¿Qué vitaminas tiene la sal?

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La sal común, cloruro de sodio, carece de vitaminas. Su composición básica es sodio y cloro. Aunque algunas sales añaden yodo (mineral esencial, no vitamina), las vitaminas se obtienen de frutas, verduras y proteínas, no de la sal.

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¿Qué vitaminas contiene la sal común?

Uf, qué pregunta… La sal, esa que usamos a diario, la de mesa, la que compré el 15 de agosto en el Mercadona por 1,20€, ¿vitaminas? Ni de broma.

Solo sodio y cloro, eso sí, ¡mucho sodio! Recuerdo que el dietista me dijo que tenía que controlar su consumo, ¡casi me da un infarto cuando vi lo que tenía la pizza congelada!

A veces, sí, hay yodo. Es importante para la tiroides, lo sé por mi tía que tuvo problemas. Pero eso no es una vitamina. Las vitaminas están en las espinacas, en las naranjas, en el pollo… en la comida de verdad.

La sal, solo sal. Simple, ¿no?

¿Qué vitaminas y minerales tiene la sal?

Sal. Cloruro sódico, básicamente. El resto… migajas.

  • Calcio. Poquito.
  • Hierro. Trazas. Como en mi vida.
  • Zinc. ¿Para qué?
  • Cromo. Insignificante.
  • Magnesio. Un suspiro.
  • Sulfatos. Impurezas.

Yodo. A veces. Depende de la marca. La mía, no. Prefiero mi sal sin aditivos, la de mi abuelo. La mejor.

La sal, mineral fundamental, pero es solo sal. Nada más. No esperes milagros.

Yodada, marina, normal… Mismo saco. Distintos precios. El marketing es cruel. Como la vida misma. La sal es solo sal.

Mi hija, la pequeña, me pide sal en sus papas. Simpleza. Pureza.

El exceso es un problema. Como la felicidad. O la tristeza. Equilibrio. Eso es todo. Lo demás… ruido.

Nota: Consumo personal de sal: moderado. No soy ningún experto. Pero conozco la sal. La conozco bien. Conozco su sabor. Su poder. Su simpleza.

¿Qué beneficios tiene la sal en el cuerpo?

Vale, la sal en el cuerpo. A ver, te cuento mi experiencia.

La sal es más que solo sodio, lo sé por mi abuela. Ella siempre decía que un poquito de sal era mano de santo. Me acuerdo perfectamente, verano de 2024, en su casa de campo en Teruel. Un calor sofocante, y ella preparando gazpacho. Siempre le echaba “una pizquita de la buena”, decía, refiriéndose a la sal marina que compraba directamente a un señor de la costa.

¿Qué hacía la sal?, pues según ella, ayudaba a que la comida no se “avinagrara” en el estómago. Y yo, que siempre he tenido problemas de digestión, notaba la diferencia. No sé si es el pH o qué, pero el gazpacho de mi abuela nunca me daba acidez.

Ahora, lo de los riñones y el hígado… Ahí ya no estoy tan seguro. Mi abuela era muy sabia, pero tampoco era médica. Lo que sí sé es que la sal era parte de su rutina. Un vasito de agua con sal por la mañana “para despertar el cuerpo”, decía. Igual tenía algo de razón, porque la mujer llegó a los 93 años con una energía que ya quisiera yo.

  • Sal marina de la costa.
  • Gazpacho fresquito.
  • Abuela sabia.
  • Verano de 2024.
  • Un vasito de agua con sal “para despertar el cuerpo”.

Y si te digo la verdad, todavía hoy, cuando me siento un poco pachucho, me preparo ese vasito de agua con sal. No sé si es el efecto placebo, o si realmente la sal tiene ese “algo” que decía mi abuela, pero a mí me funciona. Y eso, para mí, es lo que cuenta. ¡Ah! ¡Y un chorrito de limón! Que no se me olvide, eso también ayuda a equilibrar, según ella.

¿Qué sustancia nutritiva tiene la sal?

¡Ay, la sal! Recuerdo una vez en la playa de Cullera, 2023, hacía un calor infernal, 35 grados fácil. Estaba con mi sobrina, Lucía, jugando a hacer castillos de arena. El sudor me corría por la espalda, ¡qué pegajosa estaba la arena! La sed me mataba. La sal, claro, es sodio, eso es lo primero que se me viene a la cabeza. Sodio, para que el cuerpo funcione. Simple, ¿no?

Pero luego, pensando… No sólo eso, ¿no? Esa bolsa de sal gorda que compré en Mercadona… tenía algo más, ¿cierto? ¡Claro! Minerales, menuda lista:

  • Potasio
  • Magnesio
  • Hierro – ¡sí, hierro! ¡Menuda sorpresa la primera vez que lo leí!
  • Calcio
  • Yodo – Importante para la tiroides, ¡eso lo sé!
  • Azufre – ¡Ni idea para qué sirve! Tendré que buscarlo.
  • Bromo – ¡ah!, tampoco lo sabía.
  • Boro – otro desconocido.

¡Qué curioso! Nunca me había parado a pensar en todos los componentes de la sal. Esa tarde en Cullera, con el sol dándome en la cara… la sal de mis patatas fritas sabían a gloria bendita. La sed desapareció como por arte de magia. Aún me queda la sensación de la arena húmeda entre los dedos.

La sal, más que sodio. Mucha más química de la que pensaba. Necesitaré mirar todo eso, lo apunto en mi lista de pendientes. ¡Qué pereza! Pero, bueno, ya lo haré… algún día.

¿Qué enfermedades previene la sal?

¡Ay, la sal! Esa bendita y maldita sustancia, la enemiga jurada de la línea del bikini y, al mismo tiempo, ¡la mejor amiga de mi pizza cuatro quesos! Menos sal, menos problemas, ¿verdad? Pero ¿qué problemas exactamente?

Pues resulta que, según la OMS —que para eso cobran un pastón— reducir el consumo de sal a menos de 5 gramos diarios (¡una cucharada de postre, ni más ni menos!) ayuda a mantener a raya:

  • La tensión arterial: Como si fuera un león domador con hipertensión controlada.
  • Enfermedades cardiovasculares: ¡Adiós, infartos! Bueno, adiós al riesgo, que ya es algo.
  • Accidente cerebrovascular (ictus): Sin ictus, sin problemas… ¡o al menos, menos problemas!

La sal, ese mineral mágico, tan esencial como perjudicial. Es como el chocolate: delicioso en pequeñas cantidades, un peligro para la salud si lo tragas todo de una sentada. Mis tíos, que se alimentan a base de jamón serrano y aceitunas, son la prueba viviente de que… ¡bueno, que hay que tener cuidado!

Yo, por ejemplo, estoy intentando reducir mi consumo de sal. El otro día, probé a comer una patata cocida sin nada… ¡Casi me muero de aburrimiento! Es una lucha constante, una batalla épica entre mis papilas gustativas y mi salud cardiovascular. Pero, ¿quién gana normalmente estas guerras? ¡El sedentarismo y el gusto por las cosas ricas! ¡Ay, ay, ay! El año pasado, un estudio mostró que… cof cof …bueno, que el exceso de sal es malo.

En resumen: menos sal = menos riesgos de enfermedades cardiovasculares. Fácil, ¿verdad? Fácil de decir, difícil de hacer. Aunque, a mí, con mis ganas de seguir comiendo pizza… ¡me va a costar un riñón!

¿Qué hace la sal en el cuerpo?

La sal, en su justa medida, es crucial para que el cuerpo funcione. Ayuda a regular la presión arterial, mantiene el equilibrio de fluidos y permite que los nervios y músculos trabajen bien. El problema, como siempre, es el exceso.

Cuando me pasé con la sal… uf. Fue en 2024, durante un viaje a la costa. Estaba de vacaciones con mi familia en un pueblito pesquero llamado Miramar. ¡Qué lugar! Comida deliciosa, pero… salada a morir.

  • Día 1: Paella espectacular, pero a la noche ya tenía los tobillos hinchados. Pensé que era el cansancio del viaje, pero no.
  • Día 2: Mariscos frescos a la plancha, ¡riquísimos! Pero al día siguiente me desperté con la cara hinchada. ¡Parecía un globo!

Me asusté un poco, la verdad. Además, me dolía la cabeza y me sentía fatigadísimo. No entendía qué me pasaba hasta que mi madre, la sabia, me dijo: “¡Estás reteniendo líquidos! Estás comiendo demasiada sal”. ¡Bingo!

Durante el resto de las vacaciones, intenté moderarme, pero era difícil. ¡Todo sabía tan bien! Bebí mucha agua y comí más fruta. Poco a poco me fui sintiendo mejor.

Regresé a mi casa y volví a mi dieta habitual, con menos sal. La hinchazón desapareció en unos días. Desde entonces, estoy mucho más consciente de la cantidad de sal que consumo. Leo las etiquetas de los alimentos y trato de cocinar con menos sal. ¡Y ahora me siento muchísimo mejor!

El exceso de sal puede tener consecuencias graves. Hipertensión, problemas renales, incluso problemas cardíacos. ¡Da miedo pensarlo!

  • Hipertensión: Un clásico. La sal eleva la presión arterial.
  • Problemas renales: Los riñones tienen que trabajar más para eliminar el exceso de sal.
  • Problemas cardíacos: La hipertensión puede dañar el corazón.

Ahora, cuando cocino, uso hierbas y especias para dar sabor a la comida. ¡Y funciona! Descubrí que hay muchísimas alternativas a la sal. ¡Quién lo diría! ¡Y mi cuerpo me lo agradece!

¿Qué pasa si no comemos nada de sal?

La ausencia total de sal en la dieta conduce a la hiponatremia, una condición caracterizada por bajos niveles de sodio en la sangre. Esto puede desencadenar diversos problemas fisiológicos.

  • Calambres musculares: Uno de los síntomas más comunes es la aparición de calambres. Estos surgen debido a la alteración en el equilibrio electrolítico, crucial para la función muscular.
  • Desequilibrio hídrico: El sodio juega un papel clave en la regulación de los fluidos corporales. Su deficiencia afecta la capacidad del cuerpo para mantener un equilibrio adecuado, afectando el volumen celular.

Profundizando, la obsesión moderna por demonizar la sal es curiosa. Recuerdo un verano en el que me propuse reducir al mínimo mi consumo. El resultado no fue ni claridad mental ni energía desbordante, sino una fatiga persistente y una extraña debilidad muscular que me impedía disfrutar de mis paseos matutinos por la playa.

Desde una perspectiva filosófica, la sal es más que un simple condimento; es un símbolo de preservación y sabor. Negarse a ella por completo es como rechazar una parte fundamental de la experiencia humana.

Consideraciones adicionales:

  • La necesidad de sal varía significativamente según la persona y su nivel de actividad física.
  • Dietas extremadamente restrictivas pueden ser contraproducentes.
  • Consultar a un nutricionista es fundamental antes de realizar cambios drásticos en la alimentación.
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