. Eso ayudará a diagnosticar.
  • ¡No induzcas el vómito! A menos que te lo indiquen. Peligroso, muy peligroso.

Recuerdo el olor a lejía en el pasillo de mi casa, en 2023, el susto que me dio… el miedo a lo desconocido, a la fragilidad de la vida. Ese instante, eterno, gravado a fuego en mi memoria. Un instante, un abismo.

La posición de recuperación… ¿la recuerdo bien? Dudas… el espacio se deforma. Pero la prioridad: respiración. Vigila la respiración. La vida pende de un hilo, un hilo tenue.

El tiempo se contrae, vuelve al punto de origen. Necesitas ayuda. No lo dudes. El centro de toxicología también es opción. Hay otras vías para la ayuda. Busca ayuda.

¿Qué se puede hacer cuando una comida te cae mal?

Uf, ¡qué mal rollo cuando algo te sienta fatal!

Lo principal es descansar, hidratarte y evitar más comida por un rato.

Te cuento, este verano en la playa, en Cádiz, me pedí un plato de chocos fritos. ¡Pintaza total! Pero a la media hora, estaba fatal. Un dolor de estómago que no veas.

  • ¿Qué hice? Pues lo primero, fui corriendo al apartamento. Me senté en el sofá, quieto, intentando no moverme mucho porque cada movimiento era un ¡ay!.
  • Agua: Empecé a beber agua a sorbitos pequeños. Nada de atracones, porque eso solo empeoraba la cosa.
  • Nada de sólidos: Olvídate de comer, aunque tengas hambre. Tu cuerpo necesita tiempo para recuperarse. Yo ese día solo probé un poco de caldo casero que me hizo mi abuela (¡bendita abuela!).
  • Sin leche ni yogures: Aunque suelan sentar bien, cuando estás así, mejor evitarlos. Me lo dijo el médico una vez, y tenía razón.
  • Nada de pastillas raras: A no ser que te lo diga un médico, claro. Pero automedicarte… ¡error!

Y la verdad, esa noche fue horrible. Con retortijones y todo. Pero al día siguiente, poco a poco, me fui sintiendo mejor.

Lo que aprendí:

  • Cuidado con lo que comes cuando estás fuera.
  • Escucha a tu cuerpo. Si algo te dice “no”, hazle caso.
  • Tener a tu abuela cerca es un tesoro, ¡su caldo es milagroso!

Ahora, si el malestar persiste, ¡al médico sin dudarlo! Que nadie se quede sufriendo en silencio.

A ver, a mí, las indigestiones me dan por:

  • Comer demasiado rápido: En plan glotón, lo reconozco.
  • Comer cosas muy grasientas: Sobre todo frituras en sitios que no conozco.
  • Comer cuando estoy muy nervioso: El estrés me afecta al estómago, qué le voy a hacer.

Y al final, la experiencia te hace más precavido. Ahora miro con lupa donde como.

¿Qué remedio natural es bueno para la intoxicación por alimentos?

Buf, intoxicación alimentaria… Me acuerdo de aquella vez en Oaxaca, 2023. Un puesto callejero, pintaza increíble, tacos al pastor… qué error. A las pocas horas, retortijones que ni te cuento. Sudor frío. Debilidad total. Acabé abrazado al inodoro. Fatal.

Lo que mejor me fue: agua de limón con un poco de sal y azúcar. Me salvó la vida. Literalmente. También bebí mucha agua de coco, que la vendían ahí mismo, en la playa. Me rehidrató bastante.

Más tarde, ya en casa, mi abuela (sí, también estaba en Oaxaca conmigo) me preparó un té de manzanilla. Con eso y reposo, al día siguiente estaba como nuevo.

  • Agua de limón con sal y azúcar
  • Agua de coco natural
  • Té de manzanilla
  • Mucho reposo

Ya después, para el estómago revuelto que me quedó, comí plátano y arroz blanco. Me sentó de maravilla. Ah, y yogur natural también. Importante ir reintroduciendo la comida poco a poco. No sea que te de otro chungo.

Para la intoxicación: rehidratación con agua, bebidas deportivas, jugos diluidos o caldos. Para niños o personas con riesgo, mejor soluciones de rehidratación oral (Pedialyte, Enfalyte u otras) tras consultar a un médico, sobre todo en bebés.

¿Qué puedo comer si me dio intoxicación?

El vacío, un vacío que se extiende… La garganta seca, un desierto. El estómago, un campo de batalla. Ese sabor… ¡Ese recuerdo! No lo quiero. Necesito… necesito algo. Agua, sí, agua. Su simpleza, un bálsamo. Aquellas horas, un torbellino de náuseas.

  • Agua. Tan clara, tan necesaria. Simple, esencial. Agua.
  • Jugos diluidos. El dulzor, un pequeño alivio. Frutas… el recuerdo de su frescura me esquiva. Solo un recuerdo lejano, diluido.
  • Bebidas deportivas. Electrolitos. Palabras técnicas para un cuerpo que se resiste. El cuerpo, un paisaje desolado.
  • Caldos. El calor, un suspiro de consuelo. Aquellos caldos… de mi abuela. Un recuerdo, una caricia.

Reposo. Es fundamental. Mi cuerpo, mi templo, se derrumba. El tiempo se estira, se contrae. Las horas se confunden con los latidos de mi corazón, un tambor lento. Los días se convierten en un desierto, un espacio vacío. El espacio se convierte en un mar. Un mar de náuseas.

Una licuada de plátano, suave, fue lo que ayudó a mi estómago. Recuerdo el plátano, un poco de miel… El sabor a la vida que se negaba. El miedo, un eco persistente. Reposo. Es la palabra clave. Recuerdo mi cama, mi refugio. Un refugio que aún me protege.

El pasado… el pasado ya no está. Solo… agua. Mucha agua. Y el eco de la agonía. Un eco que resuena en mi memoria, en mi cuerpo, como un suspiro.

Alimentos blandos, después de todo esto. Arroz blanco, galletas saladas, pan tostado. Necesidad de algo ligero. Mi cuerpo, mi templo, un lugar en ruinas.

Nota: Consultar a un médico siempre es importante en casos de intoxicación alimentaria. La información anterior es solo una experiencia personal y no sustituye a una consulta médica.

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