¿Qué propiedades curativas tiene la sal?
La sal, un tesoro curativo natural. Alivia dolores musculares y articulares, reduce la inflamación, exfolia y purifica la piel. Sus baños relajan, mejoran la circulación y desintoxican. Calma irritaciones de garganta y promueve el bienestar general.
¿Para qué sirve la sal además de cocinar?
Pues yo, con la sal, más allá de la cocina, hago maravillas. Me acuerdo el verano pasado, julio, en la playa de Bolonia. Tenía las piernas fatal, anduve kilómetros. Y metí los pies en el agua, que estaba salada a rabiar. Mano de santo, vamos.
Alivia el dolor muscular, eso seguro. Recuerdo también, mi madre siempre me hacía gárgaras con agua tibia y sal para el dolor de garganta. Y oye, funcionaba. Eso sí, con sal normal, de mesa, la del súper. Un paquete cuesta como 0,50€.
La sal de Epsom, esa la uso para los baños. La compro en la herboristería del barrio, sobre 5€ el paquete. Me echo un buen puñado en el agua caliente, y quedo como nueva. Me relaja muchísimo y me deja la piel súper suave, como si la exfoliara. Diría que hasta ayuda con la inflamación, porque las veces que tengo los tobillos hinchados, me va genial.
Preguntas y Respuestas
¿Para qué sirve la sal además de cocinar?
Aliviar dolores musculares, exfoliar la piel, calmar irritaciones de garganta, reducir inflamación y aliviar estrés.
¿Qué enfermedades ayudan a prevenir la sal?
Medianoche. Otra vez. Despierto. Pensando. La sal… irónico, ¿no? Algo tan pequeño, tan insignificante, puede causar tanto daño. Pero también, dicen, previene algunas cosas.
Deshidratación. Supongo. Si pierdes muchos líquidos, sales minerales también. La sal ayuda a retenerlos. Como en verano, cuando sudo mucho trabajando en el jardín. Me acuerdo de este verano, regando los tomates… y el sudor cayendo. Bebía agua con un poco de sal. Receta de mi abuela.
Hiponatremia. Esa palabra rara. Falta de sodio en la sangre. Me pasó una vez, corriendo una maratón en 2023. Mareos, náuseas… Tuve que abandonar. Me dieron suero con sales. Recuerdo el pinchazo, el frío del líquido entrando.
- Deshidratación: pérdida excesiva de líquidos.
- Hiponatremia: niveles bajos de sodio en sangre.
Pero… la sal. En exceso. Mala. Muy mala. Mi padre… hipertensión. Infarto. Este año. Ya no está. Dejó de comer con sal, pero demasiado tarde. Ahora miro el salero… y me da miedo. Lo he tirado. Ya no hay salero en la cocina. Solo especias.
Presión arterial baja: En casos específicos, la sal puede ayudar. Calambres musculares: A veces, la falta de sales produce calambres.
A veces me pregunto si… si hubiera insistido más. Si le hubiera escondido el salero. Tonterías. Ya no puedo hacer nada. Solo quedarme aquí… despierto. Con la oscuridad. Y el recuerdo del sabor salado de las lágrimas. Este año no compro turrón salado. Me recuerda a él.
¿Qué le pasa a mi cuerpo si no consumo sal?
Hiponatremia: La ausencia de sal.
Sin sal, tu cuerpo colapsa. Simple. El sodio es clave. Menos sodio, desastre.
- Calambres. Náuseas. Vómitos. Mareos.
- Peor: shock, coma. Muerte. Es serio. Muy serio.
Riesgo aumentado: Atletas de resistencia, personas mayores, problemas renales, diarrea severa, vómitos incontrolables. Mi prima lo sufrió tras una maratón en 2024. Casi fatal. Aún toma suplementos.
El sodio: Vital, pero en equilibrio. Demasiado, igual de malo. No hay magia. Equilibrio. Control.
- Presión arterial: Exceso, hipertensión. Peligro cardiovascular.
- Retención de líquidos: Hinchazón, problemas renales. Es un ciclo.
Recuerda: consulta a un médico. No improvises. Yo aprendí a las malas. Mi error costó. No repitas mi historia.
¿Qué pasa si no comemos nada de sal?
Sin sal, hiponatremia. Calambres. Molestias. El cuerpo es una máquina, ¿no?
- Calambres. Síntoma común. Molesto. Inevitable.
- Hiponatremia: desequilibrio electrolítico. Algo técnico. Sin importancia real hasta que lo sientes.
Tuve un amigo. Maratoniano. Bebía litros. Sin sal. Acabó en urgencias. Ironías de la vida.
¿Equilibrio de líquidos? Frágil. Siempre lo es.
Más allá del sodio: potasio, calcio, magnesio. Olvidados. El cuerpo exige más que sal. Exige atención.
La vida es un péndulo. Excesos, carencias. Buscar el centro. Imposible.
“Lo importante es invisible a los ojos.” Pequeño Príncipe. Aplica a la sal. Y a mucho más.
¿Qué pasa si elimino la sal por completo?
Eliminar la sal, hmm… la presión arterial podría danzar a otro ritmo, uno más calmado, quizás. La vida, como una melodía suave, se despoja de un agudo chirrido.
Recuerdo, en el mercado de mi pueblo, las arrugas del salinero, curtidas por el sol y la sal. Cada grano, una historia de mares lejanos, un eco de olas rompiendo. Eliminarlo, es como silenciar una parte de ese eco.
- Menos sodio = corazón más feliz?
- ¿Menos riesgo, quizá?
- ¿Más vida, tal vez?
Pero no todo es blanco o negro, sal o no sal. La vida es un mosaico de sabores, aromas, texturas… Recuerdo a mi abuela, que siempre decía que un poquito de sal era la chispa que encendía el sabor de cada plato. Sin ella, todo quedaba soso, desangelado. Como un jardín sin flores.
- 1.89 millones… un número frío, distante, pero detrás de cada uno, una vida, una historia.
- Una historia que, quizás, podría haber sido diferente.
- O quizás no…
La sal, esa pequeña chispa. Eliminarla por completo… un acto radical, casi un silencio absoluto.
¿Qué hace la sal en el cuerpo?
¡Ay, amigo! La sal, esa bendita y maldita sustancia… ¡un drama en cada grano! En resumen: te hincha como un globo, te sube la tensión como si fueras a un concierto de rock extremo y, de paso, te puede dejar los huesos como papel de fumar. ¡Una maravilla, ¿verdad?!
La presión arterial se va a las nubes con el exceso de sal, imagínate, ¡subiendo más que el precio del café en mi barrio! Al menos el 30% de la gente con la tensión alta, según los expertos, lo tienen por culpa de la sal. ¡Un ejército de saleros malvados!
Además, ¡ojo al dato! Se la relaciona con el cáncer de estómago, como si fuera el ingrediente secreto de una receta diabólica. ¡Asma, osteoporosis, piedras en los riñones e insuficiencia renal! Y ni hablar de la obesidad, ¡te convierte en un ser humano esférico! Mi vecina, la señora Dolores, jura que engorda solo con olerla. A mí, personalmente, me da dolor de cabeza solo de pensarlo. Es como… tener un ejército de pequeños osos polares hambrientos mordiendo tus riñones.
¡Ah! Y hablando de riñones, que se me olvidaba. Mi primo Pepe, que come sal como si fuera azúcar, tiene unos riñones… ¡ay, mejor ni lo cuento! Es una tragedia.
- Hipertensión: ¡La tensión a todo trapo!
- Cáncer de estómago: ¡Una bomba de relojería salada!
- Asma: ¡Respirar se convierte en una maratón!
- Osteoporosis: ¡Huesos blandos como churros!
- Cálculos renales: ¡Piedritas molestas en los riñones!
- Insuficiencia renal: ¡Los riñones haciendo huelga!
- Obesidad: ¡Un cuerpo que se hincha como un dirigible!
¡Y no olvides que el año pasado mi gato, Garfield, empezó a comer sal de mesa y ¡se le inflamaron las patitas! Fue un drama. Tuve que comprarle unas botitas de lana. ¡El drama, digo!
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