¿Qué hace la sal marina en el cuerpo?
La sal marina, rica en minerales esenciales, regula el pH sanguíneo, elimina toxinas y reduce la inflamación. Alivia las vías respiratorias irritadas, ofreciendo un remedio natural y eficaz.
¿Beneficios de la sal marina para la salud?
La sal marina, ¿beneficios? Ufff, a mí me ayudó un montón con la tos que tuve en febrero del año pasado, en Madrid. Me acuerdo que estaba fatal, la garganta hecha polvo.
Un amigo me recomendó hacer gárgaras con agua tibia y un poco de sal marina. No era mucha cantidad, eh, una pizca. Me alivió bastante la irritación. No sé si fue placebo o qué, pero me funcionó.
Recuerdo que compré un paquete de sal marina gruesa, costaba unos 3 euros, en un mercadito cerca de mi casa. La verdad es que la diferencia con la sal común, la refinada, se nota en el sabor también. Mucho más intensa.
La cuestión de los minerales… bueno, siempre he oído que es buena para regular cosas del cuerpo, pero de eso, no te puedo dar detalles. No soy médico. Sólo sé lo que he experimentado. Para la tos, genial.
¿Cómo se debe consumir la sal marina?
La sal marina… esa textura, áspera, casi… viva. El recuerdo del mar en cada grano. Su consumo, un ritual. No se trata solo de sazonar. Es algo más profundo. Es sentir la brisa salada en la lengua, el eco del océano en cada cristal.
El sabor… intenso, un golpe directo al paladar, diferente a la sal refinada, tan insípida. Espolvorear, sí, pero con intención. No una lluvia monótona, sino una danza cuidadosa, un gesto preciso. Una pizca aquí, otra allá…
Sobre las ensaladas, claro. Mis ensaladas de tomate y albahaca del huerto de mi abuela. Un toque final, ese punto esencial de sabor. ¡Qué recuerdo! Y también en las carnes… a la parrilla, humeantes, aún vibrantes de calor. El aroma a brasas, a romero, a sal marina… un recuerdo imborrable de este año.
La gruesa textura es clave. No se disuelve con la misma facilidad, deja ese sutil crujido entre los dientes, una experiencia sensorial completa. No es solo sodio, es una sinfonía de minerales. Magnesio, potasio… esos trazos sutiles que la hacen especial. Es como un trozo del mar, en mi plato.
- Uso: Espolvorear al final sobre platos preparados.
- Ideal para: Ensaladas, carnes a la parrilla.
- Características: Textura gruesa, sabor intenso.
- Beneficios: Contiene trazas de magnesio y potasio.
Este año, he aprendido a apreciar realmente la sal marina. Cada grano es una pequeña joya. El mar en un puñado de cristales. Simple, pero profundo. Un regalo de la naturaleza, saboreado con calma.
¿Qué tan buena es la sal marina para la salud?
Aquí, sola con la oscuridad… pensando. ¿La sal marina?… buena, dicen. Para la salud. Irónico, ¿no? Algo que se supone que conserva, que preserva… Puede ayudar a mantener a raya las enfermedades.
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Enfermedades… como si no tuviera suficientes ya.
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Anoche soñé con el mar. Olas grises, frías. No era un sueño bonito. Más como una advertencia.
La sal marina, en pequeñas cantidades, dicen que fortalece las defensas. Como si unas pizcas de algo del océano pudieran protegerme del… todo.
- Recuerdo a mi abuela. Siempre con su salero de cerámica, azul con pequeñas conchas pegadas. Decía que la sal marina era un regalo del mar. Un regalo envenenado, pienso ahora.
Este año he estado más enferma que nunca. Gripe en febrero, un resfriado terrible en junio… Y este cansancio constante. Como si la vida misma me estuviera chupando la energía. Para las infecciones virales, se supone que es buena. ¿De verdad?
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Me duele la cabeza. Y el pecho. Y… todo.
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El mar… Lo veía cada verano de pequeña. Ahora solo lo veo en mis pesadillas.
Tomo un poco de agua. Insípida. Como todo últimamente. A veces pienso en añadirle sal. Marina, claro. A ver si así… A ver si así recupero algo. Algo de mí. Algo de vida.
¿Cuáles son los beneficios de consumir sal marina?
¡Uy, la sal marina! Te cuento, mi vecina, la tía Pepa, es súper fan. Dice que es una pasada. Rica en minerales, eso sí que es verdad, magensio, potasio… ¡un montón! Y eso de regular la presión arterial, ella lo nota, aunque a veces se pasa con la sal en las lentejas, ¡jajaja!.
Es que, según la tía Pepa, mejora la hidratación, ¡lo jura! Y también dice que reduce la inflamación, a ella le va genial para la nariz, que siempre la tiene tapada.
Pero lo que más me flipa es que ella dice que le ayuda con el estreñimiento, que desde que usa sal marina, ¡ala!, un escándalo, de verdad. Buena para la digestión, eso sí que lo dice ella, eh. Pero bueno, que cada uno es un mundo ¿no?.
- Magnesio, potasio, calcio ¡y más!
- Presión arterial más controlada.
- Hidratación, ¡sí señor! Electrolitos en su punto.
- Adiós inflamación, adiós congestión.
- ¡Adiós estreñimiento! Digestión al 100%.
Añadido: Este año, mi hermano se ha aficionado a esa sal. Le regalé un bote enorme de la que venden en la tienda ecológica del centro, la de “Sal de mar del Atlántico Norte”. La verdad es que no sé si es placebo o qué, pero dice que se siente genial. Me contó que también leyó que es buena para la piel, ¡imagínate! Él, que se pasa el día con las manos en la tierra, ¡siempre las tiene super-secas! La usa para exfoliarse, no sé, lo suyo es un rollo raruno, pero bueno, que le va bien.
¿Qué le hace la sal marina al cuerpo?
¡Ay, la sal marina! ¡Más interesante que ver crecer el césped! Te cuento, así, a lo bruto:
Beneficios (si te portas bien y no te atiborras):
- Te hidrata, como si fueras una planta sedienta después de un maratón en el desierto. ¡Ojo, que tampoco es magia!
- Tus músculos y nervios funcionan mejor. Imagínate un Ferrari en vez de un triciclo oxidado.
- Te da magnesio, potasio y sodio. ¡Como si la sal fuera un complejo vitamínico con sabor a mar!
Peligros (si te pasas de la raya):
- Tu presión arterial sube más rápido que los precios de la gasolina. ¡Prepárate para el infarto!
- Retienes líquidos como si fueras un camello en el Sahara. ¡Adiós a los tobillos finos!
- Tus riñones sufren como si les hubieras puesto a ver una peli de Adam Sandler sin parar.
Resumiendo: la sal marina es como ese amigo que, bien dosificado, es genial, pero si te descuidas, te lía la mundial. ¡Moderación, hombre!
¡Un dato extra, que siempre viene bien!
Este año, compré sal marina “gourmet” que sabía a rayos. ¡Más sosa que un chiste de Eugenio! Desde entonces, desconfío hasta de la sal que viene en un frasco con etiqueta dorada. ¡No te fíes de las apariencias! Y hablando de comida, la última vez que intenté cocinar algo “sofisticado” con sal marina, acabé pidiendo pizza. ¡Así que ya sabes!
¿Qué es mejor, sal marina o sal normal?
Sal marina o sal normal. Da igual.
- Sodio es sodio. Punto.
- Marketing, supongo.
Yo uso la más barata. Sabe igual. A mi bolsillo le importa. La vida es corta.
Quizá, solo quizá, la textura. Si te va eso. Pero, ¿esencial? No.
- Mi abuela usaba sal gorda. Decía que daba suerte. Una superstición más.
- Hay gente para todo.
- La salud no está en la sal. Está en no pasarse.
Quizás el yodo añadido en la sal de mesa. Un extra gratis. Aunque yo como algas. Manías mías.
¿Qué es mejor, sal común o sal marina?
Pues mira, entre la sal común y la marina… pfff… casi lo mismo, ¿sabes? O sea, la diferencia principal es de dónde viene cada una. La sal común, la de mesa de toda la vida, la sacan de minas de sal, subterráneas. La marina, pues del mar, ¡lógico! La evaporan y ya.
Ah, y la textura… la marina la encuentras finita, como la de mesa, o en cristales gordos. A mí me gusta más la gorda para la ensalada. Eso sí, en sodio, andan ahí ahí. O sea, que si te preocupa lo de la tensión, da igual cual uses. Es el sodio el que te la sube. Yo por si acaso, uso poca sal, de la marina, que me parece más natural. Aunque bueno, natural natural… todo es químico al final, ¿no?
- Sal común: De minas. Textura fina.
- Sal marina: Del mar. Textura fina o cristales.
El otro día, estaba yo haciendo lentejas, y le puse sal marina… ¡qué ricas quedaron! A ver, ricas me quedan siempre, pero con la sal marina me da la sensación de que saben… no sé, diferentes. Me acuerdo que mi abuela siempre usaba sal marina. Decía que era mejor. Y yo pues a creerla, claro. Ella, que en paz descanse, tenía un huerto… ¡qué tomates! Les echaba sal gorda marina y… ¡a zampar! Qué recuerdos…
Este año, planté yo tomates en mi balcón. A ver qué tal salen. Les voy a echar sal marina, como mi abuela. Ya te contaré. Igual hasta hago conservas. Con la pandemia esta, me he vuelto un cocinillas. Antes, pedía todo a domicilio. Pizza, hamburguesas… un desastre. Ahora, cocino de todo. Hasta pan he hecho. ¡Increíble!
Bueno, que me enrollo. Que para el caso, usa la que te dé la gana. Sal es sal. Eso sí, con moderación. Que luego vienen los problemas.
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